La familia

4.9K 157 53
                                    

Narra Vanesa

Acordé con Mónica apagar los teléfonos móviles e intentar dormir. Ya mañana nos enfrentaríamos al aluvión de mensajes y comentarios que con toda seguridad recibiríamos como consecuencia de mi publicación.

Mónica se quedó dormida al minuto, había sido un día y una noche larguísimos. Pero en mi caso, por mucho que lo intenté, me fue imposible conciliar el sueño.

Estaba nerviosa y excitada, era la primera vez que me abría tanto y tan claramente al mundo. Aunque era cierto que en los últimos meses había sido bastante evidente y en cierta manera había dejado claro que mi relación con Mónica era real, siempre había jugado con interpretaciones y juegos de palabras. Nunca había sido tan directa y clara como con esta foto.

Y ahora me sentía bien, muy bien. Liberada en cierta manera. Hacía mucho que no nos escondíamos, eso era evidente, pero hoy había dado un paso más allá.

Así que mientras Mónica dormía, estuve pensando en cuánto había cambiado desde que estaba con ella. De un plumazo había hecho desaparecer todos mis fantasmas y mis miedos, era una nueva persona, más libre, mejor.

Pasaron un par de horas y el cansancio empezó a ganarme la batalla. Así que me abracé a Mónica por la espalda, apoyé mi cara sobre su hombro y poco a poco fui quedándome dormida.

- Vane cariño, despierta -

Noté como alguien me acariciaba la barriga y me daba suaves besos en la cara.

- Mmmm -

- Va, despierta, que es tarde -

Mónica seguía con sus besos, pero esta vez eran por mi cuello.

- ¿Qué pasa? - pregunté abriendo los ojos a duras penas.

- Que ya es tarde y me aburro - me dijo con una enorme sonrisa.

- ¿Me estás despertando porque te aburres? - pregunté confusa.

- ¿A que jode? - preguntó riendo.

- Eres veneno - dije girándome y dándole la espalda.

Oí risas y noté como una de sus manos me acariciaba el abdomen.

- Me aburro, Vane. Hazme caso - susurró en mi oído mientras su mano jugaba con el borde de mi ropa interior.

- Sé que esto es una venganza por todas las veces que te lo hago... pero tengo sueño - supliqué.

Justo en ese instante su mano cruzó la frontera y se adentró en el interior de mis bragas.

- Mónica - susurré

No me hizo caso, siguió con los besos en mi cuello y su mano comenzó a jugar.

- Mónica - repetí, ahora ya mediante un gemido.

No dijo nada más, siguió jugando con su mano y empecé a no poder controlar mi respiración. Me giré y vi como sonreía, estaba disfrutando tanto como yo. Me dio un suave beso, esta vez en los labios, me guiñó un ojo y acto seguido desapareció entre las sábanas, de la misma manera que lo hizo mi ropa interior. Noté cómo sus labios bajaban por mi cuerpo hasta llegar al punto de no retorno. Mis gemidos se convirtieron en gritos. Mi temperatura corporal se disparó. Y en pocos segundos me volví completamente loca. Me volvió completamente loca.

Minutos después recuperé el sentido y mi respiración poco a poco volvió a la normalidad.

- Dios, Mónica. ¿Dónde tengo que firmar para que me despiertes así todas las mañanas? - dije entre risas - ¡Abúrrete más, por favor! -

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora