🎶CIENTO CUARENTA Y OCHO🎶

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-... así que deja de ponerte en ese plan de hermano alfa que solo lograrás sacarme de quisio -concluí.

No pensaba ser tan rudo ni mencionar a Jing, pero no me dejaría en paz hasta que no lo hiciera. La verdad esperaba que comenzará a gritarme de vuelta o dijera otro de sus comentarios sarcásticos, pero no fue así, sonrió tan honesto como vi jamás.

-eso era lo que esperaba escuchar-dijo satisfecho.

-¡¿qué?! - pregunté alarmado por el cambio.

-creo que ya sabes que de igual forma tendré que casarme con Jing, pero esperaba que al menos Emmaline pudiera contraer matrimonio con quien quisiera-me explico con una gran sonrisa- yo ya estoy perdido gracias a mi padre pero no quería que mi hernana pasara por lo mismo...

>>por eso me asegure de que fueras tu quien pensara lo del matrimonio, no por un negocio de nuestras familias - dijo tras hacer una pausa, creí que estaba de mal humor, ¿qué había pasado con ese enojo? - cuando te dije que quería hechos y no palabras, lo que esperaba era esto. Y se que no necesitas mi autorización pero igual deberías saber que Emmaline no podría haber conseguido un mejor esposo que tu...

-... Creo que son las palabras más amables que te he oído decir nunca- dije sarcástico.

-el espíritu del matrimonio es contagioso - dijo encogiendose de hombros. Espíritu del matrimonio, si como no.

-creo que hay bastante de que hablar - le dije, me refería a lo de Jing, parecía más tranquilo con el tema y casi hasta resignado, quizá aún pudiera arreglar algo.

-hagamoslo cuando volvamos a China, por ahora creo que tus amigos te necesitan -se negó, algo había pasado en los últimos días, algo había cambiado en él.

Después de eso, ambos volvimos a la fiesta, el ambiente recién comenzaba a ponerse bueno tanto que Alaric y Dupont ya no estaban en la mesa, ni siquiera los profesores de los tortolos, ni los Wang. Cuando llegamos a la mesa, Isobel nos miró con curiosidad pero no dijo nada; Emmaline se veía tranquila en su lugar, pero al sentarme a su lado su respiración parecía agitada. ¿Será posible que hubiera estado espiando? No creo, seguramente había salido a bailar en mi ausencia.

La fiesta se aloco bastante pasada la media noche, se repartieron sombreros locos de plástico, luces de neón, diademas con luces y unos globos raros. Todo el mundo estaba en la pista agitando sus manos en el aire y riendo por lo que pasaba en el centro de la pista: Julieta y Alexander bailaban de manera rara y sin ritmo, se estaban divirtiendo bastante.

Los F4 tardaron en acostumbrarse pero al final, no pudieron evitarlo y se terminaron uniendo al desastre de la pista. La verdad es que el resto de la velada la mesa ya no estuvo llena, solo unos pocos minutos cada cierto tiempo era cuando todos estábamos de nuevo en la mesa. Hasta yo me levante para bailar con Emmaline y Julieta un par de veces, me estaba divirtiendo como nunca antes.

Se partió el pastel de bodas, hubo más baile, por un tiempo cargaron a los novios por los aires y todo el mundo hacía una fila bailando, hubo otro brindis, más baile y luego cuando ya todos estaban lo suficientemente ebrios, pasó Julieta con una caja transparente que dejaba ver una zapatilla blanca y varios billetes.

-les presento el tradicional donativo - dijo cuando se acercó, estaba sonrojada por ir y venir- aquí todas las mujeres de la fiesta dejan la cantidad de dinero que gusten para ayudar a la novia y al novio, ya saben por qué el primer año es el más difícil y eso.

-solo traigo libras, ¿no importa?-dijo Emmaline mirando su bolso.

-no, de hecho mis tías que vienen del gabacho me dieron dólares- respondió Julieta emocionada.

-¿gabacho? - pregunté confundido.

Emmaline aprovecho la distracción y en lugar de sacar un billete, sacó su chequera y le hizo apresuradamente uno a Julieta.

-así le decimos a nuestro vecino del norte, Estados Unidos - explico Julieta sin ver a Emmaline.

-aquí tienes - dijo Emmaline metiendo furtivamente el cheque envuelto en un billete para que Julieta no lo notará.

Julieta agradeció y siguió su ruta por las mesas, la madre de Emmaline también le dio unos billetes al igual que la señora Wang. Lo mismo se repitió cuando Alexander apareció con la camisa llena de alfileres sosteniendo billetes de distintos valores.

-me han picado 3 veces, apiadate de mi Lei y no me lastimes más -se dramátizo cuando estuvo frente a mi.

-¡que drama! - le grito Emmaline divertida.

Imite a Emmaline y le hice un cheque, se lo puse en su camisa y lo vi alejarse.

-somos buenos padrinos - comentó Emmaline feliz.

-definitivamente si - respondí devolviéndole la sonrisa.

La fiesta estaba en sus últimas horas y la música ya se había vuelto lenta, pocas parejas eran ya las que bailaban, poco a poco la gente comenzaba a irse; los F4 fueron de los primeros de nuestra mesa en irse, luego le siguieron Dupont y Alaric, luego los profesores de los tortolos y los Wang. Isobel y Nathaniel se fueron más tarde, pero Emmaline y yo seguimos en la fiesta.

Quedábamos la cuarta parte de los invitados, eran las 5 am y no tardaba en amanecer. Los tortolos reían a carcajadas con sus amigos de infancia que aún seguían en la fiesta.

-me concedes esta última pieza -le dije a Emmaline cuando comenzaba una canción.

Se titulaba The scientist de Coldplay, la letra era melancólica y el ritmo lento y apacible. Emmaline sonrió tímidamente y se puso de pie, nos acomodamos en la pista y bailamos al ritmo de la canción.

-jamás pensé que terminaría bailando esta canción contigo - dijo a la vez que recargaba su cabeza en mi hombro.

-¿por qué lo dices? - le pregunté en voz baja.

-porque es la canción que escuchaba cuando rompimos, la repetía una y otra vez deseando que tu también la escucharemos y volviéramos a estar juntos - respondió con la voz entre cortada.

Recordar aquello aún dolía, más que dolor era enojo conmigo mismo por hacer sido tan tonto y haber llegado a eso; habían sido los peores meses de mi vida y al parecer para Emmaline también.

-ya no hace falta volver al inicio--dije refiriéndome a una parte de la letra de la canción- nunca volveré a dejarte como aquella vez, no se repetirá porque te amo demasiado para dejarte ir...

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora