🎶TREINTA Y NUEVE🎶

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Salimos de la habitación y bajamos a la cocina, Lian me vio al bajar y se quedó sin palabras.

El traje no era algo que fuera muy común en mi, por lo menos no el estilo que llevaba; faltaban 10 minutos para las 8 cuando revise que llevara mi cartera, la llaves, teléfono y lo metí todo en el abrigo gris oscuro que llevaba. Justo revisaba todo, cuando escuche un grito sorprendido de Lian.

Me gire y casi suelto lo que llevaba en la mano al ver a Emmaline, se veía hermosa con ese vestido negro, el cabello sujeto por la mitad, labios rojos combinados con sus zapatillas rojas, con un pequeño bolso en la mano izquierda y un abrigo negro en la mano derecha.

La observe sin poder creerlo, terminó de bajar las escaleras y dio una vuelta a petición de Lian, yo seguía sin econtrar las palabras para describir lo hermosa que estaba.

-¿qué tal me veo? - me pregunto por fin.

Seguí mirándola, todos esperaban mi respuesta, era presión social.

-perfectamente hermosa -me limite a responder forzadamente.

Emmaline sonrió divertida, ella sabía el porqué de esa respuesta tan simple. Barnaby llamó a la puerta, nos despedimos de todos y salimos. Subimos al auto y mi chófer nos llevó por la ciudad.

-¿ya me dirás a donde vamos? - pregunto Emmaline ansiosa.

-lo veras cuando lleguemos - le respondí.

Barnaby nos miró por el espejo retrovisor y sonrió.

-las sorpresas son más románticas que conocer el plan - le dijo a Emmaline.

-cierto - coincido ella.

Siguió mirando por la ventana, sin  dejar de sonreír. Pará cuando llegamos al restaurante, baje primero y le abrí la puerta, ella tomó mi mano y al salír del auto se sorprendió al ver donde estábamos.

-¿acaso es...? - comenzó a decir.

-Le Ciel de Paris - confirme.

-los esperare en el auto - nos informó Barnaby y se alejo hasta el estacionamiento.

Un hombre, el portero, se acercó a la puerta del edificio y la abrió.

-¡bienvenidos! - nos dijo al pasar a su lado - ¿vienen al restaurante?

-si, así es - respondí amablemente.

-bien, siganme - nos dijo.

Nos llevó hasta un largo pasillo con varios elevadores, presionó el botón del primero y segundos más tarde el elevador se abrió.

-es en el piso 56, disfruten su noche - nos explico cortesmente.

Le agradecimos y presione el botón, las puertas se cerraron y el elevador comenzó a moverse.

-que curioso... - comentó Emmaline mirándome con los ojos entrecerrados.

-¿qué cosa? - pregunté.

No respondió pues él elevador se detuvo y abrió sus puertas; salimos y nos encontrábamos en un pequeño lobby y un poco más al fondo la hostess nos sonrió.

-¡bienvenidos a Le Ciel! - nos saludo en francés- ¿tienen reservacion?

-si - respondí.

-a nombre de quien - pregunto consultando su tableta.

-Huaze Lei -le dije.

-ah por supuesto, debi imaginarlo - dijo la Hostess sonriendo. - un nombre así, no se olvida.

Un hombre con uniforme se acercó y nos pidió los abrigos, se los dimos y después la Hostess nos condujo hasta nuestra mesa. El piso del restaurante parecía un pasillo enorme, con mesas para 2,4, 6 o hasta 12 personas, un bar y un salón privado; nuestra mesa se encontraba del lado derecho cerca del bar pero con una vista de frente y completa de la Torre Eiffel.

-les dejo el menú, en un momento vendrá su mesera a tomar la orden- explico antes de marcharse.

Emmaline, antes de ver siquiera el menú observó fascinada la vista.

-¡es hermoso! - comentó más para si misma.

-debe esperar unos minutos más a que la enciendan y el espectáculo es aún mejor -habló una chica, con uniforme, nuestra mesera. - bienvenidos, soy Geraldine y seré su mesera esta noche, ¿desean ordenar alguna bebida mientras piensan que ordenar?

Mire a Emmaline, que miraba fascinada a la mesera, me hizo sonreír de tan solo verla así de feliz.

-una botella de Pinot Blanc, por favor - ordene tras revisar la carta de vinos.

La mesera asintió y se retiro.

-¿Pinot Blanc? Te creía más de Riesling - dijo Emmaline hechando un vistazo en su menú.

-depende la ocasión, es como el té - le explique.

En menos de dos minutos, la mesera llegó con nuestro vino y nos sirvió.

-¿Listos para ordenar? - pregunto tomando su tableta para registrar la orden.

-si, me gustaría una declinación de Foie Gras - pidió Emmaline.

-¿y para usted, señor?

-un salmon ahumado escocés orgánico, por favor - respondí.

-enseguida - anañido la chica y se fue.

Emmaline levantó su copa y la acercó hacia mí.

-¿por la música? - dijo para brindar.

Levante mi copa y la acerque a la de ella sin chocarlas aun.

-por nosotros - brinde.

Eso la hizo sonreír aun más y después de brindar, le dimos un sorbo al vino.

-tenías razón. - comentó ella después de beber.

En lo que llegó nuestra comida me preguntó cómo sabía tanto de vinos, a lo que le conté que era lo que solíamos hacer cuando Ximen preparaba una ceremonia, en ocasiones solo hacíamos reuniones para probar los vinos y en otras eran ceremonias de té en su máximo esplendor.

Cuando se encendió la Torre Eiffel no hubo nada que hiciera a Emmaline despegar la vista del gran ventanal, nada excepto nuestra comida que llegaba. Después de la entrada le siguió el plato fuerte: un veal T-bone (para Emmaline) y un corazón de carne (para mi).

La conversación durante la cena se centro en todo lo que nos habíamos saltado aún después de casi 3 meses de conocernos: nuestras metas, sueños y nuestra vida en general.

Ya comiamos el postre (elección de la casa para ambos), cuando quizá por exceso de vino o porque ya no estaba presionado, dije:

-¿como es que en tan poco tiempo tu sonrisa se haya vuelto lo único que me motiva a seguir haciendo cosas que no suelo hacer, solo por verte feliz?

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora