🎶VEINTICUATRO🎶

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S.H.: uff de acuerdo...
La empresa recién comenzaba a hacerse de prestigio y tu padre empezaba a hacerse de inversionistas, uno de ellos, claro, era Shì Zhi Chao, que en ese entonces aún no era el hombre que es hoy.

Cómo parte de los planes de tu padre, lo visitamos en su residencia en Londres. El plan era que con una visita tan íntima podrían cerrar el trato más rápidamente y así fue.

Aquel día llegamos pasado el medio día, su esposa y su servidumbre nos espero en la entrada.

Ese día, me diste más trabajo del normal, te negaste a comer e incluso provocaste una rabieta de la niña Shì, se puso a llorar un buen rato.

Yo: ¿como es posible eso?

S.H.: bueno, al parecer te negaste a jugar con ella y después te aburriste y la dejaste sola.

Sentí tanta pena con la señora Shì que tuve que pedir disculpas hasta que me dolió la cabeza. Y quizá no valió la pena porque minutos más tarde, la niña corrió a buscarte y para cuando volvió estaba desbordando emoción.

Yo: ¿y eso por qué?

S.H.: ella dijo que le habías enseñado a tocar el piano, unas notas claro pero compensaste el haberla hecho llorar.

Mmm, ahora que lo pienso, me parece que la niña Shì se dedico a la música, o algo así menciono su madre la última vez que la vimos.

Yo: ¿y eso es todo?

S.H.: Si, bueno dudo que te importe lo que el señor Shì y tu padre hablaron o lo que yo hable con la señora Shì. Aunque... si pasó algo más.

Yo: ¿qué cosa?

S.H.: fue muy tierno pero a ti no te pareció en lo absoluto *riendo*
Yo: ¿qué?

S.H.: Ah, los ingleses y sus extrañas costumbres de despedida.
Yo: mamá...

S.H.: bueno, bueno, la niña Shì se despidió de ti con un beso en la mejilla.

Yo:¡¿QUÉ?!

S.H.: A todos nos pareció algo muy divertido y tierno. Pero tu te pusiste a llorar y casi sales corriendo cuando la pequeña Shì te abrazo para que no siguieras llorando.

Yo:...

S.H.: creo que es lo que buscabas.

Yo: ahora entiendo porque reía *susurre*

S.H.: ¿de verdad te encontraste con ella? Ya debe de ser toda una mujer, su madre era muy guapa.

Yo: madre no...

S.H.: lo digo enserio, su madre tenía esa belleza y elegancia inglesa, además es muy inteligente. Supongo que su hija debe ser igual a ella.

Yo: es muy irritante...

S.H.: cielo, para ti muchas cosas lo son.

Yo: gracias madre, me ayudaste con lo que necesitaba, te llamaré después.

S.H.: Ah, esta bien. Recuerda avisarle primero a Mei antes de llamar.

Yo: si, claro.
Fin de la llamada.

Ahora entiendo todo. Me quedé frente a la computadora un buen rato, solo mirando la fotografía y procesando la conversación con mi madre.

El reloj anunció las 10 de la noche y Yu regresó para informarme que la cena estaba lista.

Baje a la cocina, Julieta, Alexander, Emmaline y Lian ya estaban en sus lugares.

-¿donde estabas? Te perdiste las películas - pregunto Alexander tomando la mantequilla.

-estaba buscando una foto - dije distraídamente.

Mire a Emmaline y esta sonreía divertida.

-¿confirmaste lo que querías? - me preguntó alzando la ceja curiosa y sonriendo cada vez más

No respondí, quizá fue lo mejor porque todos nos miraron curiosos y ansiosos por saber a que nos referíamos.

-parece que no todo, pregunta y te contaré todo con detalle - siguió diciendo divertida.

-¿de que hablan ustedes dos? - pregunto Julieta por todos.

-ah, sobre una foto que le mostré de mi cuando era niña que me tomaron fuera de la academia -mintió Emmaline con facilidad.

-¿visitaste la academia de pequeña? - pregunto Alexander sorprendido.

-si, bueno mi abuela me trajo, era amante del arte y me dijo que si lo deseaba algún día estudiaría ahí, al final tuvo razón - respondió la chica sin filtro. O mentia muy bien o era una historia real.

Los presentes se enfrascaron en una conversación sobre las metas y sueños de cada uno, conocía los de Julieta y Alexander. Los de los Wáng fueron una sorpresa pero igual una muy agradable.

Terminando la cena, los futuros esposos se fueron a dormir y yo subí al balcón en el salón del piano. Emmaline me siguió.

-¿y bien? - pregunto parándose a mi lado.

Mire el horizonte, la ciudad se iluminaba tenuemente sobre la noche, era una buena vista.

-mi madre me contó sobre ese día de manera general - confesé pasado el rato - dijo que te hice llorar y luego te enseñe a tocar unas notas en el piano y...

Me detuve, ¿se supone que debía contarle eso también o tenia la obligación de decirlo en voz alta?
Emmaline solto una carcajada.

-vamos por partes - dijo al recuperarse - no me hiciste llorar, yo hice una rabieta porque no entendía porque no querías jugar conmigo, - se cruzo de brazos y me miró un poco molesta - tomaste mis juguetes pero no querías usarlos conmigo. Pero ahora entiendo porque.

>> De hecho según mi madre me entere en se momento, mientras lloraba las había escuchando hablar sobre ti, sobre estar “enfermo" - movió los dedos al decir la última palabra para darle más énfasis - por lo que me contó mi mamá, después de oirlas dejé de llorar y fui a buscarte. Quería hacerte sentir mejor y te lleve al piano.

La madre de Emmaline debío de estar muy al pendiente de ese día o lo que era más seguro es que mi madre se había ahorrado los detalles porque no los recordaba.

-aunque ahora que te conozco creo que te sentiste mal por verme llorar ese día, porque me enseñaste a tocar el piano - continuo contando. - de no ser por eso, quizá no habría estudiado música.

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora