🎶OCHENTA Y SIETE🎶

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Julieta subio en cuanto escucho el escándalo. Cuando aprecio en la puerta, yo ya tenía un caos en el estudio y estaba recostado sobre mis brazos en el escritorio, respirando lentamente para evitar llorar de nuevo.

-pero, ¿qué pasó? - pregunto preocupada abriéndose pasó hasta mi.

Sin levantar la cabeza, quise ignorarla pero las palabras brotaron solas.

-¿por qué no me dijiste que estaba tan mal? - pregunté a modo de reclamo.

Ella se quedó callada y yo alce la vista.

-¿no podías decirme que se estaba desmoronando por mi culpa otra vez? - dije alzando la voz, me miró con los ojos cristalinos- ¿por qué no me dijiste que ella es tan infeliz como yo ahora? ¿Por qué me dejaste con ese dolor tan asfixiante? ¿Por qué me dejaste considerar que era mejor morir a seguir sin ella? ¡¿Por qué no me dijiste nada?!

-¿qué fue lo que él te dijo? - pregunto, pero la voz le temblaba, esta por llorar.

-me amenazó, si no hago que Emmaline lo perdone a fin de mes, arruinara el negocio de mi familia - respondí volviendo a enfurecer.

Ella me miró sorprendida y después se sento en una silla.

-perdoname - fue lo único que dijo de principio.- te veías tan normal con lo de Emmaline que creí que realmente no te había dolido, y crei innecesario que supieras como se sentía ella.

-Emmaline es todo mi mundo, Julieta - le dije dejándome caer de rodillas. - tu mejor que nadie debiste saber lo que yo sentía.

-lo siento - se volvió a disculpar.

Estaba vez no pude mas y me derrumbe como lo había hecho hace meses. Había sido un completo idiota y no sabía cómo podía remediarlo a ahora.

No estuve consiente de cuanto tiempo me quede llorando con Julieta, ella me terminó contando de mejor manera todo lo que había pasado con Emmaline y como se habían enterado de todo. Cada que me decía lo que Emm pasó y las ideas que tenía, solo quería que me golpearan hasta dejarme inconsciente y que me despertarán a golpes, una y otra vez, me merecía eso y más.

¿Cuántas veces había dicho que no era supersticioso? Estaba en un error, lo era completamente. Dicen que después de muchas risas, vienen el doble de lágrimas. Que tan miserable tenía que ser ahora para poder compensar esos buenos momentos a lado de Emmaline.

Alexander apareció justo a tiempo, cuando Julieta y yo estábamos entrando juntos a una crisis, de algún modo se las arreglo para calamar a su prometida con un simple abrazo, como yo hacía con Emmaline. Eso me puso aún peor, pero fue lo que dijo Alexander lo que me hizo caer en la cuenta que una rabieta no cambiaría nada.

-¿planeas seguir tirado lloriqueando o vas a hacer algo ya? - comenzó a decirme, sin soltar a su prometida - al fin te das cuenta de que fuiste un completo idiota y lo único que haces es romper cosas y llorar.

>>¿así vas a recuperar a Emmaline? Okay, tus celos te jugaron una mala jugada y ¿qué? - continuó- seguirás haciéndole la vida miserable a los demás solo porque la tuya es miserable, o vas a enfrentar tus metidas de pata y arreglaras las cosas - su voz casi llegaba a los gritos y yo me sentía como el chiquillo indefenso con el que Emmaline había intentado jugar hace años... - ¡deja de comportarte como un crió y sal a buscar soluciones!

¡Exacto, eso debía hacer! Me limpie el rostro con las mangas de mi suéter y me puse de pie de un salto, eso sorprendió a los tortolos.

-Alexander, hasta que dices algo serio - le dije comenzando a buscar entre el desastre mi libreta.

-solo repetí tus palabras - dijo encogiendose de hombros y mirando confundido como hiba de un lado a otro por la habitación.

Hace años, cuando Julieta aún estaba enamorada de otro, Alexander planeaba rendirse, estaba decidido a que al volver a México se olvidaría de ella. Yo lo convencí de que lo intentará, sabía que Julieta ya no estaba mal, al contrario, hasta estaba dispuesta a intentar algo nuevo. Ambos merecían un relación sana y buena, cuando por fin logré que Alexander dejara el drama, fue lo mejor que les pudo pasar a ambos, pues desde entonces se volvieron inseparables.

-¿qué buscas? - pregunto Julieta limpiandose las lágrimas.

-mi libreta - respondí vagamente.

Había lanzado todos los papeles de la empresa, junto con libretas de cuentas, muchas agendas, plumas y hasta la propia computadora. Así que, todo era un caos de libros, hojas y tinta.

-¿qué libreta? - pregunto Alexander confundído.

-la que uso para componer - respondí sin dejar de buscar.

-¿el gran Huaze Lei tiene una? - pregunto Alexander en broma.

El momento de seriedad anual de Alexander había pasado, su momento de gran filosofía y madurez sólo habían durado unos pocos minutos, volvía a ser el de antes.

-si, es como todas las demás - respondí para dejar en claro que no por tener talento estaba excento de usar libretas y tomar notas.

-¿cómo es? - pregunto Julieta, levantándose para ayudar a buscar.

Me detuve un instante, era la libreta azul o la roja, debía ser la azul pero recordaba a la roja. Les pedí que me ayudarán a buscar ambas.

Pasamos la siguiente hora, levantando y revisando papeles, si quizá una libreta completa no se compraba con unas cuantas hojas, pero si mi explosividad no era tan moderada como yo suponía, seguramente hasta había despedazado esa libreta.

No me importaba mucho todos los trabajos que venían en ella, lo que buscaba era esa melodia que empecé a componer con Alaric, esa que sería mi proyecto final, tenía un plan, uno que quizá funcionaria.

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora