🎶TREINTA Y SIETE🎶

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Después de aquel comentario, le siguieron un rato de práctica de calentamiento hasta que Alaric preguntó si tenía alguna composición con la que pudiéramos trabajar; sabía que el temario de la academia no se ajustaba mi tutor así que no me sorprendió que me pidiera trabajar en otra cosa.

De principio no pensé en nada, pero luego recordé la melodia en la que había empezado a trabajar hace un mes, no llevaba mucho aunque podía funcionar; se la mostré y después de pedirme que la interpretará, le aprecio buena idea y comenzamos a trabajar.

Se nos fue tan rápido el tiempo que nos perdimos la cena y ya casi era media noche, tras despedirnos cada quien se fue por su camino.

Me sentía un poco cansado pero no tenía nada de hambre, creía que los chicos estaban dormidos por lo que me sorprendió ver a Emmaline fuera del edificio de prácticas.

-¿qué haces aquí? - le pregunté.- qué no debarias estar en tu habitación.

-lo estuve, después de la inspección viene a buscarte - respondió, llevaba pijama y un suéter muy delgado.

Diario a las 11:00 pm pasaban algunos profesores y profesoras a vigilar que estuviéramos en nuestra habitación y los salónes de práctica, éramos muchos los alumnos que nos perdíamos en la música y trabajábamos hasta tarde. Alaric y yo seguimos componiendo 20 minutos después de que pasaron a revisar.

-¿por qué? - pregunté un poco más seco de lo que pretendía.

-¿cómo qué por qué?-pregunto ofendida Emmaline- no llegaste a cenar, venía a presionarte y a Alaric.

La mire fijamente, ella me devolvió la mirada enfadada.

-okay, ya que te molesto, no lo volveré a hacer - dijo indignada, se dio la vuelta frotándose los brazos para calentarse y se hecho a andar - todavía de que me preocupo.

Suspiré con una sonrisa, negué con la cabeza y la seguí, mientras me quitaba el abrigo que traía, para cuando la alcance se lo puse sobre los hombros.

-me alegra que vinieras - le dije colocándole bien el abrigo - a la próxima ven bien abrigada, no quiero que te enfermes.

Se detuvo y me miró sorprendida, si enfado se extinguió tan rápido en su mirada, que segundos después me abrazo, le devolví el abrazo.

-¿solo después de hacerme enfadar harás estos lindos gestos? - pregunto contra mi pecho.

-prometo hacerlos más seguido - le respondí dándole un beso en la cabeza.

Seguimos caminando, pero en lugar de ir a los dormitorios me llevó al edificio principal.

-¿a donde vamos? Nos meteras en problemas - le dije cuando vi nuestro rumbo.

-te perdiste la cena, vamos a que comas algo - fue lo único que respondió.

Me negué a seguirla y me detuve, ella regresó, me tomó por la mano y me arrastró con ella.

-no era pregunta -dijo.

Me llevó hasta la puerta trasera del edificio, por donde les hacían las entregas a los cocineros, nos detuvimos al llegar.

-no podremos entrar, estaba bajo llave la puerta -dije en voz baja.

-shhh, por aquí tengo la llave- me hizo callar.

-¿cómo es que tienes una llave?- pregunté sin creerlo.

Ella reviso sus bolsillos y de uno de ellos sacó una llave plateada no muy grande.

-quedarse los fines de semana tiene sus ventajas, además ¿de verdad creías que tenía clases las horas en que Julieta y Alexander te dejaban solo? - respondió, coloco la llave en la cerradura y abrió - los martes y viernes después de la comida me ocultaba con los cocineros 2 horas, hasta que volvieran los tortolos.

La puerta hizo un clic al abrir y tras girar la perilla, se abrió de par en par. No sabía si sentirme ofendido por lo que habia dicho o sorprendido por su astucia.

-ahora menos quiero entrar - comente cuando ella avanzó.

-no seas rencoroso, lo hacía porque eras malo conmigo y después no había forma de decir la verdad -me dijo y me volvió a tomar de la mano.

Nos adentramos en el edificio y cerró la puerta con llave de nuevo, me guió en la oscuridad por un pasillo y después se detuvo delante de una puerta y la abrió. No veía nada, así que encendí la lámpara de mi teléfono.

-espera - me pidió dejándome en la entrada.

Se adentro más en la habitación y la vi tomar unas cosas, eran unas velas y un encendedor eléctrico, las encendió y la habitación se iluminó tenuemente.

-encenderla la luz, pero lo harían todas las del piso, mejor no llamar la atención - explico colocando las velas en puntos estratégicos.

Estábamos en una de las cocinas, donde guardaban toda la comida y hacían preparaciones sencillas.

-de todas formas nos verán en las cámaras - le recordé entrando a la habitación y cerrando la puerta tras de mi.

La pude dejar abierta, pero ver el corredor oscuro y vacío daba un poco de miedo.

-aquí no hay cámaras, solo en el comedor, pero en las cocinas no y tampoco en el pasillo por el que entramos - respondió tranquilamente.

Tome uno de los banquillos y me senté, dejando aún lado de la puerta el estuche de mi violin. Emmaline se puso manos a la obra y preparo algo sencillo que no involucrada calentar algo; intente ayudarla a hacerlo pero se negó en cada ocasión. Al final preparo un poco de café, fruta picada con yogurt y un emparedado.

Me acompañó con un café y mientras comíamos me contó cómo se había hecho amiga de las cocineras; pasaba de media noche y no me quieria ir de ahí.

-me pareció una cena romántica a la luz de las velas - comentó riendo después de terminar de comer.

-algo falta- pensé en voz alta.

Se sonrojo al escucharlo y no pude evitar acercarme y besarla. Nos acercamos más al otro, me rodeo el cuello con sus brazos y continuamos el beso hasta que perdimos el aliento.

-ya está perfecta - dijo contra mis labios sonriendo.

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora