🎶SETENTA Y OCHO🎶

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Las 4 horas de clase, fueron una tortura, mi paciencia era mínima y el mundo entero estaba conspirando para volverme loco.

Para la hora de la comida tenía jaqueca y me caía de sueño.

-¿Sabes algo de Emmaline? - pregunto Julieta.

-se lo mismo que tu - le respondí lo más amable que pude.

-¿deberíamos preocuparnos ya? - pregunto Alexander.

Me deje caer en la mesa como siempre lo hago y lo pensé.

-iré a preguntarle a Dupont si sabe algo - dije más para mí que para ellos.

Y así lo hice, pero Dupont no estaba en su oficina (de hecho, según comentó su secretaria, pasaba cada vez menos tiempo en su oficina, se me hizo raro pero lo dejé pasar, no era asunto mío), quizá aunque lo estuviera solo me diría lo que ya sabía. Los tortolos estaban en clase, pero les envié un mensaje diciéndoles que no había descubierto nada.

No sabía si preocuparme o dejarlo pasar. Había ignorado mi mal presentimiento desde el fin de semana y no quería prestarle atención ahora.

En lugar de deambular o ir al salón de prácticas, termine en la tarraza como siempre.

Me senté sobre las cajas que había y me permiti cerrar los ojos con la esperanza de que la luz del sol bastará para evitar la habitación blanca. Podía oír el silbido del viento, aún se sentía un poco de frío, pero estaba muy cómodo ahí.

En algún punto, el sueño me venció.

Campanas, no, no eran campanas. Eran tintineos, cortos y constantes. Pronto un sonido agudo interminable. Gritos, llanto, más paredes blancas.

Sostenía una mano, gritaba. Alguien me tomaba por el hombro. Me sacudía, seguía llorando y me negaba a soltar aquella mano.

-¿Lei?

-¡¿Lei?!

-¡Lei!

-¡Lei!

Abrí los ojos de golpe y me levante tan deprisa que sentí un mareo. Cuando me recupere la vi.

-¿Emm? - pregunté aún confundido por el sueño.

Sonrió y se levantó, para después acercarse a abrazarme.

-te extrañe demasiado - me dijo.

Me sentía fuera de mi, pero aún así le correspondí el abrazo, mi pulso (que se había alterado) se tranquilizó cuando, poco a poco la realidad de sus brazos alrededor mío me trajeron de vuelta a mi.

Después de volver a sentarnos:

-¿qué soñabas? - pregunto curiosa.

-no recuerdo bien - mentí.

Ella me miró y sonrió.

-creo que llegue en buen momento.

-¿por qué lo dices? - pregunté confundido.

-recién llegaba a la academia y sabía que estarías aquí, así que vine directamente - comenzó a explicar - cuando llegué, tu cabeza se tambaleaba de un lado a otro, te estabas quedando profundamente dormido. Preferí no despertarte y deje tu cabeza sobre mi hombro para que estuvieras cómodo.

No dije nada y en su lugar boztece.

-¿qué no haz dormido? - pregunto preocupada.

-más o menos - mentí de nuevo. - estaba preocupado por ti.

Eso no era del todo una mentira. Me tomo de la mano y sonrió aún con preocupación.

-me gustaría decir que no fue horrible, pero si que lo fue - confesó- pasábamos gran parte del día en la oficina de los abogados, mi padre llegó con su amante, mi madre lloro un día entero, hubo muchos problemas con la cláusula nueva y realmente te extrañaba demasiado, pero no tuve cabeza para usar el teléfono.

No dije nada, en realidad no había palabras para ayudarla en este caso y tampoco podía obligarla a que me contara porque sabía que no lo haría. En su lugar sólo la volví a abrazar y volví a bostezar.

-deberíamos ir a que descanses - me dijo sonriendo divertida- por muy adorable que te veas bostezando, no quiero que te enfermes por no dormir apropiadamente.

-ha sido tu culpa, desapareciste muchos días - le reproche mientras nos poníamos de pie.

-¿así que ya no puedes vivir sin mi? - pregunto, me tomo de la mano.

No respondí, a mi pensar, estaba siendo muy dependiente, aunque la verdad era que bien podía sobrevivir sin su presencia, pero tenía que saber de ella, no importaba donde estuviera, lo que me quitaba el sueño y el hambre, era no saber de ella.

-lo tomare como un si pero no- dijo riendo.

Terminamos en mi habitación como siempre, al principio no quería dormir por temor a que la pesadilla se repitiera, la recordaba con claridad y no era tanto el sueño en sí, si no la dolorosa sensación de perdida que me dejaba. Finalmente, con súplicas de Emm, cerré los ojos y me quedé profundamente dormido y ella igual. No hubo sueños y descanse más de lo normal.

-serán el señor y la señora Koala - bromeó Alexander desde mi puerta.

Emmaline y yo nos despertamos, pero estábamos tan acostumbrados a que nos cacharan dormidos juntos que ya no nos alterabamos. Los tortolos habían tocado varias veces la puerta, pero de tan profundo que era mi sueño, apenas si los había escuchado.

-yo preocupada por Emmaline y ella tranquilamente dormida - se quejo Julieta cruzandose de brazos.

Emmaline se estiró en la cama y se incorporó boztesando un poco.

-sabía que estaban en clase, pensaba ir a buscarlos después pero Lei me pasó un poco de su sueño - se explicó Emm.

Yo me quede en la cama y me gire para seguir durmiendo, ahora no quería levantarme.

-¡patrañas! - grito efusivamente Alexander.

-bueno, de no ser por nosotros se habrían perdido la cena - añadió Julieta - vinimos por ustedes.

Mire mi reloj, la cena había comenzado hacia ya 10 minutos. Volví a cerrar los ojos y me convencí de que me quedaba dormido. Emmaline al ver que no me levantaba me sacudió para que lo hiciera.

15 minutos después ya estábamos en el comedor. Emmaline les contaba lo sucedido en su casa y las razones por las que recién llegaba.

Quizá, después de todo, mi mal presentimiento estaba equivocado y en realidad, todo estaba bien.

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora