🎶CIENTO TREINTA Y UNO🎶

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Recién terminábamos de leer la invitación cuando la llamada de Alexander llegó.

-¿hola? Quiero suponer que ya la recibieron - saludo emocionado.

-supones bien, ¡al fin será su boda!, felicidades chicos - respondió Emmaline igual de feliz.

-¡Gracias! Nuestra familia ya los espera, así que no demoren mucho en venir - respondió Julieta.

-podríamos llegar mañana mismo, pero aún tengo que ver lo del trabajo - respondí descontento, debo admitir que extrañaba los días en que mi vida se desarrollaba espontáneamente, sin horarios.

-espera, significa que, ¿Emmaline ya estás mejor? - pregunto Julieta confundida.

-si, el médico se acaba de ir definitivamente, habrá mucho que celebrar cuando nos veamos -respondió mi novia.

-ni que lo digas, tendremos que salir de fiesta antes de la boda -planeo Alexander.

-sin peleas esta vez, por favor - me queje a modo de burla.

-pero si es la especialidad de los mexicanos, emborracharse y buscar pleito hasta con los perros - bromeó Alexander, no sabía si era algo característico de todos los mexicanos pero a Alexander le encantaba bromear con su país y sus desgracias, supongo que debe contar como un sentido de patriotismo o algo por el estilo.

-tendré que embriagarlos en casa, son peligrosos en la calle - razonó Julieta divertida.

-bueno, hay mucho por hacer cuando lleguemos allá, vayan preparándose - comentó Emm.

-si, les avisaremos cuando estemos listos para ir - les dije.

-¡perfecto! Entonces los vemos pronto - se despidió Alexander.

La llamada terminó y una idea llegó a mi mente, en realidad una sola palabra: matrimonio. En teoría Shì Zhi Chao y mis padres creen que me casaré con Emmaline por negocios, pero yo no lo haría por ese motivo, quizá si...

-... ¿Lei? - Emmaline me había hablado un par de veces pero no la escuche.

-¿si?

-te decía que deberíamos comprarles algo lindo, además hay que preparar varias cosas... - me repitió.

Había pasado mucho tiempo desde que admire por última vez las cosas sencillas, esas pequeñas cosas que podrían pasar inadvertidas pero que tenían una belleza única, así era este momento. Podría ser algo común, recibir una invitación y comenzar a planear sobre ello, pero justo ahora no veía una mejor forma de valorar todo lo bueno que había en vida. El sentimentalismo de los Shì parecía pegadizo.

-te haz vuelto a perder -señaló Emmaline, más divertida que enfadada.

-son demasiadas buenas noticias últimamente - admití encogiendome de hombros.

Ella en respuesta, se recargo sobre mi y me tomó de la mano, seguíamos en el sofá.

-ojala siempre fuera así - comentó un tanto desanimada.

-de ahora en adelante seguramente será así -me aventure a desear, la última vez que había deseado algo como simplemente poder pasar 365 días con ella, todo había acabado mal. Esta vez no pensaba permitirlo.

Ese día no nos dedicamos a otra cosa que permanecer juntos.

Los F4 y sus respectivas parejas también recibieron invitación a la boda de los tortolos, aunque a diferencia de Emm y yo, ellos llegarían un par de días antes de la boda.

Me tomó 5 días preparar el viaje, tuve que adelantar trabajo en la empresa y con el acuerdo de Shì-Tec, con el cual había tenido problemas por el mal humor de Nathaniel. Fueron 5 días irreales, pero la irrealidad no se sintio hasta el día del vuelo, sería uno de 17 hrs, sin contar las que teníamos que estar antes en el aeropuerto.

Antes de despegar, dentro del avión, Emmaline revisaba muy emocionada una revista mexicana de cultura y parecía muy entretenida, estaba sentado del lado de la ventana y yo del pasillo.

-¿serás mi traductora durante el viaje? - le pregunté recordando que su español era tan bueno como su chino.

-si, aunque en 17hrs quizá pueda enseñarte lo básico - respondió dejando de lado la revista.

-¿cómo que? - pregunté curioso.

La azafata anunció la salida del vuelo y nos invitó a abdocharnos los cinturones.

-algo como “te amo" - respondió con una sonrisa.

-“the ámó" - repetí mal.

Intente pronunciarlo, aunque sonaba fácil me costó trabajo pronunciarla en un principio. Emmaline reía cada que me oía y me corregía sobre todo la primera palabra.

-¿y qué significa? - pregunté curioso, después de lograr pronunciarla.

-te amo - respondió sonrojada.

Ahora entendía por qué Alexander sonreía cada que escuchaba a Julieta decirle eso.

Parte del vuelo la pasamos planeando los lugares que podríamos visitar con ayuda del mapa de viaje o guía que Emmaline compró en el aeropuerto; también, me enseñó más oraciones en español y cuando creimos conveniente nos dispusimos a dormir para que el cambio de horario no nos afectará tanto.

El vuelo en sí, pareció un sueño y no quería que al abrir los ojos, terminada en mi habitación en China, quizá esa es la sensación que hay siempre en la primera vez de cualquier cosa y me alegraba que lo único que me recordará que era real, era estar tomado de la mano con Emmaline.

-Pasajeros del vuelo 16-09, con destino a México, abrochen sus cinturones, estamos próximos a aterrizar. Gracias por volar con AeroMex. - anunció en ingles la azafata, cuando faltaba menos de una hora de vuelo.

Emmaline al igual que una niña pequeña, se apresuró a mirar por la ventana cuando escucho el anuncio.

-¡Wow! ¿Ves esas montañas? Que blancas se ven y mira... - comentó emocionada.

-no son montañas, son volcanes, tienen una bella leyenda de hecho - le corrigió una mujer mayor desde el asiento de adelante. Debió haber estado escuchando toda nuestra conversación, lo que era sorprendente porque no conocía muchos extranjeros que hablaran Chino.

-¿una leyenda? - pregunto Emmaline curiosa.

-si, la famosa historia de amor de Popocatépetl e Iztaccíhuatl - añadió la mujer muy orgullosa de la historia.

¿Esos eran nombres? ¿Estaban acaso en alguna de las lenguas que me contó Julieta? Quizá lo eran; sabía (gracias a los tortolos) que en México se hablaron varias lenguas muy diferentes al latin, entre ellas el nahuatl y contaban con una amplia variedad de costumbres e historias como parecía ser la que explicaba la señora. Lamentablemente, el avión estaba por aterrizar y no nos pudo decir más, tendría que preguntarle más tarde a los tortolos.

-Hemos aterrizado, de nuevo gracias por su preferencia. ¡Bienvenidos a México!

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora