🎶CIENTO SESENTA Y OCHO🎶

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Tener tan cerca el momento, si que me ponía nervioso, pero aquellos nervios se esfuramaron cuando los músicos comenzaron a tocar la tradicional melodia de bodas. Me había olvidado de respirar, las palabras no querían salir de mi boca y aún así, no podía quitar la mirada de la entrada.

Las puertas de la iglesia estaban abiertas de par en par, la luz entraba con libertad y me cegaba casi completamente. Delante de ella, Julieta y Trinity de acercaban al altar con paso tranquilo y a ritmo de la melodia, dejando rastros de pétalos rojos y blancos a cada paso; usaban vestidos color rojo con dorado de diferentes diseños. Al menos Emm y yo habíamos conservado la tradición de vestir de rojo para la buena suerte. Finalmente, detrás de ellas, venía Emm, mi bella Emm.

No fue hasta que estuvo a mitad de camino que la pude ver con claridad: como esperaba, vestía un elegante vestido largo color blanco con lo que parecían ser destellos plateados, su cabello no estaba completamente recogido pero tampoco estaba suelto, sostenía un ramo de camelias y crisantemos rojos, y el rostro lo llevaba cubierto por un delgado velo.

De un momento a otro, ya estaba por llegar frente a mí, no fue hasta entonces que me di cuenta: en el lugar que debía ocupar el padre de la novia, era Nathaniel quien lo ocupaba, sostenía a su hermana orgulloso y con cierta tristeza escondida en su mirada. Definitivamente Nathaniel merecía más ocupar ese lugar que su propio padre que ni siquiera había estado interesado en venir. Todos observaban la escena con lágrimas en los ojos, los F4 tenían una sonrisa triunfante y yo simplemente no podía quitar la mirada de Emmaline. Ahora ambos estaban frente a mi.

-me alegra estar presente hoy - comentó Nathaniel en un intento por bromear para no sacar el lado sentimental de los Bristol. - suerte, la necesitarás.

-Nathe, se con quien estoy - reprochó Emmaline.

-se lo decía a Lei -confesó su hermano, sonrió burlonamente y me pasó la mano de Emmaline.

No había tiempo de que Emm discutirá, así que lo dejó pasar, me miró sonriente detrás del fino velo y ambos nos acomodamos frente al sacerdote. Entre palabras más, palabras menos la ceremonia comenzó, apenas si escuché alguna de esas palabras. Mi mente hiba y venía durante el sermón del sacerdote, pues cada tanto los escenarios de mi historia con Emmaline se repetían ante mis propios ojos.

-... y ahora coloquense frente a frente y digan sus votos... - pidió el sacerdote sacándome de mis recuerdos y pensamientos.

Hubo un momento de silencio, podía ver el nerviosismo de Emmaline marcado en su sonrisa, yo debía estar igual o peor de nervioso que ella, afortunadamente con la valentía que la distingue fue la primera en hablar:

-debo confesar que apenas hace unos días supe que debía decir el día de hoy - comenzó un ligero temblor en la voz que se disipó cuando siguió hablando - no fue hasta que escuche una canción por casualidad que entendí de que trataban los votos... - hizo una pausa dramática y continuó - no son solo para decirte cuan especial eres en mi vida o para decirte cuanto te amo, son para conmemorar todo lo que hicimos, somos y haremos en nuestro futuro juntos...

>>por eso, cuando escuche que la canción decía “no me importa quien eres, de donde eres, que hiciste, mientras me ames" no pude evitar pensar en nosotros - ahora entendía de que hablaba, se refería a la canción “As long as you love me" de los Backstreet Boys, en algún momento había llagado a escuchar esa canción pero jamás le preste atención - aún sin saber quién era yo me dejaste entrar en tu vida, aún después de saberlo y de conocer a mi familia me amaste sin prejuicios. Incluso yo, sabiendo de donde venias, tu pasado, decidí amarte por el gran hombre eres justo ahora - podía sentir que mis mejillas ardían con cada palabra - nada nos importa, porque nos amamos demasiado y se que seguirá siendo así el resto de nuestras vidas. Hoy, aquí en donde comenzó todo cuando éramos niños, me paro frente a ti, Huaze Lei... - aquí venían los tradicionales votos, mi parte favorita - para jurar amarte, en las buenas y en las malas, en la salud y en el dolor, en la riqueza y la pobreza, en cada rincón del mundo, desde nuestros pasados hasta nuestro futuro. Por qué yo Emmaline Shì, te amaré por el resto de mi vida y si existe otra, también te amaré en ella...

La cara me ardía, no tenía palabras y solo quería acercarme y besarla hasta que el mundo desapareciera, este era nuestro momento. Nuestro final feliz.

El sacerdote me dio tiempo de recuperarme antes de comenzar mis votos, con tanta emoción temía haberlos olvidado, pero en cuanto comencé no hubo marcha atrás, las palabras brotaron solas.

-el destino es algo muy gracioso, te engaña y te pone en las situaciones más difíciles con tal de que descubras tu felicidad y el amor - si, era una buena de iniciar, no era lo planeado pero estaba bien - me gusta pensar que solo el amor más fuerte puede superar las pruebas más difíciles de la vida, y tu y yo hemos pasado por muchas cosas. - eso la hizo sonreír divertida - si me hubieran dicho que me casaría con aquella chica sin filtro al hablar, habría ignorado por completo a la otra persona, pero el destino ya estaba trazado, ahora lo tengo claro...

>>Entre notas perfectas, peleas sin sentido, pequeños actos y un encuentro que solo sobrevivió por una fotografía, es como comenzó nuestra gran historia - seguí diciendo, parecía discurso pero no me importaba - agradezco haber entrado en aquella sala de prácticas aquel día, agradezco aquel encuentro ajeno a nosotros cuando ni siquiera sabíamos que era el amor, porque sin ningúno de esos momentos hoy no estaría aquí parado frente a la mujer más importante en mi vida, la chica que me roba más de una sonrisa, la que logra sonrojarme cuando nadie más lo hace y aquella por la que daría la vida en más de un sentido - no bromeaba, a estas alturas nada era exagerado - Emmaline, mi bella Emm, además de un amor eterno, prometo hacerte feliz cada día porque tu ya me haces demasiado feliz a mi. Te amo.

Nuestra pequeña burbuja de aislamiento imaginario, nos rodeaba y nos situaba en un lugar cómodo para ambos, de modo que ni los sonidos de ternura que hacían nuestros invitados podíamos oírlos. Solo las palabras finales del sacerdote nos recordaban donde estábamos:

-... Si hay alguien que se oponga a esta matrimonio, que hable ahora o calle para siempre - esa era la última línea de la ceremonia. Yo esperaba la siguiente con ansias.

-¡Yo me opongo!

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora