🎶CIENTO CUARENTENA Y NUEVE🎶

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Cuando la boda terminó definitivamente, nos despedimos de los tortolos. Su luna de miel comenzaría justo horas después de que Emmaline y yo nos marcharamos de regreso a China, para lo cual faltaban 2 días.

La madre de Julieta nos preparo la comida horas después de acabada la boda y nos permitió subir a descansar, pero ni Emm ni yo estábamos cansados. El resto del día la pasamos en la habitación solo charlando de todo el viaje y lo que vendría a continuación cuando volviéramos a China.

Al día siguiente saldría nuestro vuelo de regreso a las 6 de la tarde, tendríamos toda la mañana y parte de la tarde para preparar las maletas.

-¡Buenos días, familia! - saludo Alexander en la mañana.

Recién llegaba con Julieta, Emmaline y yo estábamos terminando el desayuno que nos había preparado la madre de mi amiga.

-parece que el matrimonio te sienta bien - comentó Emmaline divertida.

-prácticamente ya vivíamos juntos, así que es fácil hasta ahora - explico Julieta de camino a la cocina a saludar a su madre.

Si hermana ya se había ido al colegio y su padre al trabajo. Alexander se sentó frente a nosotros con toda la energía de siempre.

-¿listos para un último recorrido? - pregunto entusiasmado.

-no digas último, en definitiva pienso volver para probar más de su comida, es una delicia - comentó Emmaline volviendo a mirar su plato vacío.

-bueno, el último del año - se corrigió mi amigo.

Estábamos a finales de noviembre, ¿cómo era posible que el año ya fuera a terminar de nuevo?

-¿a dónde iremos? - pregunté curioso dándole el último sorbo a mi café.

-excelente pregunta, primera parada una rápida parada en Bellas Artes en la sección de música y luego iremos a comer a la Torre Latinoamericana - explico Alexander, estaba muy emocionado.

Tenía el presentimiento de que sería un gran día, de que algo importante pasaría. Estar en México parecía un sueño y no quería que terminará.

-suena interesante - comenté.

-bien, pues que esperan, suban por sus maletas y despidanse - nos ordenó Alexander.

Contagiados por su entusiasmo, subimos por las maletas que habíamos preparado la noche anterior y bajamos a despedirnos de la señora Graciela (de Verónica y del señor Quintana nos habíamos despido temprano).

-muchas gracias por su hospitalidad, esperamos no haber sido ninguna molestia - le dijo Emmaline a la madre de Julieta cuando bajamos de nuevo.

-¿cuál molestia? No, no fueron ningún problema, me alegra que acompañarán a mi hija en un día tan importante - respondió la señora al borde de las lágrimas- si no tuvieran un vuelo tan largo les mandaba comida en unos topers, pero en fin, cuando quieran aquí esta su casa.

-muchísimas gracias, de verdad -dijo Emmaline y se acercó a darle un abrazo a la señora.

-León, cuida bien de Mimi, es una  chica excepcional, como ella ya no hay muchas -dijo Graciela hacia mí. - y no olvides comer bien, que estés flaco no significa que seas saludable. Cuando vuelvan les prepararé cosas más deliciosas.

Julieta me tradujo lo que dijo su madre y después yo le agradecí y le asegure que no dejaría ir a Emmaline.

Una vez que terminamos de despedirnos, salimos de la casa y subimos al auto de Alexander, este condujo por la ciudad a donde nos dijo que sería la primera parada. En el camino hablamos de la boda, sobre todo del lanzamiento de la liga.

-y el ramo era para Emmaline pero parece que Colette tuvo más suerte-confeso Julieta divertida.

-sobre eso, me preguntó si sí considerará casarse con Alaric -comentó Emmaline pensativa.

-lo harán, quizá no ahora pero lo harán - dije confiado - Colette solo estaria con quien de verdad quisiera, así que no dudo que algun día se case con Alaric.

-¿y que hay de Alaric? Estaba muy sorprendido cuando a Colette le cayó el ramo - pregunto Alexander.

-a él le ha costado encontrar con quien sentar cabeza, es lo que siempre busco y él sabe bien que lo que quiere está con Colette - analice recordando todas las pláticas que tuve con el cuando fue mi compañero y después mi tutor.

-entonces no debemos preocuparnos por ellos - comentó Julieta más tranquila.

Dupont más que una directora era la madre de todos aquellos que veníamos de otros países, en parte era por eso que yo había vuelto más de una vez, ella lograba que la academia fuera un hogar para cada estudiante.

Bellas Artes resultó ser un edificio entero, una construcción tipo palacio que guardaba las obras de arte más bellas, desde pintura hasta música. La parte más impresionante era la sala de conciertos, en cuanto ponías un pie ahí podías sentir un escalofrío recorrer tu cuerpo, ahí se hacía arte.

Había también un gran parque frente al Palacio de Bellas Artes, incluso en una de las calles adyacentes podías llegar a lo que se conocía como el barrio chino, se parecía tanto al que había en Londres y donde Ah Si siempre hiba a comer cuando estaba allá.

Pará cuando terminamos nuestra “breve" parada ya eran la una de la tarde, había tiempo suficiente aún.

Alexander había dejado el carro en el estacionamiento que quedaba a mitad de camino de Bellas Artes y de la Torre Latinoamericana, que de hecho estaban muy cercanas entre sí. Por ello, caminamos de un punto a otro; había gente que hiba y venía con grandes bolsas llenas de cosas y también músicos que cargaban de una inmensa caja de la cual, al girar una manija producía sonido.

La Torre Latinoamericana resultó ser un rascacielos impresionante, con una ubicación perfecta y siendo considerada el edificio más alto el año de su inauguración, hizo que llegara a considerarse como símbolo nacional, además de que había resisto fuertes terromotos que marcaron la historia del país.

Nosotros subiriamos al mirador, la parte más alta del rascacielos y en el cual había un restaurante muy famoso también. Muy pocos se atrevían a subir, era demasiado alta y debía tener una vista espectacular. Sabía bien que ese debía ser el lugar perfecto, perfecto para hacer lo que pensába...

EL SALÓN DE LAS MELODÍAS (Huaze Lei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora