Capitulo 646

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- ¡Lu!

Zarandeó su pequeño cuerpo con fuerza gritando su nombre repetidas veces. Un par de segundos o tres que me saben eternos le lleva reaccionar. Me mira y vuelve a romper en llanto.

- Ya, cariño.

Procurando no dejar de acunarla limpio la sangre que sale a borbollones de su boca.

- ¿Estas bien?

Indago sin conseguir mayor respuesta que sus lloros.

- Tranquila.

Le pido sin poder estarlo yo. Cojo mi móvil y llamo a Gaby. No me lo coge hasta el tercer intento.

+ ¿Ha pasado algo?

Mi insistencia no pasa desapercibida.

- Lucía.

Intento hacerme oír entre el llanto de la niña.

- Que se ha dado con tu mesita de noche en la frente, y luego ha perdido la conciencia por algunos segundos.

+ ¿Cuántos?

- No lo sé.

+ ¿Cómo está ahora?

- No me habla, es que no deja de llorar, Gaby.

Advierto nerviosa.

- Ni de sangrar.

+ ¿Se ha abierto la frente?

Pregunta alterado.

- No, creo que al desmayarse se ha dado en la boca, pero es que todo fue tan rápido, que no estoy segura.

+ Tráela al hospital.

Ordena y yo me dispongo a obedecer sin rechistar.

Busco la ropa que más a mano me queda y me cambio con prisas. Torpemente porque solo tengo una mano disponible coloco hielo en el labio de la pequeña mientras con la otra la siento en su sillita, y ya en el coche llamo a mi madre. Necesito que se ocupe de Camila. La he dejado sola en casa con Carmen.

Conduzco con toda la prisa que puedo. Mi móvil vuelve a sonar, siendo la voz de Gaby que se cuela por el altavoz.

+ ¿Ya estáis aquí?

- No, dentro de diez minutos.

+ Vale.



Narra Gaby

+ Enana.

Intento cogerla de su sillita.

= Mami.

Se retuerce como un gusanillo, negándose a mis brazos. Es Malú quien la coge mirándome agobiada y nerviosa. Cojo su mano y entrelazo nuestros dedos andando con prisa para entrar en el hospital, no es momento para nuestros desencuentros.

+ Ya veras como no es nada.

Le transmito calma acariciando la cabecita de la pequeña. Su labio ha dejado de sangrar, aunque lo tiene súper inflamado.

+ Pero un desmayo después de un golpe en la cabeza hay que verlo.

Asiente muda. Noto el intento que hace por mantener la compostura, pero le tiembla el cuerpo.

- Dime que va a estar bien.

+ Está bien.

Aseguro sonriendo y acaricio su mejilla dulcemente. Una tímida sonrisa esboza tirando de sus comisuras y puedo ver en el brillo de sus ojos que disfruta del tacto. Hace días no nos dedicamos gestos cariñosos.

+ ¿Cuántos dedos ves aquí, Lu?

Yo mismo empiezo a examinarla a la espera del pediatra.

= Catro.

+ Muy bien, ¿Y ahora?

= Doz.

# Lucía Martínez Sanchez.

El médico nos llama y solamente ver aquel delantal blanco provoca un llanto desesperado que podría oírse desde el otro lado del charco.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora