Capitulo 672

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Narra Malú

Dos días después.

+ Ya me voy.

Deposita un pico fugaz en mis labios.

+ ¿Segura que estarás bien?

- Que si, pesado.

Solo ha sido un resfriado del que únicamente quedan los mocos, pero ya me encuentro mucho mejor y Gaby es demasiado protector.

- Que tengas un buen día.

Le deseo.

- Y no corras con el coche.

Pido notando sus prisas.

A: Mamá, ¿estás ocupada?

- No.

Con unas palmaditas la invito a sentarse.

- ¿Ya la has liado?

Pregunto graciosa. Su gesto compungido es el reflejo de que algo pasa y viene buscando consejos.

A: Algo así.

- Desembucha.

A: No la he liado yo, pero se va a liar.

Me mira nerviosa.

A: Parda.

- ¿Qué ha pasado?

A: Hace un par de días quedé con Manuela.

Me recuerda. Creo que ya se por donde vienen los trastos.

A: Se va una temporada de España, quería contármelo ella y además me confesó que siente cosas por mí, y que por eso me había evitado de un tiempo hasta aquí.

- ¿Y que has hecho?

A: Nada.

Asegura.

A: Lo hizo ella. Me beso, y yo no me aparté.

- ¿Y Alex?

Me apresuro a preguntar.

A: No me pasa nada con Manuela.

Advierte.

A: Fue un beso bonito.

Admite.

A: Pero es que me gustan los tíos y yo no puedo elegir eso.

Le doy la razón.

- ¿Se ha enfadado?

A: No. Lo entiende. Lo entiende tan bien que todo tendría que estar perfectamente.

- ¿Y por qué no lo está?

A: Desde entonces Alex no me habla.

Se queja.

A: Es como si lo supiera.

Reflexiona la posibilidad de que eso fuese cierto.

A: No me coge las llamadas y me contesta los mensajes súper escueto.

- ¿Y crees que lo sabe?

A: Pues no lo sé, mamá.

Protesta.

A: Podría habernos visto, pero es poco probable.

- ¿Dónde os habéis encontrado?

A: Cerca de la universidad.

- No es tan poco probable, Alba.

La corrijo. Si el chaval trabaja por la zona, deben de haber tenido mala suerte, pero no es un imposible.

A: Ya, pero en cualquier caso, solo fue un beso.

Se excusa.

A: Alex y yo nos estamos conociendo, pero no me ha pedido que sea su novia, ni ha hecho nada para proponerme una relación. No tiene derecho a enfadarse.

Resopla.

A: Y encima reacciona sin hablarme, es que parece un crío de cinco años.

Se enfurruña, y yo no consigo determinar si su cabreo se debe a que verdaderamente está en lo cierto, o a que está pilladísima por un cabrón y acaba de darse cuenta.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora