Capitulo 626

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Narra Gaby

+ ¿Cómo sigues?

- Mejor.

Tras varios días de playa resguardada bajo la sombrilla, esta tarde ha querido darse el gusto de tumbarse al sol y su alergia se ha presentado recordándole que ha sido una idea fatal.

+ ¿Cancelamos?

Pregunto refiriéndome a la cena en la casa de su prima.

- No sé.

Suspira.

- Me pica que flipas pero no hará diferencia estar aquí o allí.

+ Como tú lo veas.

- Vamos.

+ Vale. Voy a darme una ducha y cambio a las nenas.

- Podríamos darnos esa ducha juntos.

Propone juguetona.

- Que vamos algo cortos de tiempo.

+ Claro.

Le tiendo la mano, invitándola al baño.

+ Lastima que llevemos prisa y no podamos echar un polvo.

Sentencio fingiendo indiferencia. Me muero por hacerla mía y no pienso cortarme.

+ Con lo bien que follamos bajo el agua.

Me lamento.

- Bueno... entenderán el retraso.

Muerde su labio sabiendo lo que aquel gesto provoca en mi.

- Estoy muy cachonda y siempre podemos culpar a las niñas.

Sonríe pícara.

+ Tienes un morro que te lo pisas.

Me uno a sus carcajadas. Iba a hacerme el duro y chincharla un poquito más, pero esta como una cabra y no puedo resistirme, además, la necesidad de lanzarme a sus labios la hace ganadora de esta batalla de piques.

+ Así que estas cachonda...

Beso sus labios y con mis manos atiendo su cuerpo.

- A ver si lo compruebas.

+ No hará falta.

- ¿Por qué no?

+ Porque yo si lo estoy.

Apoyo su mano en mi ya abultada intimidad.

+ Mucho he tenido que contenerme hoy viéndote con este bikini y no poder arrancártelo.

- Estas tardando, cariño.

+ Vaya, alguien lleva prisa.

- Pues teniendo en cuenta que las chicas están en el salón, despiertas.

Remarca.

- Que Alba ya debiese de estar aquí y si no ha llegado estará al caer y que quedamos dentro de 20 minutos; te diré que si, llevo prisa.

Besa mi cuello cual fiera hambrienta. Estoy seguro que la muy canalla me ha dejado marca.

- Además tú también estás muy guapo con este bañador.

Su dedo juega con el elástico que lo mantiene en su sitio, peligrando el tiempo que allí le queda.

- Pero vamos a hacerle el favor a tu amiguito, y le liberaremos.

Cumple con su objetivo y aprovecha la posición de su mano para clavarme la uña, dejándome sin aliento. Sus labios se apoderan de los míos con vehemencia y no he sido capaz de darme cuenta cuando me arrastra a la ducha confundiendo las gotitas de agua con el sudor de nuestros cuerpos agitados.

- Agh, Gaby.

Gruñe apoyada en los azulejos con las piernas cruzadas en mi cintura. Es aquel gemido que lleva mi nombre el que me permite liberarme en su interior.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora