Capitulo 697

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Narra Malú

~ Mami, yo me quiero poner otro vestido.

Cami se queja entrando en nuestra habitación mientras yo termino de arreglar a Sofi. Le he hecho dos coletitas pequeñitas y se ve de lo más comestible. Sus hermanas llevarán un diadema a juego. Gaby viene tras ella con Lucía detrás comiendo una galleta.

~ Yo ya soy mayor y no me gusta ir como las pequeñas.

Se queja de su atuendo, idéntico al de Sofi y Lu.

- Pero si estáis preciosas.

Prometo.

+ Lo mismo le he dicho yo.

Rueda los ojos. Parece llevar un rato largo intentando hacerla entrar en razón.

~ Yo quiero ir con el vestido que me regalo la tita Vero, igual al de Carla.

- Pero cariño, Carli ha regresado a Valencia. No pasarán la nochevieja con nosotros y nadie podrá ver que lleváis el mismo vestido.

Los valencianos han vuelto a su tierra ayer para celebrar el año con los suyos. Tras nuestra boda hemos tenido que despedirnos de muchos.

+ Pero si que te verán con el mismo que a tus hermanas.

Insiste en convencerla. Ya tendríamos que estar saliendo y yo no he acabado de maquillarme.

~ No me apetece, yo soy mayor.

Refunfuña.

- Esta bien.

Desisto, aunque me hacía mucho ilusión vestirlas iguales. El tiempo pasa volando y es cierto que mi pequeño angelito crece a pasos agigantados, no puedo privarla de elegir lo que desea ponerse.

- ¿Puedes pasarle tú el otro vestido?

Le pido.

+ Si, vamos pequeñaja a tu habitación.

~ No soy pequeñaja, papi.

Protesta haciéndonos reír enternecidos. No sé qué bicho le ha picado.

- ¿Y tú que comes que estás tan calladita?

Vuelvo mi atención a Lucía que ha tomado asiento en mi lado de la cama y esconde su porción con el ruedo del vestido.

= Gulletas.

- ¿Están buenas?

Pregunto conversando sin prestar demasiada atención. Si no estuviesen buenas ya la tendríamos dando guerra, está tragona no perdona.

= Danka.

Escucho atenta esperando que aparezca mi compañera, pero no lo hace.

- Estará abajo, bichito. Y no le vayas a tirar los pelos a Chanelo.

Advierto mirando al gato que descansa perezoso sobre la alfombra. Ya me conozco de memoria las intenciones de la nena.

= Danka gulletas.

Señala.

- Oye bicho, sabes bien que no puedes darle galletas a Danka, que luego le duele mucho la tripa.

Le explico otra vez. Sin inmutarse se lleva otro trozo a la boca y deja caer uno al suelo haciendo que ahora si me vea obligada reaccionar.

- ¡Joder, Lucía!

Corro a quitárselas al entender lo que me estaba contando. Las galletas son de Danka.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora