Capitulo 634

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- ¿Tu?... ¿Las flores?

Estoy tan desconcertada que no consigo hilar una frase. Si ella supiera que las dichosas rosas me han robado toda la calma impidiendo que pueda pegar ojo durante toda la noche.

- ¿Tu me las mandaste, Manu?

Por fin consigo preguntar.

Ma: Sí.

Responde llena de timidez.

Ma: ¿No te han gustado, no?

- No... que va... sí...

Me vuelvo a liar, nerviosa.

- Es que no tenían remitente.

Explico.

- Y como no sabía quien me las mandaba, no les di mucha atención.

Miento.

Ma: No pasa nada.

Finge una sonrisa.

- ¿Y por qué me mandas flores?

Se queda en silencio, jugando con un anillo que lleva puesto.

- Mierda, Manu, no me digas que yo...

Sus ojos tropiezan con los míos, mirándome indefensa.

- La chica que te gusta... ¿soy yo?

Pregunto atropelladamente.

Ma: No.

Niega rotunda y suspira. El silencio vuelve a instaurarse entre nosotras.

Ma: Las rosas no eran para ti.

Confiesa.

- Pero las mandaste a mi habitación.

Ma: Creí que no vendrías sola.

- Bueno, Manuel y Sol también han venido, pero...

Me corto.

- ¿Sol?

Ma: No.

- Jo, cielo, no me entero.

Admito.

Ma: No pasa nada, casi que mejor.

Su sonrisa no parece verdadera.

- ¿Estas segura?

No quiero ser pesada, pero intuyo su necesidad de desahogarse.

- Pareces necesitar soltarlo de una vez.

Bufa.

Ma: Creí que vendrías con Alba.

Me quedo perpleja.

Ma: Hace algunos días me dijo que igual te acompañaba al concierto y no hemos vuelto a hablar...

- Joder, ¿Cómo no me di cuenta? Si estuvisteis tonteando todo el verano.

Reflexiono en voz alta.

Ma: No, yo estuve tonteando, ella solo me ve como una amiga.

Sus ojitos se inundan.

- Ven aquí, anda.

Abro mis brazos para recibirla. Que mal me sabe verla sufrir por mi hija.

Ma: No le digas nada.

Implora.

Ma: Por favor.

Paso mis dedos por mis labios, simulando cerrar una cremallera.

S: Jefa, estabas aquí.

Sol nos interrumpe en el momento más inoportuno.

- Vine a por un café, y me encontré a esta preciosa.

Dejo un beso en la sien de Manuela.

S: Hola guapa.

Ma: Hola.

S: Manu, no tu.

La señala.

S: Nuestro Manu.

Me hace reír.

S: Esta esperando hace más de diez minutos en el coche, ¿nos vamos?

Me recuerda que el hombre que lleva años cuidando mis espaldas tiene más paciencia conmigo que nadie.

- Lo siento, se me ha ido el santo al cielo.

Me disculpo al ver la hora.

- Solete, tú ve yendo, yo ahora os alcanzo.

S: Vale.

Ma: Ve, que ya me iré a dormir yo también.

- Manu, podemos hablar siempre que quieras.

Le recuerdo.

Ma: Gracias.

- Y ya verás como encontrarás a alguien que te devuelva todo ese amor que tienes para dar, aunque esa persona no sea Alba.

Esboza una sonrisa desesperanzada.

Ma: Tira, anda, vete ya.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora