Capitulo 666

200 16 3
                                    

- ¿Tienes un ratito para comer con tu futura esposa y tu hija?

Pregunto ahorrándome el saludo cuando descuelga la llamada.

+ Puedo intentarlo.

- Pues baja, estamos aquí.

Anuncio deseosa de saber los detalles de la charla que ha tenido con Carmen.

+ Estas loca.

Carcajea.

- Te doy cinco minutos para aparecer por la cafetería.

Graciosa me pongo en modo jefa. Hoy me apetece picarle.

+ ¿Y si no, qué pasa?

- Me iré a casa con la niña y un enorme plantón que será castigado sin sexo por muchos días.

+ Sabes que eres tú la que no aguantaría ni una semana sin que te roce.

- Te equivocas, cariño.

Le provoco.

- Yo no correría esos riesgos.

+ ¿Y por qué ibas a castigarme con algo que te perjudica también a ti?

Reflexiona en voz alta lleno de chulería.

- Porque me gusta verte sufrir.

+ Podría retarte a ver quien se rinde primero.

- ¡Que osado!

Río sarcástica. Esto se me está yendo de las manos. Como se le ocurra entrar en el juego no me será fácil controlarme, además mantener esta atrevida conversación en un lugar público me da mucho morbo, y empiezo a sentir más calor del que debería.

+ Estoy deseando enterarme de quien será el que se rinda primero.

- ¿Te voy pidiendo?

Me escaqueo. Además por sus maneras asumo que le tendré aquí dentro de poco.

+ Una ensalada grande.

- Que sean dos.

Ya no me escucha. He colgado pero mis ojos se han dirigido a ese plato lleno de colores que invita a ser devorado.

+ Que guapa estás.

Musita en mi oído haciendo que dé un respingo. No le he visto aparecer.

- Me has asustado.

+ Creí que me estabas esperando.

Ruedo los ojos.

+ O que me castigarías sin sexo.

- No hará falta. Aquí estas, justo a tiempo.

+ Hola, princesa.

Coge a nuestra hija de su carrito y le hace carantoñas provocando sus carcajadas y las miradas enternecidas de algunos presentes.

+ Pues me lo pienso. Igual me apetece ver como me suplicas que te haga mía.

Devuelve su atención a nuestra arriesgada charla.

- Ya quisieras.

+ Hablaremos de ello. Voy a pensármelo y te lo diré esta noche en casa.

- Estas jugando con fuego.

+ No me da miedo quemarme.

Asegura con esa sonrisa sensual que tanto me pone.

+ ¿Te parece aquella mesa?

Señala la más alejada, aunque tampoco contamos con demasiada privacidad.

- Si no piensas tocarme, no sé de qué habría que esconderse.

Protesto caminando a ella. Los dos sabemos que siempre prefiero estar resguardada, pero no pienso dejarme vencer.

+ Que guapa te pones cuando te picas.

Me piropea.

+ Es una lástima que cada vez tenga más ganas de ver tu derrota.

- Prepárate para perder.

Le tiendo la mano dispuesta a cerrar el trato y sonrío falsamente. Llevo un cabreo monumental con solo pensar que estaré a dos velas y ni sé hasta cuando. ¿En que estaba pensando cuando le invité a este estupido juego?

+ Vas a rogarme que te folle.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora