Capitulo 618

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+ Espera.

Hemos llegado arriba entre trompicones, pero aún no alcanzamos nuestra habitación.

+ Quiero que sea especial.

Hace el amago de alejarse para entrar solo a nuestro dormitorio.

+ Espérame aquí.

Pide.

- No.

Le beso lentamente. Disfrutando del baile de nuestras lenguas aterciopeladas, de su sabor, de tenerle para mí.

- Contigo cada vez es especial.

Prometo.

- Pero ayer creí que nunca más ibas a hacerme el amor.

Recuerdo amargamente.

- Hoy cada uno de tus roces es como si fuera el primero.

Acaricio su mejilla.

- Es como un renacer, y no necesito que prepares nada para hacer esta noche mágica, solo deseo estar contigo.

Explico mi negativa a dejarle currarse algo que no dudo sería precioso.

- No quiero perder ni un segundo a tu lado, amor.

Sonríe lleno de dulzura y luego vuelve a mi boca con vehemencia.

+ Te quiero a rabiar.

Asegura. Sonrío en sus labios. Yo si que le quiero.

+ Esto sobra.

Ya sobre nuestra cama, empieza a despojarse de todo lo que le interfiere para sentirnos piel con piel.

+ Vaya.

Su mirada lujuriosa me recorre.

+ No conocía yo esto.

Alterna sus ojos entre el sujetador y el tanga de encaje rojo que adquirí hoy. Río mordiendo mi labio inferior.

- No eres al único que le gusta preparar sorpresas.

Esta mañana se me venían encima las paredes esperando su llegada y la loca de Verónica me dio la idea de esperarle con un nuevo conjunto. Me he ido al shopping e imaginando su cara al verme, con una sonrisa libidinosa, he optado por uno de lo más atrevido. He conseguido el efecto que deseaba.

+ Me gustan las sorpresas.

Admira mi anatomía.

+ Sí.

Besa mi pezon sin deshacerse de la fina tela que lo cubre.

+ Es un conjunto precioso.

Asevera paseando su mano por mi muslo.

+ Y te queda estupendamente.

Empiezo a ruborizarme.

+ Pero sin el té ves incluso mejor.

Sentencia abriendo el sujetador que pocos segundos después adorna el suelo, de la misma forma que lo hacen sus bóxers y toda nuestra ropa.

Con los dientes se encarga de que el tanga corra con la misma suerte y luego entre besos húmedos y caricias que hierven me hace enloquecer.

- Voy... a... correrme... antes... de... que... empieces.

Pronuncio con dificultad.

- Te quiero dentro.

Suplico. Me responde con una sonrisa cargada de sentimientos y sin hacerse esperar, se clava en mi interior con una sola embestida que me llena de placer. Me regala unos segundos, esperando a que me acomode a su tamaño para luego moverse dentro de mi, y acabar la noche juntos, rozando las estrellas.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora