Capitulo 668

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Narra Gaby

Dos semanas después.

- Joder, no sé cómo hemos podido aguantar tanto.

Suspira extasiada tras el primer asalto de la noche, pero no el último. Los dos nos hemos pasado los días retando al otro, haciéndonos sufrir como si no ardiésemos en deseo, y al final nos hemos quedado a dos velas por catorce días. Pero hoy ninguno se ha declarado ganador ni perdedor, simplemente necesitábamos sentirnos con desesperación, y ante la primera provocación nos hemos olvidado de este absurdo reto para entregarnos en cuerpo y alma bajo las sabanas.

+ Ni se te ocurra volver a dejarme sin sexo tanto tiempo.

Amenazo divertido.

+ Que no respondo de mis actos.

- Es que si no fueras tan cabezota y hubieses admitido que te morías por follarme esa misma noche...

+ Tú tienes un morro que te lo pisas.

Exploto en una carcajada.

+ No vas a negarme que no te aliviabas sola en vez de suplicarme que te haga mía.

La provoco.

+ Aquí la única cabezota y orgullosa eres tú.

- Te estás buscando que te mande a dormir a la habitación de invitados.

Ya se ha picado y yo me regocijo viendo su carita con gesto ofuscado. Que mona es. Parece una niña.

+ Bueno, yo tenía otros planes.

Aseguro con una sonrisa que sé todo lo que la provoca.

+ Como intentar recuperar el tiempo perdido.

No me voy con rodeos.

+ Pero si tú quieres, puedo irme a la habitación de invitados.

Accedo incorporándome. Atrapa mi brazo con fuerza.

- No te vayas a mover de aquí.

Ordena. Será mandona.

- Túmbate.

Hago caso. No soy quien para negarme a tener a semejante diosa del Olimpio desnuda y lista para mi.

- Las manos quietas.

Me obliga a dejarlas bajo mi cabeza y se coloca a horcajadas sobre mi cuerpo. Recorriéndome con besos húmedos y miradas cargadas de lascivia.

- Voy a darte la razón.

Dialoga con una sonrisa traviesa y voz altanera.

- Yo soy mucho más cabezota que tú.

Admite sin dejar de atender cada trocito de mi piel.

- Y voy a demostrarte que no te merecerá la pena imitarme.

Sus labios ya están demasiado por debajo de mi abdomen, a punto de rozar mi largura.

- Y que si se me ocurre volver a jugar a este estúpido juego...

Clava su uña haciéndome delirar.

- Tendrás que ser tú el que se rinda...

+ Claro, jefa.

Acepto pronunciando con dificultad, rendido al placer que me esta dando.

- Así mejor, cariño.

Se aparta maliciosa dejándome a punto de delirar. Voy a matarla.

+ Te odio.

Prometo sin que me de tiempo a más. Coge un condón y me lo coloca con prisa, siendo ella la que aúna nuestros cuerpos encajándolos a la perfección, llevando el ritmo de un baile sincronizado en el que sus pechos se mueven a la par de las embestidas. Junto a ella me siento en las puertas del mismísimo paraíso.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora