Capitulo 712

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- Hey, espera.

La llamo.

- ¿Ha pasado algo?

Siempre he sido de las que piensa que un "tenemos que hablar" es sobre algo malo, y no puedo quedarme con la duda hasta mañana.

A: Que va.

Se encoge de hombros.

- Alba, que ya nos conocemos.

Resopla.

A: Vale, tengo algo que contaros, pero no es nada que no pueda esperar hasta mañana, seguro estaréis agotados.

- Sí, lo estamos.

Le doy la razón.

- Pero con la duda no podré pegar un ojo, y tú te has desvelado. Desembucha.

A: Es Danka.

- ¿Qué le pasa a mi gorda?

Pregunto angustiada tomando asiento en mi cama. Gaby nos ha propuesto venir a charlar aquí para no molestar a Cami mientras duerme.

A: Esta última semana hemos tenido que ir varias veces al veterinario.

Nos cuenta encendiendo mis alarmas. Para pequeñeces ya se ocupa ella de nuestras mascotas, si han recurrido a Carlos es porque el problema es serio.

A: Sabéis que está muy mayor y nos ha dado más que un susto.

Gaby atrapa mi mano con la suya, brindándome todo el apoyo que aún no soy capaz de darme cuenta que necesito.

- ¿Qué tiene?

A: Insuficiencia cardiaca.

Mis ojos se encharcan, dejando escapar una lagrima que no hago nada por retener.

- ¿Por qué no me habéis dicho nada?

A: Porque no hay nada que se pueda hacer, mamá.

Me mira llena de dolor. Es mi fiel compañera desde hace tantísimos años, pero desde que estamos juntos, se ha convertido en nuestra fiel compañera, todos la adoramos.

A: Esta muy mayor y su cuerpo ya no tiene la misma fuerza.

Explica.

A: Te prometo que la he cuidado como a una hija.

- Ya lo sé.

Aseguro abrazándola.

- Bajo a verla.

Anuncio devastada rompiendo el momento. Sé que me tocará despedirme de ella antes de lo que me gustaría y siento como un nudo se me forma en la garganta. Nunca estaré preparada para dejarla ir.

+ ¿Quieres que vaya contigo?

Ofrece dulcemente.

- No.

Sorbo la nariz.

- Prefiero estar sola.

Digo sincera alejándome escaleras abajo. Cuando entramos no había reparado en su respiración acelerada, pero ahora me llena de preocupación.

- Mi vagabundi.

Musito en un sollozo acariciando su lomo. Abre los ojitos y me mira cansada, pero reconoce mi presencia y se acomoda junto a mi.

- ¿Te vienes a dormir a mi cama, Dakoti?

La invito y tras conseguir que se incorpore nos tumbamos una al lado de la otra.

- No me faltes nunca, Danka.

Suplico en silencio con lágrimas en los ojos.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora