Capitulo 732

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- Otitis.

Saludo a mamá entrando nuevamente en casa. Gaby me sigue con Sofi entre sus brazos.

- Nos han dado antibiótico y dentro de un par de días debería estar perfecta.

Señalo la bolsa que traemos de la farmacia mientras que Cami y Lu corren a mi encuentro. Nos hemos demorado y hoy no las he visto, por lo que las lleno de besos y achuchones.

P: Ya sabía yo. Si es que el diablo sabe más por viejo que por diablo.

Advierte con guasa.

+ Sí Pepi, me ha quedado clarísimo que se lo has dicho a Malú porque me lo ha restregado cien veces de camino a casa.

Me hace reír.

+ "¿Que para qué te has tirado toda la vida estudiando medicina si mi madre sabe más que tu?"

Me imita gracioso.

+ "Que mamá tendría que enseñarte"

Nos hace reír continuando con aquella conversación que me sirvió para hacerle de rabiar.

- ¡Ay, como me gustas cuando te picas!

Río burlona pellizcando sus mejillas.

= Mami tengo hambre, Pepi no dio merienda a yo.

Lucía nos interrumpe acusando a mi madre y haciéndonos reír a todos.

- A mi.

La corrijo enternecida.

- ¿Qué habréis hecho para mantener tan ocupada a la abuela y que se le olvide de daros la merienda, eh bicho?

Inquiero. Mi madre me regala una mirada cómplice y con ello me basta para saber que alguna de las suyas habrán liado.

P: Igual mejor subís vosotros a ver la casita que ha hecho Lucía para sus muñecas. De la merienda ya me ocupo yo.

Propone con una sonrisa airosa, de esas que se le quedan cuando lleva razón.

- A ver, ¿de qué casita habla Pepi?

La miro buscando respuestas.

+ Enséñanos a nosotros también tú casita, Lucía.

La pequeña nos guía hasta una de las habitaciones de arriba, coge de su bolsillo un par de llaves que reconozco a la perfección y juega abrir una puerta que en su cabeza está cerrada.

= Es una casa de verdad.

Anuncia con la ingenuidad e ilusión de una niña entrando a un palacio. Tiene montado un verdadero hogar para sus muñecas. Los pendientes de Cami brillan en las orejas de su peluche favorito, el chupete que Dana le regaló a Sofía descansa en la cuna de juguete que recibió esta navidad junto a una Blanca Nieves de tela que duerme en ella, tal como nosotros le dejamos varios a Sofi para que pueda cogerlos por la noche sin obligarnos a levantarnos. El pañuelo de mi madre simula ser una cortina y los cien euros de Alba ejercen de una interesante alfombra rodeada de varias sillas que ha cogido de su verdadera casita de muñecas.

- Eres un verdadero tormento, niña.

Sentencio sin saber si echarme a reír o regañarla por el mal rato que me ha hecho pasar.

+ Lu, pero estas cosas no son tuyas.

Es él quien va a echarle la bronca si consigue no explotar en una carcajada antes. Nos hemos comido la cabeza pensando que teníamos un ladrón en casa y no ha sido más que Lucía haciendo otras vez de las suyas.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora