Capitulo 654

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Narra Gaby

+ Quiero que seas sincera conmigo.

Reclamo su atención y de inmediato se incorpora para fijar sus ojitos color chocolate en los míos.

+ Vuelve aquí, anda.

Tiro de ella con suavidad para volver a dejarla apoyada en mi torso aún desnudo recibiendo cosquillitas. Tras nuestro asalto nos hemos estado regalando mimos y arrumacos. Nadie diría que llevamos prisa porque ha sido un polvo de buena mañana y la rutina llama a nuestra puerta. El día promete ser una vorágine, pero es que entre sus brazos me quedaría toda la vida.

- Jo, es que me lo sueltas así y no sé de qué me estás hablando.

Se queja con voz aniñada.

+ He estado pensando en nuestra luna de miel.

La posición me impide verla, pero intuyo una sonrisa de esas que enamoran a cualquiera asomando por sus labios.

- ¿Y que has pensado?

+ Aquí es donde necesito que seas sincera.

Su silencio me invita a explicarme.

+ Podemos planificarla juntos.

Propongo.

+ Escoger el destino, el hotel, y todo lo que nos apetezca hacer.

- ¿O?

Se apresura a averiguar la segunda opción.

+ Que me lo dejes todo a mi, y me permitas sorprenderte.

- No sé.

Reflexiona dubitativa.

- ¿Tu que quieres?

+ Hacerte feliz.

Prometo ganándome un beso que me sabe a gloria.

- Yo te tengo que querer.

Sonríe aún en mis labios.

+ Piénsatelo, anda, y luego me lo dices.

Dejo un beso en su comisura.

+ Que tengo algunas ideas y depende de ti si quieres enterarte o me lo guardo para mi.

Esta vez pellizcó su culo y me río travieso.

+ Vamos a levantarnos, tira.

- No.

Se aferra con fuerza a mi cuerpo como una niña chica que no quiere separarse de sus padres.

+ Anda, que Cami ya debe de haber acabado con el desayuno mucho más rico que le has traído en vez de mi Cola Cao con grumos.

Finjo estar ofendido.

+ Y no tardará en subir.

- Que va, traje churros para mantenerla ocupada toda la mañana.

Alardea su triunfo y sus brazos me rodean firmemente.

- Y yo estoy muy a gustito aquí contigo.

+ No me lies.

Suplico. Yo si que me quedaría sintiendo su piel en la mía para siempre.

- Porfi, cinco minutillos más.

+ Eres una manipuladora.

- Puede.

+ Y una consentida.

- Ya.

+ Y una...

- Lo que tú digas.

Me interrumpe.

- Pero me amas y sabes que en ningún otro sitio vas a estar más a gusto que aquí conmigo.

Ríe flojito saboreando su victoria. Tendría que ser gilipollas para negarme a pasar otro ratito junto a la mujer que me roba el sueño para convertirlo en realidad.

+ Te equivocas.

La corrijo.

- ¿Ah sí?

Pregunta desafiante.

+ No te amo, te odio.

Atrapo su cara entre mis manos para poder besarla a gusto.

- Vale, yo también te odio.

Asegura en mi boca. La falta de oxígeno nos obliga a separarnos y son esos los instantes que utilizamos para regalarnos una mirada cómplice. Una mirada que empieza en los ojos del otro, pero inevitablemente baja a los labios, atrayéndonos una vez más para sellar nuestros "buenos días" de la mejor manera.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora