Capitulo 725

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Narra Gaby

- Cariño.

Me saluda entrando a casa sigilosa. A estas horas pensará que todos duermen. Y lo hacen, pero a mi me apetecía esperarla.

- Creo que podría morirme del cansancio ahora mismo.

Se deja caer en el sofá, junto a mi, buscando refugio entre mi cuerpo. Siempre le ha gustado esconderse entre el hueco de mi cuello, y a mi nada me hace más feliz que tenerla así de cerquita.

+ Exagerada.

Río besando su sien.

+ ¿Qué tal ha ido el día?

- Uf, increíble.

Promete con los ojitos llenos de ilusión. Destellan un brillo especial. Hoy iba a contarle a su equipo todo lo que ya tiene planeado para la gira, las locuras que piensa hacer sobre el escenario y las brutalidades que va a montarse. Antes de conocerla jamás hubiese pensando que le dedicara tanto tiempo y pensamientos a preparar una gira, pero lo poco que he conseguido que me cuente es una burrada. Vaya curranta, vive por y para la música. La admiro también por esto.

+ ¿No te han tratado de loca?

Pregunto divertido conociendo algunos pormenores.

- Sí.

Ríe sin apartarse.

- Pero siempre lo hacen.

Se encoge de hombros inocente.

- Y les ha encantado.

Me cuenta ilusionada.

- Además habrán muchas sorpresas.

Me regala un pico fugaz.

- También para ti.

+ Pues a mi no me gustan las sorpresas.

Protesto.

- Pues vas a tener que joderte.

+ Pues tendré que tomar medidas para que me lo cuentes todo.

Suscito juguetón muy cerca de su cuello.

- Pues... ¿Qué medidas pretendes tomar?

Me siegue el juego, preguntando con tono libidinoso.

+ Igual te dejo a dos velas.

- Tu no resistirías mucho tiempo.

Sentencia comiéndome la boca con desesperación. Su lengua aterciopelada busca la mía invitándola a una lucha por invadir territorio ajeno y lo único que puedo hacer es aceptarla y disfrutar de su sabor. Sus manos traviesas se despojan de mi camiseta y el calor empieza a invadirnos con más prisa que otra cosa.

- Me vuelves loca.

Promete mordiendo el lóbulo de mi oreja.

+ Tú sí que me vuelves loco a mi.

Asevero obligando a su camiseta correr la misma suerte que la mía. Mis manos de inmediato atrapan sus pechos rellenos y tras varios suspiros de placer las suyas rodean mi miembro haciendo que cada vez se me entrecorte más la respiración.

+ Como sigas así voy a correrme antes de empezar.

Se aparta bruscamente y me mira vengativa.

- No hará falta.

Sonríe asquerosamente.

- Ya sabia yo que no ibas a dejarme a dos velas.

Advierte.

- Pero ya te he dicho que me muero de sueño.

Me recuerda.

- Así que voy a subir a la cama.

Acaricia mi mejilla con una sonrisa orgullosa.

- Puedes venirte conmigo.

Me invita.

- O igual prefieres una ducha bien fría, porque ahora mismo yo solo voy a dormir.

Solo el amor nos salvará (cuarta parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora