Capítulo 206

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

En donde sea lo vamos a ser, pero igual que Amaia, nunca me había visto viviendo fuera de México. Al terminar de cenar, Amaia y yo, nos fuimos a preparar las cosas del día de mañana y después, nos fuimos a dormir y la abracé como siempre, estaba con la mujer de mi vida y nada nos debe turbar nuestra paz.

Debíamos dormir tranquilos, que al despertar y tener todas nuestras cosas en total calma, estábamos viviendo a la expectativa de lo que pudiera hacer Cecilia, y eso no era justo para nadie, porque no vivía ni dejaba vivir en paz, debe organizar su vida y no ver la vida del otro, no ganaba nada con estar jodiéndonos.

–Axel, no quisiera que tuviéramos que ser nosotros los que nos tengamos que ir de aquí – Dijo mi mujer con pesar – Quisiera que pudiéramos quedarnos en este lugar, es nuestro hogar, no tendríamos que dejar todo esto, me duele estar dejando mis cosas, mis amigos, mis estudios, pero sé que es por nuestro bien.

Ella tenía razón, pero no podíamos hacer otra cosa, porque íbamos a estar en pleitos constantes con Cecilia, me gustaría a mí también, que nos pudiéramos quedar aquí en el departamento, es en verdad nuestro hogar.

–No llores, cariño. Yo, al igual que tú, no quisiera irme. Aquí hemos pasado lo mejor de nuestras vidas, aquí en León empezó nuestra historia de amor y aquí en este departamento empezamos a construir una vida juntos, ¿Crees que yo me quiero ir?

Cecilia nos estaba dañando todos nuestros planes, ahora nosotros éramos los que teníamos que movernos de donde ya tenemos todo establecido. Cuando cada quien debe vivir su vida y dejar que los demás vivan la suya, teníamos que estar huyendo de León, hacia tierras desconocidas.

–Axel, no sé por qué todo en la vida tiene que ser tan difícil – Amaia se quejaba – No quisiera dejar mis sueños de hacer mi carrera y sabes por todo lo que he tenido que pasar para eso, tengo miedo que estando allá en Boston, tú te canses de mí y me dejes.

Por nada del mundo yo me iba a cansar de ella, la amaba más que a mí mismo, nunca la iba a dejar, es lo mejor que me ha pasado en la vida. La mujer por la que daría la vida, sería capaz de todo, nunca se me va a pasar por la cabeza eso que está diciendo.

–Eso nunca pasará y sé que no se debe decir la palabra nunca – La miré directamente a sus hermosos ojos – Te amo, Amaia y eres la mujer de mi vida y no pienso separarme de ti, ni aquí ni en Boston, ni en ningún lado.

Mi vida la pongo a sus pies, con eso se debe dar cuenta de que mi vida es a su lado, no podría vivir sin ella, es mi todo, ella es mi otra mitad, mi complemento. Nunca me había enamorado de nadie antes de ella, esto es lo más real que he tenido con una mujer.

–Yo tampoco quiero que lo hagas, te necesito siempre a mi lado Axel. Necesito de ti, de tus besos, de tus abrazos y de ese amor hermoso que me das.

Amaia y yo, nos estuvimos consintiendo esa noche y era una parte muy hermosa de mi vida, siendo ella la primera y la única mujer con la que podía estar así, de esa forma tan sentimental, tan íntima. Una forma en la que le hacía el amor sin tener que quitarnos la ropa, se lo hacía con el corazón demostrándole en cada latido y en cada palabra lo mucho que yo la amaba y sentía el amor que ella a su vez sentía por mí.

En los días posteriores seguimos con esta rutina diaria, hasta que nos tocó ir a sacar la visa y nos trasladamos hasta la Ciudad de México para la cita de Amaia. Desafortunadamente, el resultado no había salido a nuestro favor y eso nos iba a complicar las cosas, porque no podíamos irnos a donde a mí me habían dado la oferta de trabajo.

–Te lo dije Axel, siempre la de la mala suerte, soy yo por qué me negaron la visa, traigo todo lo que me pidieron.

Yo también me hacía esa pregunta del porqué le habían negado la visa, si todo lo traíamos en orden, pues nos tocará esperar por lo menos unos tres años para volverla a pedir. El tiempo no nos ayuda en nada, esto lo teníamos que haberlo tenido ya.

–No lo sé, mi amor, debemos estar calmados, ahora no podemos hacer nada.

Mi querida Amaia, estaba llorando descontrolada, como había sido posible que no le entregarán la visa, lo peor era que teníamos que seguir en León y enfrentar lo que fuera que nos tocaba. Días después de volver de Ciudad de México, Bin Laden se apareció en mi despacho para decirme lo que yo, ya me temía que mi esposa que la loca de Cecilia estaba investigando cosas.

–Cecilia ha estado preguntándole a medio mundo sobre ti y sobre Ivanna, se le ha metido en la cabeza que tú tienes algo que ver con tu amiga y a la misma vez con Amaia y que los tres se fueron a quien sabe dónde juntos.

Ella seguía con la cuestión de lo de la güera y de lo de Amaia, que tienen algo que ver conmigo al mismo tiempo. Solo en su mente puede distorsionar, así las cosas. No se quería resignar a aceptar que yo ya no voy a tener nada con ella, puede que tenga información de lo que sea, pero eso no la va a ayudar en nada.

–Muchas gracias, amigo, tengo que buscar la manera para que la atención se desvíe de Amaia.

Cecilia no se iba a quedar quieta, pero a Amaia, yo la iba a defender contra viento y marea. A ella no me la iba a tocar, ni siquiera con sus investigaciones, y con sus habladurías.

–Yo te aviso Axel, por qué ella ha gritado a los cuatro vientos que tiene las pruebas.

Sabía que todo este tiempo que llevábamos juntos Amaia y yo, algún día iba a salir a la luz, no se iba a poder quedar oculto lo nuestro por ningún motivo y sabía que estábamos cerca de ese momento en que todos iban a saber que la mujer por la que yo estoy loco de amor es Amaia, a mí no me importa enfrentarme a nada y ella aunque tenía miedo, sabíamos los dos que un día íbamos a tener que confrontar a todos con esa verdad que sabíamos ambos cuando empezamos esto, que somos amantes y no solo eso, que nos hemos enamorado y que ha sido de verdad. Yo por ella soy capaz de todo, por defender el amor que nos tenemos y por ser feliz con ella, soy capaz de todo y sé que ella por mí, lo es también.

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