Capítulo 261

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Estaba afuera de la recámara de la güera, escuchando por un buen rato el llanto de Amaia, no podía creer todo lo que fui capaz de hacerle y estaba enojado por todo, por la actitud de ella y de Ivanna, por las estupideces de Cecilia que no tenía que ir o, mejor dicho, que mandar a alguien a vandalizar uno de los vehículos del despacho de la güera y conmigo mismo, era cierto que Amaia es una chica mal educada y malcriada acostumbrada a hacer siempre lo que quiere, pero yo me pasé de la raya.

Metí la llave para poder abrir la puerta de la recámara de Ivanna, empujé, pero la puerta estaba atorada con algo. No me permitía entrar, de seguro le puso algo pesado, necesitaba hablar con ella de lo sucedido, me tenía que comprender, pues solo quería que ella obedeciera.

–Amaia, cariño. No puedes quedarte ahí toda la vida – Le dije – Por favor, vamos a hablar. Ábreme la puerta, ambos nos merecemos una plática, te amo.

Tenemos que solucionar esto, sé que ella lo ha disfrutado al igual que yo, solo que esta vez me he excedido en lo fuerte que la he atado. No volverá a suceder, tendré un mayor cuidado cuando quiera jugar con ella, se va a acostumbrar, pues llegará a despertar una mayor excitación en ella.

–No Axel, vete – Ella seguía llorando – Ya dije todo lo que tenía que decir, quiero que te vayas, no quiero verte, no quiero hablar contigo y si no me dejaste ir, respétame y déjame sola.

No podemos dejar esto así, quiero que me deje entrar para curarla y abrazarla, no quiero que se vaya del apartamento en ese estado, debemos permanecer unidos ahora más que nunca. Todo esto lo de Cecilia se me estaba saliendo de las manos.

–Amaia, por favor, preciosa. Sabes que tenemos que hablar, tú no puedes dejar que esto nos separe, no quiero perderte.

–Ya me has perdido, me trataste de lo peor y no quiero escucharte. Vete, Axel.

Me alejé de la recámara de la güera y me fui a la nuestra, me senté en la cama llevándome ambas manos a la cabeza y preso de un dolor de cabeza terrible y de una preocupación también. Había cometido un error, lo admito, se me había pasado la mano y ahora Amaia no me quería ni ver, y eso me dolía a mí también.

Amaia estaba furiosa y más que eso, estaba dolida conmigo y yo le había hecho demasiado daño. Ahora lo malo es que conociéndola como la conozco, ella guardará mucho rencor y no sé si esto vaya a tener arreglo, me recosté con la mirada fija al techo de la recámara, no sé por cuanto tiempo hasta que tocaron la puerta del departamento y me levanté a abrir, no fuera a ser que Amaia, se fuera a ir a abrir y a aprovechar para salir y justamente, lo que me temí, pasó.

–Cris, güera, tienen que ayudarme – Les dijo mi mujer – Me quiero ir, Axel me ha lastimado y me ha hecho mucho daño. Miren mis manitas, mi cuello y mi cara.

–Tranquila, Amaia – La calmó la güera – A eso regresé. A hablar con el tirano de tu novio.

Mi amiga parecía que solo tenía ojos para Amaia, a mí me había ignorado olímpicamente, pero ella era la que nos iba a ayudar, a mediar en este nuevo dilema en el que me había metido yo solito.

–Aquí estoy güera – Le dije a mi amiga – Qué bueno que has venido, tenemos que hablar. Lo que pasó hace rato, no se puede repetir y siento como me puse. Me salí totalmente de mis casillas.

La había corrido literalmente del departamento, pero es que eso de querer ir a cobrárselas a Cecilia con sus propias manos no es lo indicado, no podían hacer justicia de esa forma, nos meteríamos en más problemas.

–Yo no quiero estar aquí – Amaia lloró y Cris la abrazó – Cris ayúdame, por favor. Llévame a otro lugar.

Yo por supuesto que me molesté demasiado, estaba furioso y alterado y más porque Amaia se refugió en los brazos de Cris y a él no le molestaba abrazar a mi mujer delante de mí, y también de Ivanna. No entiendo cómo es que mi amiga permite eso, pero yo no y cuando quise separar a Amaia de Cris, él me frenó y eso me molestó.

–Déjala Axel – Me enfrentó Cris – No te das cuenta de todo el daño que ya le hiciste a la pobre, vamos Amaia.

Como se atrevía a querer pasar por encima de mí, quien se había creído que era, mi mujer se iba a quedar en el departamento, eso no entraba discusión, no se la podía llevar a ningún lado. Pero veía que la güera solo se quedaba observando lo que estaba pasando en nuestras narices.

–No irán a ningún lado, ella no se puede ir de aquí – Le ordené – Ella es mi mujer y una mujer debe estar con su hombre.

No le iba a permitir que se llevara a mi mujer a ningún lado, los dos me estaban faltando al respeto, como si yo no tuviera ninguna autoridad sobre ella, debía permanecer a mi lado para poder arreglar esto. Si se iba, no iba a volver, me dejaría para siempre y yo la amo con todas las fuerzas de mi alma, ella no me puede dejar así nada más.

–Cris, por favor llévame lejos. Tú si me entiendes, lo feo que es estar con una persona fría, por favor, ayúdame.

A pesar de que Amaia se estaba refiriendo a la güera, ella no decía nada y eso me alertó, la güera estaba a favor de Amaia, y dejaría que Cris se la llevara y yo no quería eso, necesitaba a mi mujer a mi lado.

–Sí, Amaia, ya nos vamos – Cris la tenía abrazada para llevársela – Güera, más tarde te llamo, voy con Amaia ella necesita calmarse.

Lo decía como si yo no me encontrara presente, como si fuera invisible para ellos, Cris se la llevaba delante de mí. Y ella se dejaba llevar como si yo le importara muy poco, no quería que se fuera, no iba a regresar más, estaba seguro de eso. Y el culpable de todo esto soy yo, no existe nadie más. Yo la había lastimado, no había medido mi grado de crueldad y por eso Amaia se marchaba.

–Claro Cris, llévala a caminar y a tomar algo. Ella necesita calmarse – Accedió Ivanna – Yo tengo que hablar algo aquí, con el tirano de mi amigo.

Cris se llevó a mi mujer y en ese momento, al entrar al departamento con Ivanna y quedarnos solos, me llevé ambas manos a la cara y lloré angustiado. Amo a Amaia y sé que le hice mal, pero ahora me preocupaba demasiado que Cris si se la fuera a llevar lejos y que ella no volviera a mí.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora