Capítulo 209

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Amaia y yo, estábamos pasando días muy difíciles y llenos de demasiada tensión y todo porque Cecilia, intuía ya que yo andaba con alguien más y así como yo la conocía, sabía que ella no solo lo intuía, en cierta forma ya lo sabía y estaba más que segura que yo, tenía desde hace un buen tiempo una relación estable con alguien y estaba en lo cierto. Era en lo único que estaba en lo cierto, pero ella no sabía de quién se trataba, o eso esperaba yo. No quería que Amaia fuera a correr peligro alguno.

–Axel, mi amor. Te preparé un café para que sigas trabajando a gusto – Amaia me llevó un café al estudio de nuestro departamento – Te amo, mi rey.

Eran muchas las atenciones que Amaia tenía conmigo, estaba muy tensa, no sabía cómo llevar todo esto del estrés por lo de Cecilia, la entendía y a la vez me gustaría que estuviera tranquila, Cecilia no iba a poder hacer nada en su contra, había maneras de mantenerla alejada de ella.

–Muchas gracias, cariño – La abracé y la senté en mis piernas – Yo también te amo, mi reina.

Tenemos que vencer juntos lo que nos está pasando por las presiones que está ejerciendo Cecilia al estar investigándome, quiero que Amaia deje de sentir tanta presión, por eso, somos más fuertes que Cecilia.

–Te dejo que trabajes, mi rey – Amaia bajó la mirada – Yo me voy al comedor a seguir con la tarea, no te quiero interrumpir y también tengo que terminar. Mañana tengo que entregar una guía para que me puedan asignar lo del servicio social.

Estoy seguro de que de tanto pensar en este problema que tenemos encima no puede rendir al cien por ciento en el Tec, y tengo que encontrar una solución pronta, no nos podemos decaer en nuestros deberes, debemos mantenernos firmes, es nuestro terreno y no tiene que hacernos fallar en eso.

–No te vayas, preciosa – La mantuve en mis brazos y la besé – No quiero estar, ni por un momento lejos de ti. Sé qué la hemos pasado muy difícil, pero sé que vamos a vencer esto, juntos.

Quisiera pasarle toda mi fuerza para que ella siguiera manteniéndose en pie, que esto no nos iba a derrotar, que Cecilia no iba a hacer nada en contra de nosotros, porque de todos modos vamos a seguir juntos, tengo que ser fuerte por los dos, no me podía doblegar ante las amenazas de una mujer que siempre había estado fuera de sus cabales.

–Yo quisiera ser así de positiva como tú, Axel. En verdad que eso quisiera, pero sé de sobra que la suerte desde el día que yo nací, nunca ha estado de mi lado. Me la paso estando de una desgracia en otra.

Claro que ambos debíamos ser positivos Amaia no podía seguir pensando que en su vida le iban a pasar siempre cosas malas, nuestra relación debe superar todos sus miedos y toda su negatividad y yo no iba a dejar que le pasara nada, mantendremos esta unión, aunque a muchos no les gustara.

–Ya Amaia, por favor preciosa – La abracé más y la mantuve, pegada a mi pecho – Deja de decir eso, te amo y no dejaré que te pase nada y no quiero que hagas tu tarea, ni otra cosa estando lejos de mí.

Nuestro tiempo es crucial en nuestra relación cualquier minuto que fuera posible, siempre quería estar al lado de ella, consentirla, mimarla, abrazarla, besarla y pasarle toda esa fuerza para que ella no cayera en esos pensamientos negativos, debíamos ser fuertes los dos mantenernos unidos.

–Mi amor, si estoy aquí contigo no haré la tarea – La hice reír – Además tengo todo regado en la mesa del comedor y tú tienes todo aquí, lleno de papeles, no puedes trabajar ni tú allá, ni yo aquí.

Me reí por lo que decía mi adorada Amaia, claro que yo podía arreglármelas para que funcionara para ambos, para que ella trabajara aquí o yo allá, eso era lo de menos, lo único que realmente me importaba ahora, era no dejar pasar ningún momento que pudiéramos pasar juntos, desde que vivo con ella siempre hemos pasado todo nuestro tiempo libre, metidos en nuestro nido de amor, juntos y amándonos mucho.

–Cariño, yo me llevo mi trabajo al comedor y mi delicioso café que me has traído – Le dije a mi mujercita – Así, no tienes que levantar todo lo que tienes de tu tarea y me dejas verte estudiando, sabes lo mucho que me encantas.

Necesitaba elevarle ese ánimo, que los dos estemos trabajando en lo que nos gusta, que estemos tranquilos, que no bajemos la guardia porque sus estudios y mi trabajo son importantes para nuestro desarrollo, como individuos y como pareja, consentirnos mutuamente.

–Tú me encantas a mí, Axel. Me encantas mucho – Respondió – Seremos dos los que nos vamos a deleitar la vista, a ti te gusta verme estudiando y a mí, me gusta verte trabajando.

Así me gusta verla, alegre, que estuviera despejada de cualquier problema, que fuera feliz a mi lado y yo ser feliz al lado suyo y por supuesto que yo también me deleitaba la vista al verla haciendo sus tareas y estudiar tan concentrada y lo linda que se veía haciéndolo.

–Sí preciosa, vamos.

Tomé mis cosas de mi trabajo y el café que me hizo Amaia, nos levantamos y nos fuimos al comedor para que mi mujer pudiera seguir con lo de su tarea, lo que yo menos quería era entretener a Amaia o detener lo que sea que estuviera haciendo. Ella es mi vida, es mi mundo, es la mujer que amo y lo que importa mucho para ella, para mí, importa aún más.

Ya que estuvimos instalados en el comedor, yo le devolví el favor a mi hermosa Amaia y le preparé un café y se lo llevé al comedor, pasamos unas horas, haciendo nuestros asuntos cada uno y cuando Amaia terminó, se levantó y se acercó a mí, hizo a un lado los papeles que yo tenía delante y se sentó en la mesa del comedor quedando frente a mí.

–Axel, me siento muy estresada, mi rey – Amaia, empezó a provocarme – Me preguntaba sí, no te falta mucho para que me hagas el amor.

Ella hacía que me olvidara completamente de lo que estaba haciendo con esas palabras que me acababa de decir y ni siquiera me lo había insinuado me lo estaba pidiendo directamente y yo iba a dejar de hacer cualquier cosa por complacerla.

–Déjame ver – Fingí ver mis papeles – Sí me falta algo, pero hay prioridades, preciosa y tú eres la mía.

Abracé a Amaia por la cintura y la empecé a besar tiernamente, con toda la tensión que teníamos ahora, hacíamos más el amor, más que en ningún momento de la relación y solo así podíamos bajar un poco algo de esa tensión que nos lastimaba tanto a los dos.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora