Capítulo 214

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Nos despedimos nosotros con un buen pretexto y nos fuimos de casa de Bin Laden y en lo que esperábamos que salieran de ahí Cris y Amaia, nos fuimos los dos a un bar cercano a tomar un trago, ambos lo estábamos necesitando con urgencia, las cosas se habían puesto muy tensas desde que Cris había besado a Amaia.

–Axel, creo que esto no ha salido bien – Mi amiga estaba preocupada – Ahora Alejandra, me odia más de lo que ya me odiaba y ver a Amaia con Cris, es algo que no soporto.

Para mí tampoco había sido muy agradable ver cómo su novio besaba a mi mujer, por eso tuve esa reacción tan espantosa, nada me preparó para presenciar semejante show, y me molestaba que Cris se hubiera atrevido a besar a Amaia delante de mí.

–Yo tampoco lo soporto y te agradezco sinceramente lo que haces por nosotros. Sin ti, ya todos sabrían que con quién tengo la relación es con Amaia y sabes de sobra que yo solo la quiero proteger.

Cecilia estaba muy loca y si se llegaba a enterar le podía hacer un daño muy grave, por eso estábamos evitando a toda costa que ella se enterara. Mi exmujer, tenía que quedar convencida que la güera es a la mujer que yo amo.

–Lo sé, amigo y me pregunto si estamos haciendo bien o si todo nos está saliendo mal. Mira, ahí vienen Amaia y Cris.

Ellos venían hacia nosotros, pero Amaia ya no se quiso acercar más y eso me rompió el corazón, no tenía por qué tener miedo, o eso fue lo que yo entendí al no quererse acercar más.

–Sí, ahora vuelvo güera – Me levanté de la mesa – Iré a hablar con mi mujer.

Caminé hasta encontrarme frente a frente con mi mujer, ella venía conteniendo el llanto y sabía de sobra el motivo. Amaia siempre ha sido muy insegura de ella misma. Ella duda que yo la ame de verdad y con esto que ha visto de los besos que nos dimos Ivanna y yo, sabía que su inseguridad había regresado y que lo había hecho con todo.

–Amaia, mi amor – La abracé – Cariño, perdóname por lo de hace un rato. Tenemos que estar bien, no nos dejaremos arrastrar por la tormenta, yo necesito que tú estés bien a mi lado.

Sabía que todo esto le había afectado, en primera no debimos besarnos de esa forma la güera y yo, pero es que no íbamos a tener otra oportunidad para que Ale se quedara tranquila, por lo menos por esa parte creo que salió bien, Ale había creído en que la güera y yo éramos amantes.

–Lo quisiera estar, en serio Axel – Dijo ella – Pero, me duele ver cómo has besado a la güera y hasta llego a pensar que te hubiera ido mejor con ella, que conmigo y me dolió ver, lo real que se vio eso y después como me trataste. Nunca me habías hecho el amor así, si es que se le puede llamar por ese nombre a lo que me hiciste.

–Lo siento cariño, pero yo tampoco soporté que Cris te besara del modo en que lo hizo – Admití – Me hizo mucho daño y llegué a pensar lo mismo que has pensado tú, que a ti te interesa más que como amigo, no es justificación cómo te traté después, pero fue la forma en que quise que supieras que nadie más te puede besar.

–Axel, no digas eso ni de broma. Tú eres el hombre al que amo y por él que estoy aguantando todo esto, solo para que la loca de Cecilia no te dañe. Si te hace un daño, yo me moriría.

–Igual yo, cariño – La abracé tiernamente y al hacerlo, lloré con ella – Te amo, Amaia y si tuvimos que hacer todo esto es para que nadie sepa lo nuestro. Eres la mujer de mi vida y no dejaré que nadie te haga un daño.

–Yo tampoco quiero que nadie te dañe a ti – Admitió – Te amo mucho, Axel y no quiero que nada nos separe.

Después de consolar a Amaia, no pasó mucho tiempo para que nos despidiéramos todos y cada quien se fuera a sus respectivos hogares y yo quería llegar al departamento para poder poner todo en claro.

–Nos vemos, muchas gracias por todo lo que están haciendo por nosotros, estamos en deuda con ustedes.

–No te preocupes amigo, todo sea por el bien de ustedes dos, así tanto Cecilia como Ale, se van a tener que conformar con lo que ya saben muchas personas.

Amaia y yo, nos fuimos a nuestro departamento y al entrar, sin decir palabra, nos fuimos a la recámara. Ella se empezó a quitar la ropa frente de a mí, de un modo atrevido y sexy, algo que desde que empezamos nuestra relación jamás había pasado, ella se veía preciosa con un coordinado de lencería de encaje de color azul y obviamente, me despertó las ganas de volver a tomarla, no como lo hice hace un rato que ni vi lo que traía puesto, de un modo romántico.

–Quiero que sepas, que te amo mucho, que lo que hice hace rato no se volverá a repetir.

No iba a dejar de mimarla, tenía que enmendar ese error que había cometido, por más que me gustaría justificar mi comportamiento, no había sido el modo más óptimo de canalizar mis celos.

–Olvidemos eso Axel, solo quiero que me hagas el amor como tú sabes hacerlo.

La recosté en la cama con delicadeza y con solo sus zapatillas y su lencería puesta, me posé encima de ella y la besé tiernamente y después, yo me desnudé por completo y me coloqué un preservativo, para posteriormente quitarle a Amaia su lencería y proceder a hacerla mía.

Me introduje en ella con toda la ternura que sé que a ella le gusta, me tomé mi tiempo en que ella sintiera todo el amor en este acto, la tomé del rostro y la besé con mucha ternura, quería que ella borrara de su mente esa fea escena, y nos movimos al compás de esa linda melodía que entonaban nuestros cuerpos, sentí como sus piernas se tensaban a mi alrededor como señal de que estaba alcanzando el éxtasis.

En su primer orgasmo dejé que ella vibrara, porque ese apenas era el comienzo, mis embestidas fueron creciendo un poco, pero manteniendo en contacto de nuestros cuerpos, deseaba que ella gozara de toda la pasión que tenía guardada en mi cuerpo para ella, para nadie más. Cuando sentí que ya no podía más y ella estaba alcanzando otro orgasmo, aproveché y la tomé de la cadera y llegamos los dos juntos al paraíso.

Ahora no la amé con pasión, la amé con ternura, con amor y con todo lo que ella representaba para mí. Después de hacerle el amor, nos quedamos abrazados en nuestra recámara hasta que el sueño nos venció a los dos.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora