Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
Todas mis defensas cayeron al suelo cuando Axel me besó como solo él sabía hacerlo, quise luchar con él y decirle que me soltara. Quise revelarme ante su solo contacto, pero algo en mí no pudo hacerlo y tampoco quiso hacerlo. Era difícil de explicar todo aquello, me sentía demasiado mal y muy herida todavía, por lo que Axel acababa de hacerme. De todos modos, al perderme con él en el beso sentí realmente que sí me ama, a pesar de que ha cometido varios errores conmigo.
–Amaia, lo siento mucho cariño – Me dijo con ternura y llorando – Te suplico por favor, que me perdones. Yo te necesito y mucho, eres la mujer de mi vida y con la que quisiera estar siempre.
Yo también lo pienso así, pero parece que está haciendo todo lo posible para que yo me vaya de su lado, el daño ya está hecho aunque lo ame. No deseo vivir con el miedo de que lo vuelva a hacer, porque yo definitivamente no voy a cambiar mi forma de ver este asunto con Cecilia. Si por mí fuera esa mujer ya no existiría.
–Axel, yo te puedo perdonar, pero aquí lo malo es que te tengo miedo – Seguí llorando – Miedo a que seas capaz de lastimarme de una forma muy vil y muy ruin como lo acabas de hacer.
No iba a soportar que me volviera a tratar de esa manera, yo no me merecía por nada del mundo lo que me había hecho. Lo amo con todas las fuerzas de mi alma, pero ha estado muy mal su actuar. No es como si yo hubiera cometido un crimen al decir lo que dije de Cecilia. Mucha gente piensa así de ella y de seguro ha deseado todo lo mal que le pueda pasar.
–Perdóname, no me cansaré de rogarte porque lo hagas. Te amo, Amaia. Eres la mujer de mi vida y si algo no quiero es perderte, dame por favor una última oportunidad o ¿No lo vale nuestro amor?
–Claro que sí, mi amor.
Lo abracé con mucha ternura y nos quedamos, así como estábamos. Yo me relajé en la paz de sus brazos y él seguía llorando porque sus lágrimas mojaban mi cabello y yo también lloraba. Lo bueno es que ya nos habíamos reconciliado y ahora todo debía estar bien, yo no quería perderlo tampoco. Lo amaba demasiado y no lo dejaría ir por nada del mundo, teníamos que superar esto que pasó de la forma que fuera.
–Gracias, por perdonarme, cariño – Axel me separó del abrazo – Te amo, eso no quiero que lo dudes nunca. Que eres la mujer de mi vida.
No voy a negar que él sigue siendo el hombre de mi vida, pero ya no iba a ser lo mismo, tenemos que dejar en claro lo de su forma de reaccionar sobre lo que dijimos la güera y yo, y pues estamos en todo nuestro derecho de opinar.
–Yo también te amo, Axel. Eres lo que más he amado en mi vida – Le dije muy segura – Por favor, te pido que no vuelvas a ser nunca así conmigo.
Mi corazón se rompería en mil pedazos si lo volviera a hacer, no soporto el dolor y menos si me lo provoca una persona que dice amarme, pues yo no soy ninguna masoquista que voy a gozar que me cause dolor.
–Te lo juro, mi reina.
Las palabras de Axel estaban cargadas de arrepentimiento, lo podía sentir y ver en sus ojos. No teníamos por qué estar en esta situación si se hubiera comportado de forma racional, estuviéramos felices de que por fin íbamos a acabar en el juzgado con la loca de Cecilia, es lo que deberíamos estar haciendo.
–Está bien Axel, no me debes fallar nunca más.
–Cariño, ¿Cómo te sientes? – Me preguntó Axel muy preocupado – Te amo, preciosa y necesito saberlo. Te desmayaste y nos diste un buen susto, afuera están la güera y Cris.
–Me siento mejor, mi amor. Gracias, solo que no te miento, siento mucho sueño.
Me sentía mucho mejor, pero con un cansancio muy fuerte, y con mucho sueño, necesitaba acostarme, aunque fuera por unos minutos, mi cuerpo se siente agotado y me pide a gritos un descanso.
–Te amo, cariño – Axel me recorría mis mejillas con sus dedos para secar mis lágrimas – Te recostaré en la cama y voy a decirles que si quieren pueden irse a hacer sus cosas.
–No Axel, eso será de mala educación mi rey, pero no me quiero levantar de la cama. Mejor pidan algo de cenar y hacemos la cena, aquí en la recámara.
No podía dejar que Axel hiciera eso con nuestros amigos, yo sé que ellos lo pueden entender, pero no es justo que los corra así de ese modo, si deben estar preocupados por lo que me ha pasado. Además, ya es hora de la cena y debemos invitarlos a que se queden a cenar con nosotros.
–Está bien, preciosa. Así lo haremos. Todo será de la forma que quieras, Amaia. Yo no te dejaré sola y se hará lo que tú me pidas, hoy y siempre.
–Gracias, mi amor. No esperaba menos de ti.
Axel salió de nuestra recámara en busca de Cris y de la güera, ellos estaban en la sala tal y como lo dijo Axel y él me dio muchos besos tiernos, antes de salir con la güera y con Cris. Yo me quedé con los ojos cerrados y soñando con mi Axel, aun sin estar dormida y después de un rato, él entró y se recostó a mi lado para tomarme en sus brazos como siempre que estábamos en esa situación amorosa.
–Amaia, cariño. Te amo con todo mi corazón – Me dijo mi Axel – La güera y Cris, van a pedir de cenar y, ya que llegue la cena, entran aquí para que cenemos todos.
Sé que me va a empezar a consentir como recompensa de lo que me había hecho, solo quiero que no se vuelva a comportar de esa manera tan fría como lo había hecho, yo lo amo de verdad y no quiero que lo nuestro acabe nunca, tampoco soportaría estar separada de él.
–Gracias, mi amor. Vamos a ver una película, todos, claro, si ellos se quieren quedar después de la cena.
Nuestros amigos también deberían descansar, han trabajado demasiado con lo del caso del divorcio de Axel. Se merecen una buena cena y un buen rato de entretenimiento. No todo en esta vida tiene que ser puro trabajo.
–Te amo, Amaia hermosa. Eres la mujer de mi vida – Me dijo tiernamente Axel – Eres lo mejor que me ha pasado y sí, ellos también se quieren quedar un rato más. Así nos podremos relajar todos juntos.
–Me parece excelente, mi rey. Te amo, Axel ya no sé vivir sin ti.
–Yo nunca lo he sabido, lo supe desde la primera vez que me puse celoso, al verte con David.
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El socio de mi padre Cap 199 en adelante
Romantikcontinuación del socio de mi padre a partir del capitulo 199 hasta llegar al fin