Capítulo 318

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Amaia estaba fuera de ella misma y a mí se me estaban acabando las ideas para impedir que esto se volviera en un campo de batalla. Lo que menos quería era pasar el tiempo que le quedaba a Amaia a mi lado peleando con ella, quería pasar los mejores días de nuestras vidas, pero con ella era difícil que entendiera ciertas cosas y por eso no le podía decir para nada lo de Cecilia. Ella iba a decir lo que una vez dijo con Ivanna sobre eliminar a Cecilia y las cosas, así no se pueden resolver.

Quiero evitar a toda costa que ellas se metan en problemas, no podían estar pensando en que el camino más fácil era que Cecilia dejara de existir y que ellas mismas iban a encargarse de que eso sucediera. No podía permitir que cometiera algo así. Por eso no le contaba en realidad que era lo que en verdad sucedía.

–Amaia, por favor te pido que te calmes y que pienses las cosas – La besé tiernamente – Si yo ya no quisiera nada contigo, como aseguras tú, no estaríamos ahora mismo en esta discusión.

Ya no sabía cómo hacerle ver que mi amor por ella no había disminuido y nunca va a disminuir, al contrario, con el paso de los años ha ido creciendo cada vez más. Nunca la voy a dejar de amar, eso ya debe de saberlo.

–Axel, es que es lo que me haces pensar. Tú no fuiste un santo y los dos sabemos eso, sabemos también que apenas te vean libre las mujeres, ellas te van a perseguir y tú vas a caer, porque los hombres son así.

Soy un hombre fiel al gran amor que nos une, ninguna de esas mujeres tiene cabida en mi vida y nadie nos va a separar. Es solo que Cecilia debe creer que entre Amaia y yo ya no existe nada, para que no le haga daño.

–No voy a caer, Amaia y yo te suplico que confíes en mí – Le rogué – Yo haré mi vida normal y estaremos en contacto y cuando menos lo esperes ya estaremos juntos los dos.

–No, eso no será – Dijo ella muy segura – Si lo que quieres es que nos demos un tiempo, será un tiempo en toda regla. Yo estoy cumpliendo con lo que me pides de irme a Mexicali y espero que tú cumplas con lo que te pido yo.

No tengo que prometerle nada, pues estoy muy seguro de lo que siento por ella y ninguna otra mujer está en mi mente y en mi corazón. He puesto todo mi empeño en que este alejamiento sirva para que nuestro futuro sea mucho mejor que lo que hemos vivido, más es necesario que ella se vaya a vivir a Mexicali, es más sano para los dos.

–Dime, cariño. Te prometo que sea lo que sea, lo voy a cumplir – Respondí con seguridad – Si tú estás haciendo un gran sacrificio por nosotros, no veo porque no lo puedo hacer yo también.

Cumplo con todo lo que ella me pida, siempre estoy dispuesto a sus pies, ella tiene todo de mí, la amo y haré lo que me pida. Todo sea con tal de que esté bien. Yo voy a estar al pendiente de todo, aunque me quede en León.

–Bien, Axel. Yo lo que quiero es que me dejes ir, pero no quiero que tengamos contacto – Dijo llorando desconsolada – Será una separación y si la vida y el destino nos quiere juntar, que así sea, si no es que no estábamos hechos para estar juntos.

Mis lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas, haría su voluntad y mantendré mi promesa de no estar con nadie más en el tiempo que estemos separados. No veo la necesidad de buscar a nadie más si ella es la que ocupa todo mis pensamientos y mis sentimientos.

–Está bien, Amaia – Dije sin poder contener el llanto – Será así tal y como me lo estás pidiendo y no tengo nada que objetar. Tú mereces todo lo que me pidas, eres la mujer de mi vida, pero de mi parte, te prometo que no estaré con ninguna otra mujer.

–No prometas nada, yo tampoco puedo prometer eso.

Después de solucionar las cosas de esa dolorosa manera con Amaia, me sentía más mal que nunca en mi vida. Me quedé abrazándola y pensando que quizás debía decirle la verdad, pero me desanimaba a mí mismo en ese momento porque sabía que ella no era capaz de entender dicha verdad y no quería que la mujer que amo se manchara las manos, al aliarse con la güera y arrebatarle la vida a Cecilia, porque sé que eso haría y es lo que menos quería. Así que dejé así las cosas y seguimos con nuestras vidas, hasta que un día antes que ella se fuera, la vi hacer su maleta y me acerqué a ella con ternura.

–Serás la mujer más guapa y hermosa de Mexicali – La abracé por la espalda – Te espera una vida y una experiencia profesional, maravillosa, cariño.

–Gracias, Axel. Sabes que esa vida, que esa experiencia yo no la quiero. Sabes que yo quisiera quedarme aquí contigo, que es donde está mi felicidad – Ella lloraba igual que yo – Pero, no te preocupes que no soy una cobarde y no me voy a echar atrás.

La quiero fuerte, aunque sea yo el que me esté rompiendo por dentro, porque a pesar de ser yo el que quiere poner tierra de por medio, soy el que lleva las de perder. Amaia es demasiado hermosa y todos los hombres van a querer tener algo con ella al verla tan linda y sola.

–Sé que no lo harás. Amaia, te has convertido en una mujer fascinante y lo único que espero es que no te enamores de nadie más – Dije mi pensar en voz alta – Pero, si lo haces, espero que el hombre que se gane tu corazón lo sepa cuidar y valorar y siempre, pase lo que pase yo estaré a tu lado.

No me quiero imaginar que ella se olvidara de mí, que me cambiara por alguien más, solo de pensarlo se me rompe el alma en mil pedazos, Amaia es y será la única mujer que habite mi corazón, hoy, mañana y siempre.

–No digas eso, Axel. Sé casi con seguridad que mañana que yo me vaya, me iré para no volver y sé también con toda seguridad que, al irme, habrá muerto lo nuestro.

El resentimiento que lleva encima es el que la hace pensar de esa forma, nosotros nos amamos por lo que lo nuestro jamás se va a terminar, seguiremos juntos por el resto que nos queda de vida, por mi parte así será, no la voy a olvidar nunca, porque mi amor es infinito.

–Te demostraré todo lo contrario, Amaia. Ya verás que cuando menos esperes, la vida nos volverá a juntar.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora