Capítulo 207

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Axel y yo sabíamos desde que regresamos a León que habíamos vuelto al ojo del huracán y a terrenos demasiado peligrosos. Me sentía muy preocupada de pensar que lo nuestro podía peligrar y también me sentía demasiado triste porque no me dieron la visa y causa de eso teníamos que seguir Axel y yo, aquí en León, no nos quedaba otra. Un día que salí del Tec, lo alcancé en el despacho y escuché que él discutía con mi hermana, estando afuera de la oficina de él, cuando fui sorprendida por Bin Laden.

–Amaia, creo que no está bien que estés escuchando así las conversaciones – Me dijo Bin Laden – Mejor vamos, acompáñame a mi oficina. Axel, está hablando con Ale.

Esa no había sido mi intención, simplemente había llegado en el momento menos oportuno encontrándome con esta discusión, no me lo decía, pero yo por supuesto que me quería enterar qué era lo que tanto le estaba reclamando mi hermana a Axel, ella no quería quitar el dedo del renglón.

–Bin Laden, me vas a matar de un susto – Dije preocupada – Pero, está bien, vayamos a tu oficina.

No me quedó de otra, al saberme descubierta mejor me fui con Bin Laden a su oficina y de paso, me enteraba si él sabía algo o si estaba enterado de los movimientos de la loca de Cecilia, valía más estar bien informada y por varios medios porque no quería que mi vida, ni la de mi Axel fueran a peligrar por nada del mundo.

–Amaia, espero tú si me quieras contar como te fue de vacaciones con tu Axel – Bin Laden era muy chismoso – Ya que mi amigo, no me ha querido contar nada y se ve que llegaron bien felices.

Los mejores días que hemos pasado desde hace mucho tiempo, porque no estaba nadie a nuestro alrededor molestando, solo nuestros amigos, pero lamentablemente las cosas buenas siempre se tienen que terminar y eso es lo que nos está tocando vivir ahora aquí en León. Habiendo regresado a la realidad.

–Nos fue de maravilla y muchas gracias, lo malo es esto regresar a la realidad – Dije con pesar – A una realidad en la que Ale está enojada con Axel y ya está comenzando a pensar cosas, sobre él, sobre mí y sobre nosotros.

Mi hermana aun sabiendo que Axel nunca le ha dado un motivo para que ella piense que a él le gusta, reclama como si fuera novia, esposa o amante de Axel, eso no le queda bien a mi hermana no tiene por qué hacer ese tipo de reclamos, ni siquiera a Cecilia le quedan, ninguna de las dos tiene que ver nada con el hombre de mi vida.

–Sí, está empezando a pensar cosas, pero tú debes estar tranquila Amaia – Dijo Bin Laden – Axel, sabe cómo salir de todas estas situaciones y ahora, más que nunca, va a necesitar de esa suerte que siempre lo acompaña.

No entendía las palabras de Bin Laden, cómo que ahora Axel iba a necesitar de la suerte que siempre lo acompaña, algo malo está sucediendo y si no me lo explica no lo voy a entender, eso me suena muy peligroso.

–Dime, ¿A qué te refieres con eso? – Pregunté preocupada – Con que ahora más que nunca necesitará de esa suerte, dime por favor Bin Laden.

No podía simplemente soltar esa bomba y quedarse como si nada, si algo sabía tenía que decirlo por lo menos para estar preparados con algo, Cecilia es demasiado fantasiosa y de seguro se está inventando todo eso, no debe tener ningunas pruebas.

–Pues su esposa anda investigándolo, aquí se ha cansado de venir a hostigarlo y anda necia que sí Ale y él, que sí la güera y él y me temo que, si llega al fondo de la situación en la que Axel, no anda ni con una ni con otra, vaya a descubrir la verdad sobre ustedes.

Ella no tiene la forma de cómo descubrir nada, nosotros nos hemos estado cuidando desde hace tiempo, ella nada más habla por querer sacar algo, pues no está segura ni con quién anda Axel que anda inventando todo eso de la güera y también de mi hermana.

–Mientras ella no tenga pruebas, me temo que estamos a salvo – Dije relajada – Yo no puedo estar preocupándome por algo que todavía no pasa y que no debe pasar. No quiero que nada malo pase con Axel y yo no dejaré que le pase nada.

La preocupación estaba hablando por mí y a lo mejor ese era mi error, el ser siempre bien negativa, pero ahora en esta ocasión nada se podía hacer al respecto. Bin Laden, me estaba contando una verdad que, aunque me dolía mucho, era una verdad al fin y al cabo y amenazaba con joderlo todo.

Eso no me gustaba para nada, estaba demasiado preocupada por todo lo que estaba pasando y así me tocara enfrentar a esa mujer, yo no dejaría que ella le hiciera daño a Axel, al hombre al que amo. No lo iba a permitir, Cecilia ya debía dejarlo en paz, para qué rogaba si él no iba a regresar con ella.

–Amaia, cariño – Axel irrumpió en la oficina de Bin Laden – No tenía idea que ya estabas aquí, pensé que no habías salido aún de la escuela.

Pues yo no le había avisado que ya había salido porque le quería dar una sorpresa al llegar a su despacho, pero la sorpresa me la había llevado yo, al escucharlo discutir con mi hermana de esa forma.

–Sí, ya salió hace un buen rato – Dijo Bin Laden – Ella estaba escuchándote discutir con Ale fuera de tu oficina y me la traje, para ya sabes, no despertar sospechas.

Ahora los dos estaban actuando de una manera muy sospechosa, no sé qué hubiera pasado si yo hubiera seguido escuchando lo que estaba pasando en la oficina de Axel, por lo que discutía con Ale y ahora sale Bin Laden con que por eso me había traído a su oficina.

–Gracias, amigo – Dijo Axel – Amaia, cariño ¿Nos vemos en el depa?

Casi siempre nos íbamos juntos, pero me sospechaba que ahora por toda esta cuestión con Cecilia, no podíamos salir juntos del despacho, muy bien me iré al departamento y allá lo iba a esperar.

–Sí, mi rey, allá te veo y por favor no te tardes. Nos vemos Bin Laden.

Ya no me quería separar de mi Axel, no sé por qué tenía un mal presentimiento de que las cosas se iban a empeorar, que a partir de esa discusión que había tenido con mi hermana algo muy malo iba a suceder, Ale no se cansaba de estar arrastrándose por el suelo suplicando un amor que nunca iba a recibir.

–Nos vemos Amaia, vete con cuidado.

Axel me acompañó a la salida del despacho y noté que estaba muy raro, porque no me dio esta vez, ni un abrazo, ni un beso, ni una caricia, ni una nada.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora