Capítulo 305

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Me encantaba darle este tipo de sorpresas maravillosas a Amaia y sabía que ella lo iba a disfrutar tanto como yo. Ella se puso uno de los trajes de baño que le compré y se vería preciosa con ese bikini rojo que hacía que me volviera loco y que no tuviera ganas de soltarla para nada. Ella me miraba emocionada como si a ella también le diera mucho gusto el estarme viendo a mí con mi traje de baño y en cuanto se acercó a mí y la tuve en mis brazos supe que era así.

–Axel, mi amor te ves guapísimo – Dijo Amaia – Eres el hombre más guapo del mundo y por eso yo te amo.

–Yo te amo a ti también, preciosa Amaia – La envolví en mis brazos más y más – Pero, creo que ya debemos irnos a recorrer el lugar antes que no hagamos nada más.

Para aprovechar de todo el lugar, ya después tendremos tiempo para nosotros dos, quiero que disfrute del momento, que se relaje, que ya nos quitemos este peso de encima, el que nos ha venido molestando desde que dio inicio el juicio.

–Sí, amor, aunque la segunda idea me agrada más, la de no hacer nada más – Admitió – Quiero tenerte todo el tiempo aquí para mí.

–Ya lo tendremos por la noche, preciosa. Tenemos que despejarnos y hacer cosas que normalmente no hacemos, mi querida Amaia.

A eso me refería, antes nos quedamos todo el tiempo encerrados, nos habíamos estado escondiendo sin siquiera haberlo planeado, pero eso tenía solución, ahora que estaba a punto de ser un hombre libre, nada nos va a importar y que diga lo que quiera decir la gente.

–Sí, amor vamos. Pero antes, dame uno de tus mejores besos.

–Te doy los que quieras, cariño.

Abracé y besé a Amaia con mucha ternura y amor y ambos nos separamos en el momento en que nuestros cuerpos, hicieron chispas porque los dos sabíamos que cuando eso pasaba, nos era muy difícil separarnos y era mejor ya irnos de una buena vez a lo que habíamos venido a este lugar, a disfrutar de algo diferente y especial. Amaia y yo caminamos hasta el lugar y nos sorprendimos al ver que en ese momento el lugar parecía ser solo para nosotros, eso nos agradó demasiado y no dudamos en tomarnos de la mano y meternos a las aguas termales, era el clima ideal estaba frío afuera y estar ahí dentro nos caía como anillo al dedo.

–Amaia, te amo cariño y hasta el clima está de nuestro lado – Le dije sonriéndole – No ha salido el sol, mi reina, y no se le ve que vaya a salir.

Sé perfectamente lo que va a decir y me alegra que se vaya a divertir sin tener que estar ocultándose del sol, sé que le hace daño y ahora está perfecto para los dos, así no se va a preocupar por nada.

–Por mí que no salga nunca más – Dijo ella riéndose – Ya sabes que lo odio Axel y así, en este clima delicioso, me gusta estar contigo.

Me hacía feliz el que ella estuviera de buen humor, porque si hubiera estado soleado, nos estuviéramos perdiendo de este día tan maravilloso para los dos, la consentiré por siempre, ella se merece que todo esté a su favor, como ahora con el clima. Ya que le hace daño exponerse al sol.

–A mí también contigo, esto es el lugar y el clima ideal para poderte adorar, amar y disfrutar.

No me voy a cansar de decírselo, ni de gritarlo a los cuatro vientos, ella es mi adoración, estoy totalmente enamorado de esta preciosa mujer, de mi mujer. Amaia vino a cambiar todo en mí, para bien, porque con su amor he descubierto que solo con ella soy feliz. Me ha dado su amor sin pretender recibir nada a cambio.

–Sí, mi Axel.

Amaia, me abrazó y yo la atraje hacia mí y nos empezamos a besar con locura, aprovechando que casi y solamente estábamos, nosotros dos en las aguas termales, el deseo no se hizo esperar y al estar rodeando la cintura de Amaia con mis manos, me empecé a volver loco, pero loco por ella. Ella me besaba con dulzura, con ternura, con inocencia y eso me desenfrenaba todos mis instintos, tanto que no me di cuenta cuando la empecé a besar más intensamente y mi boca empezó a devorar la suya haciendo que ella se estremeciera y que jadeara entre beso y beso y después, no me medí y le desabroché la parte de arriba de su traje de baño y fue cuando ella se apartó de mí, muerta de risa.

–Axel, creo que estamos perdiendo noción de donde estamos – Me recordó – Por favor, amárrame el traje de baño. Estamos en un lugar público.

Me había dejado llevar por el momento, pero ella hace que cometa locuras, porque quiero todo de mi preciosa Amaia en todos los lugares, esta hermosa mujer hace que pierda la noción del tiempo y que se me olvide en qué mundo estoy viviendo. Es como si solo existimos ella y yo.

–Lo siento hermosa, es que me descolocas – Admití desesperado – Eres tan hermosa que ya estábamos por cometer una locura.

Ella es una coqueta y no se da cuenta, me atrae totalmente a su lado sin que se lo proponga. Es tan bella y sin igual, no la cambiaría por nada, la amo y será una dicha para ambos cuando me divorcie por fin de Cecilia. Será un regalo para los dos, Amaia no se merece que yo esté atado a esa mujer, porque ese papel no debió de existir nunca.

–Sí, mi amor, pero no podemos ahora y estas aguas están deliciosas – Amaia empezó a lanzarme agua – Además me gusta que no están hondas y si puedo pisar aquí dentro.

Se estaba aprovechando de la situación y que no creyera que eso se iba a quedar así, me había empezado a mojar y ahora era mi turno de hacerla pagar, miré sus ojos y supo que había llegado su hora, pues me puse en modo de persecución y ella lo notó de inmediato, se fue hacia otro lado disimuladamente.

–Ahora verás, cariño. Yo también te voy a mojar, tal y como lo estás haciendo tú. Sí, te llevas, te aguantas.

Amaia se alejó un poco de mí en las aguas termales y se fue a meter a una parte en la que estaba impresionante el agua cayendo sobre nosotros, entonces la alcancé y la envolví en mis brazos para poseerla con mis besos y llenarla de amor y pasión.

Ella no sabe lo feliz que me hace verla así de libre, sin que nada la perturbe, ella a su vez es mi paz, me complemento al estar a su lado, la mujer que no pensé que un día me iba a hacer olvidar al resto de las mujeres. Ella es mi magia.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora