Capítulo 246

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Ella iba a salir ganando en cualquiera de los acuerdos que yo le había sugerido, se quedaría con la mayor parte sin haber movido un solo dedo en todo lo que había durado ese horrendo matrimonio. Pero es demasiado ambiciosa y la mueve también su sed de venganza.

–Debería tomar algún acuerdo – Dijo Cris – Creo que Ivanna y yo, tenemos que irnos a dormir y a arreglar esto. Podemos preparar algo para presentarle a Cecilia y con suerte y mañana amanece de buenas y acepta algún tipo de trato.

Ellos podían hacer cualquier acuerdo, no me iba a oponer, pues esa sugerencia nos podría caer bien, esperaba que con eso Cecilia recapacitara, aunque lo viera demasiado improbable. Esa mujer no se va a quedar tranquila hasta verme sin un centavo partido por la mitad.

–No lo creo, chicos – Dije molesto – Ella quiere verme acabado y no va a descansar hasta que lo logre. De todos modos, qué bueno que piensen llevar algo preparado por si algo nos hace el milagro.

Algo bueno tenía que ocurrir, yo les pedía mucho a todos los santos que, si Cecilia había solicitado que fuéramos a la junta de avenencia, era porque ella quería a lo mejor pedirme más dinero y era lo que pedía yo que así fuera. Estaba pensando en todo eso cuando tocaron la puerta del departamento y de inmediato me puse de pie para abrir.

–Hola, Axel – Era Ale y se abalanzó a mi cuello – Necesitaba verte, saber que estás bien, sentir tu piel y perderme en el aroma delicioso de tu perfume.

Definitivamente, Ale estaba cada vez peor, como si de verdad nosotros hubiéramos tenido algo que ver, como si en realidad fuéramos pareja. Necesitaba con urgencia que alguien la ayudara profesionalmente. Necesitaba con urgencia que la medicaran.

–Hola, Ale – La quité de encima de mí – Lo siento, pero tu presencia aquí es inapropiada. Además, no te he invitado a que vinieras.

Me iba a disculpar, pero ella no es bienvenida al departamento, con lo que había dicho era un motivo para que yo la corriera en este mismo instante. Pero al parecer eso no le importó, quería entrar al departamento, no iba a ser grosero al sacarla, pero aquí no la quería, Amaia y yo estábamos muy bien como para que ella viniera a armar su show.

–Vine a conocer el que sería nuestro nido de amor, en caso de que no hubieras decidido por la mujer equivocada, claro está. Qué lugar tan hermoso – Exclamó Ale – Claro que me veo viviendo aquí, definitivamente. Vamos, Axel recapacita y deja a la zorra de mi hermana y elígeme a mí, quédate a mi lado.

Cada vez que abría su boca lo empeoraba más, por nada del mundo hubiera podido tener algo con ella. Jamás se me hubiera pasado por la cabeza. La respeté todo el tiempo, ella es la que se ha hecho toda esa basura en su cabeza, debería llamar a Mauricio para que se hiciera cargo de la loca de su hija.

–Alejandra, parece que no te cansas de humillarte solita – Ivanna salió al escuchar a Ale – Debes irte, ya te lo digo yo. Axel tiene mucha educación para correrte y yo no la tengo, así que te me largas de aquí, no eres bienvenida.

No quería ningún problema, pero Ale se había venido a meter donde no la llamaban, la güera tenía razón, aquí nadie la quería. Me iba a causar un gran problema con Amaia, Ale no debería estar aquí.

–No me digas, güera oxigenada – Ale la insultó – Tú, como eres otra zorra, no te cuesta nada apoyar a la puta de Amaia. Definitivamente que son tal para cual, por eso se llevan bien.

–Ale, vete por favor – Le pedí – No tienes nada que hacer aquí y sé que me debiste seguir hasta acá, no eres bienvenida. Vete por favor.

Ale se descontroló y se metió al departamento, apenas entró y se le dejó ir encima a Amaia y mi hermosa mujer no hacía nada. No se defendía, Cris y yo retiramos a Alejandra de encima de Amaia. Ivanna y Cris, se salieron del departamento junto con Ale, dejándome solo con mi hermosa mujer.

Amaia estaba llorando y no era para menos, ella no se quiso defender de Ale porque conociéndola ella se sentía culpable de haber lastimado los sentimientos de Ale. Algo que no tenía por qué ser así de ninguna manera. Amaia es la mujer que quiero y aunque no le parezca a Alejandra, a Cecilia y a ninguna de las mujeres que tuve alguna vez en la cama, es así.

Mi corazón solo es de mi reina. La senté en mis piernas y la consolaba. No debería sentirse mal. Ella no le ha hecho nada a nadie, ni siquiera a Cecilia, yo fui el que tomó la decisión de dejarla, porque ya no había necesidad de seguir en ese falso matrimonio.

–Amaia, cariño. Siento mucho como acabó todo entre Ale y tú, pero no es para nada tu culpa y quiero que eso lo tengas súper claro.

No debía sentirse así, toda la culpa es de Ale, no ha podido comprender que entre ella y yo no puede haber nada, no le da pena estar rogándome cuando le he dicho mil veces que a la única mujer que amo y con la que quiero estar lo que me queda de vida, es Amaia.

–Sí, Axel, eso lo sé. De todos modos, siento que yo dañé a Ale y me duele que ella no quiera arreglar las cosas conmigo y que solo piense en hacerme daño.

–No preciosa, tranquila – La consentía con besos y secaba sus lágrimas – Ale está acostumbrada a hacer lo que quiere, pero con todo y eso ella no puede hacer ni lograr que yo la quiera.

Ale podía hacer, circo, maroma y teatro, pero no me iba a hacer cambiar de opinión, no dejaría a su hermana por nada del mundo, es mi mujer, la amo y no la cambiaría por nadie.

–Eso lo sé, Axel. No puede hacerte que la quieras, pero me duele que yo he perdido mi relación con ella y con mis sobrinas.

Cuando Ale comprendiera que su vida nada tenía que ver con la mía, se iba a acabar esa obsesión que ella tenía hacia mí. Si era necesario que buscara terapia, ayuda profesional se lo tenían que recomendar, no podía ir por la vida detrás de algo que no era para ella.

–Cariño, todo pasará. Tienes que confiar en mí y no dejes que nada rompa nuestra calma, estamos juntos y es lo único que nos tiene que importar ahora. Nos amamos y nadie nos podrá vencer.

–Sí, mi amor. Espero que Ale entienda que lo que ella siente hacia ti es algo obsesivo porque tú no la quieres y nunca la querrás.

–Así es, preciosa. Yo solo te amo a ti, Amaia, eres la única mujer a la que le he entregado el corazón.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora