Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Nos regalamos varios besos muy tiernos y dulces y después, tomé la mano de mi mujer y entramos tomados así de la mano a la firma, ante las miradas de clientes, de colegas y de quién Amaia se quería esconder, de Ale quién nos miró con ojos de odio y no tardó nada en escupir ese veneno que amenazaba desesperadamente con matarla.
–Estoy de suerte hoy, pero si estoy viendo a la pareja del momento – Dijo Ale con sarcasmo – El abogado infiel y su amante.
No le teníamos que prestar atención a lo que dijera Alejandra, me parecía una total inmadurez de su parte, ya que no se había dado por vencida a pesar de que ya llevábamos bastante tiempo con esto, de que quería algo conmigo y yo la rechazaba.
–Buenas tardes, Alejandra, permiso – Dije ignorándola y sin soltar a Amaia – No venimos en plan de pelear, venimos a ver a Mauricio.
–Al licenciado Domínguez – Me corrigió – Te recuerdo, que tú ya no eres nada y ya no eres nadie en esta firma, ni en ningún lado y tú Amaia, no llores que no lloraste cuando te metiste con Axel, cuando me arrebataste su amor y cuando te revolcaste con él siendo casado.
Ya por más que tratara de razonar con Ale, ella no tenía ni la más mínima idea de lo que eso me provocaba, estaba harto de sus ridiculeces, ella nada tenía que ver conmigo, yo no le debía nada a ella ni a nadie más, solo a mi mujer a la que llevaba de la mano, es a la única.
–Ya basta, Alejandra – Le puse un alto – No te permito, que te dirijas así con la mujer que amo, sé que estás enojada y ya me lo has dejado claro, pero a ella la respetas porque la respetas, he dicho, nunca me has gustado como mujer.
Si tenía que herirla lo haría, me valía así como a ella le valía estar insultando a su hermana, pues ella había sido elegida por mí, era mi gusta estar con Amaia y no con ella, Ale le estaba haciendo daño a mi mujer, no tenía por qué seguir escuchando esas palabras tan desagradables.
–Axel, mi amor – Amaia no podía con tanto – Vamos con mi papá. Me quiero ir pronto de aquí.
–Y te irás, pero a la chingada maldita zorra malnacida – Gritó Ale a Amaia – Ahora entiendo a Prudencia cuando dice que debió deshacerse de ti cuando supo que te esperaba.
–Alejandra, estás loca y no puedes más con tu despecho – Le rebatí – Amaia no tiene la culpa que tú nunca estuvieras en mi radar, que nunca sintiera nada por ti. En el amor, no se manda, y tú no vas a poder, lograr que sienta nada por ti.
–Eso lo sé, porque tú no serías tan tonto para estar con ella, pudiendo tenerme a mí.
–Axel, ya mi amor – Amaia se puso muy mal – No quiero saber más, quiero que firmes lo que tengas que firmar y quiero irme.
Nada teníamos que estar escuchando las locuras de otra como Cecilia, Alejandra estaba peor que ella, porque en ningún momento le hice alguna insinuación y había rechazado todas las veces que ella pretendía que tuviéramos algo.
–Sí, mi reina.
Amaia y yo dejamos hablando sola a Alejandra y entramos al privado de Mauricio que ya me estaba esperando, lo saludamos rápidamente y él sacó lo que tenía que firmar y lo hice rápidamente para podernos ir, hasta el mismo se dio cuenta de que a Amaia le afectó mucho estar ahí y al desocuparnos y salir de su privado, nos esperaba otro problema con Ale, se escondió detrás de una columna y le jaló los cabellos a mi mujer tirándola al suelo, lo que me volvió loco de coraje.
–Ya estuvo, Alejandra – La separé de mi mujer – Es el colmo contigo, con un demonio. Eres una abogada exitosa y preparada para que andes dando este tipo de shows penosos, no estés mendigando un amor que nunca te voy a dar, no estás para dar este tipo de espectáculos tan bochornosos y penosos.
–Doy este tipo de shows penosos por tu culpa, Axel. Porque tú no fuiste capaz de ver nada bueno en mí.
No quería escuchar nada que saliera de la boca de la que una vez fue mi compañera de trabajo, mi compañera de equipo, a la que había considerado más que una amiga, pues la llegué a querer como a una hermana, Alejandra estaba dejando mucho que desear, se estaba comportando como una mujer que no sabía perder.
–Amaia mi amor – Levanté a mi mujer – Vámonos cariño, ¿Estás bien?
En estos momentos era que le estaba demostrando a Alejandra que primero era mi mujer, que la atendería antes de estar discutiendo estupideces, mejor me llevaría a mi mujer, ya ni siquiera iba a considerar a Alejandra como a una amiga, me decepcionaba cada día más de ella, ya no estaba al nivel donde la había considerado alguna vez, estaba siendo de lo más odiosa.
–Sí, mi amor. Ya vámonos.
Tomé de la mano a Amaia y ante las miradas de morbo y de no sé qué más de varias personas que estaban en la firma, salí con ella con rumbo al estacionamiento, pero fuimos alcanzados allá nuevamente con Ale que quería seguir dañándonos.
–Axel, espero que sepas que lo tuyo con Amaia tiene los días contados, ella nunca será capaz de permanecer contigo ahora que ya no tendrás ni en qué caerte muerto, en cambio, yo te habría querido, aunque te hubiera tenido que mantener.
En definitiva, Alejandra daba pena ajena, ella era la que se estaba arrastrando por el suelo, mendigando un poco de amor que nunca en mi sano juicio le he dado, ahora sale diciendo estas palabras como si me quisiera comprar con su dinero, ella no sabía que era el amor verdadero.
–Eso no me importa Alejandra, apártate por favor y déjanos que nos vayamos – La miré desafiándola – Te lo pido, por la vía pacífica que no quiero problemas.
La podía demandar por acoso y poner una orden de restricción, no me importaba si era una amiga, o si era la hija de mi antiguo socio, ella se merecía estar lejos de Amaia y de mí, yo ya no la quería cerca, es una mujer muy dañina.
–Está bien, lárgate Axel – Gritó haciéndose a un lado – Sobra decir que les deseo que la chingada se los cargue a los dos, que nunca puedan ser felices y que Amaia se vaya de zorra con el primero que le pase enfrente que le demuestre que tiene más dinero que tú.
Esto ya se había vuelto insoportable, alguien tenía que parar ese tipo de agresiones en contra de Amaia, Alejandra tenía que cerrar su boca cuando se fuera referir de esa forma de mi mujer, así que la iba a tener que respetar.
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El socio de mi padre Cap 199 en adelante
Romancecontinuación del socio de mi padre a partir del capitulo 199 hasta llegar al fin