Capítulo 259

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Axel parecía que estaba poseído por una entidad o yo no sé lo que estaba pasando con él, ahora se había roto el momento que teníamos hace rato en el que Axel era delicado y tierno y se había vuelto un desconsiderado conmigo. Él me miraba como si me odiara en el momento que me estaba sometiendo y eso se estaba saliendo de control.

Yo quería que siguiéramos en lo que estábamos, eso era cierto, pero no así de esa cruel manera y él, como si me leyera la mente, me advirtió. Yo no podía hacer nada, ni siquiera podía hablar, solo llorar por cómo se estaba comportando, era un salvaje, así no era como yo quería que continuáramos.

–Cállate Amaia, deja de llorar – Me ordenó – Disfruta de esto, que al fin y al cabo esto era lo que querías.

Yo no le podía responder, tenía tapada mi boca con una de sus corbatas. Axel no tenía piedad y realmente sentía que ya la corbata me estaba lastimando. A él parecía no importarle nada y eso me daba miedo, mucho miedo. Esta faceta tan cruel que venía de él, había superado por mucho todas mis expectativas definitivamente.

Jamás pensé que él, amándome como sé que me ama, se esté portando de esta fea manera y entonces, como si él leyera de nuevo mi mente, me quitó la corbata de mi boca. Tenía que convencerlo de alguna manera, no me podía estar haciendo esto,

–Axel, por favor, sé tierno y considerado conmigo, por favor, te lo pido, sabes que no me gusta el dolor – Le supliqué – Me estás lastimando, tienes que detenerte.

No me estaba negando a que me hiciera el amor, porque adoraba cuando me hacía suya. Pero no así, no tan brutal como estaba siendo. Le supliqué con la mirada que me estaba lastimando, no quería empezar a sentir miedo del hombre que tanto amo. Esto no estaba bien, no debe comportarse como un tirano cuando estamos en la intimidad.

–Así como tú, me lastimas a mí con tus comentarios estúpidos y te advierto Amaia, el tierno se fue y si no quieres despertar en mí, al ser más vil y más cruel, disfruta esto y cállate, porque no voy a parar.

Axel me dijo con mucho coraje y volvió a cubrirme la boca con la corbata, después me siguió embistiendo porque a eso no se le podía llamar hacer el amor y lo peor es que, aunque me lastimaba con su intensidad, no pude evitar disfrutar de aquello, en especial cuando me tomaba con más fuerza y con una de sus manos apretaba mi cuello y yo sentía desesperarme totalmente, como si me faltara el aire y al mismo tiempo como si eso mismo, me hiciera llegar más rápido al cielo.

Entendía que mi cuerpo estaba reaccionando a su contacto, que estábamos teniendo un encuentro sexual, pero el que estaba disfrutando a plenitud era él, porque estaba llevando todo el control de la situación, en cambio, yo no me podía mover, ni siquiera lo podía tocar y me desesperaba. Contraje los músculos internos por inercia. Estaba teniendo un orgasmo de esos que me hacía olvidar hasta como me llamaba, pero era distinto.

–Vamos, Amaia. Tienes que correrte para mí, por favor – Él me traspasaba con su mirada – Así cariño, córrete, preciosa.

El juicio se me nubló por completo después que este episodio, tan cruel, me arrancó varios orgasmos. Pero yo quería abrazarlo, que me liberara y que lo hiciéramos como era debido, pero él ya me había dicho que no iba a parar y siguió hasta que los dos estábamos llegando a la cima.

Mi vista empezó a nublarse y de mis ojos salían lágrimas de los muchos sentimientos juntos que se estaban albergando dentro de mí, sentía mucha excitación y liberación por lo que estaba pasando y Axel lo sintió cuando yo iba a llegar a lo más alto del firmamento que aun después de hacerme suya de esa cruel manera, se dejó ir conmigo en un poderoso orgasmo que nos dejó sin fuerzas a los dos.

–Amaia, cariño. Me encantas – Dijo ya más tranquilo – Esto ha sido increíble.

Yo no podía hablar, no podía decir nada y él se recostó en mi pecho un buen rato hasta que algo le recordó que me tenía amarrada de las manos y tapada de la boca. Ahora sentía que me estaba asfixiando, necesitaba que se levantara de encima.

Entonces él me desató las manos y me descubrió la boca y yo, no pude seguir conteniendo todo el sentimiento que sentí y rompí en llanto más de lo que ya lo estaba, Axel, se retiró de mí luego de desatarme y se metió sin reparo al baño, lo que me hizo que me sintiera de la fregada, por lo que me levanté de la cama y me puse presentable, me iba a largar en ese momento yo no quería estar con él.

–Amaia ¿A dónde crees que vas? ¿Quién te ha dado permiso de salir? – Me gritó al escuchar que salía de la recámara – Tú no te puedes ir a ningún lado, me oyes, aquí te vas a quedar.

Desde luego que me largaba a donde me diera la gana, en estos momentos lo detesto, lo odio con todas las fuerzas de mi corazón. Como puede pensar que me voy a quedar a su lado. Fue un bruto, esto no se lo deseo ni a mi peor enemiga, me siento lastimada y dolida.

Esto había carecido de amor y de empatía hacia mi persona, él se veía que lo había disfrutado a sus anchas, pero yo estaba tan enojada que sería capaz de darle un golpe donde más le duela. Y necesitaba estar lo más lejos posible de él ahora, le puedo hacer ahora yo un daño a Axel.

–Claro que puedo y lo haré, yo no puedo estar contigo, ya no quiero estar, no me pudiste hacer esto, Axel Vega – Le grité histérica – Mira cómo me dejaste de las muñecas, de las manos y de la cara, tengo marcas por todos lados y te odio. Eres un salvaje y ya no quiero nada contigo.

Lo dije de verdad, en ese momento era la persona a la que menos quería ver, necesitaba poner distancia entre él y yo. Todo lo que había desatado por querer deshacerme de la estúpida de Cecilia, pero esto no se va a quedar así, ella va a tener que pagar por esta agresión de parte de Axel. Ella es la culpable de todo lo que me ha pasado.

–Eso no fue, lo que sentí en la cama.

Tenía la desfachatez de decir eso, el cuerpo es traicionero e inconsciente de muchas cosas y reaccionó, no niego que en un momento lo había disfrutado, pero cuando le dije que parara lo debió hacer, no podía sentir gusto por lo que me había hecho, yo no soy ninguna masoquista que la tiene que amarrar para excitarme.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora