Capítulo 327

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Amaia Domínguez García

Mexicali, Baja California, México

Axel me sorprendía siempre de una y de todas las formas en que eso era posible y no lo podía creer para nada. No podía entender tampoco como era que él, siendo tan guapo y hermoso, podía estar aquí en Mexicali rogando por mí, cuando yo le había dado la libertad hacía unos meses de que rehiciera su vida en León con alguna mujer que fuera más afín con él y, sin embargo, aquí estaba frente a mí con esa sonrisa que amaba, con esos ojos preciosos que me desarmaban y que me decían tanto y al mismo tiempo, no me decían nada. Siempre había podido leer a Axel a la perfección y ahora, por primera vez en mucho tiempo, no podía hacer lo mismo, supuse que eso se debía al distanciamiento de tantos meses que, aunque pudiera pensarse que no nos afectó, sí lo hizo y de un modo que no lo pensé jamás.

–Vaya, qué bonito cariño – Dijo Axel una vez que entramos a mi casa – Aquí es donde vive la mujer que yo tanto amo.

Me daba gusto que a Axel le gustara el lugar que me había ayudado Cris a escoger. Estaba dentro de mis posibilidades, aunque no fuera un lugar lleno de lujos a los que Axel está acostumbrado, para mí está perfecto y me gusta así como está, no tengo que estar buscando otro lugar porque este no sea más grande o más caro.

–Sí, mi rey – Respondí orgullosa – Sé que no es el departamento ideal, como el que tenía en León contigo, pero a mí me gusta y no sé, me parece muy acogedor y lindo.

Y me sirve a la perfección para cuando regreso del trabajo, aquí descanso y me pongo a pensar en muchas cosas, en cómo había pasado el tiempo y yo me había mantenido fiel al hombre que amo sin saber si él había hecho lo mismo y siguió siendo fiel.

–Lo es, preciosa. Es hermoso como la mujer que lo habita – Axel me tomó entre sus brazos – Te amo, Amaia. Gracias, por mostrarme en dónde vives y por permitirme venir aquí contigo.

No me había quedado de otra que invitarlo a qué viniera conmigo a la casa, y ahora no sé ni que decir. No me había preparado para este encuentro y para ser sincera no esperé que pasara tan pronto. Aunque no sabía yo, si algún día iba a regresar a León.

–Por nada, Axel. Tenía mis dudas, pero ya que aquí estamos, ¿Quieres algo de tomar? – Le pregunté zafándome de sus brazos – Tengo café, refresco o ¿Quieres una copa de vino?

Me tenía que levantar del sofá, mis manos tenían que empezar a hacer lo que fuera, no me iba a lanzar a los brazos de Axel y a comérmelo a besos, ahora no me iba a comportar como una desesperada, aunque por dentro quisiera hacer todo eso. Me tengo que calmar de alguna forma.

–Una copa de vino, funciona para mí. Gracias, cariño ¿Quieres que te ayude?

Podía hacer sola eso a la perfección, he pasado todo este tiempo haciéndolo, ahora no me voy a hacer la que no puede ni con eso, aparte que tengo que poner distancia entre los dos.

–No, tú siéntate y yo te la traigo.

Me levanté dejando a Axel sentado en la sala de mi casa, algo que siendo sincera nunca esperé ver y por lo mismo, nunca me preparé mentalmente para lo que pudiera pasar si un día estábamos en esta situación y ahora que lo estamos, no sé cómo actuar para no querer dejar todo a un lado y perderme entre sus brazos como siempre que estamos juntos pasaba. Me mojé un poco la cara, para quitarme un poco la tensión que tenía encima y después, destapé la botella de vino y la llevé junto con las copas a la sala, donde Axel ya me estaba esperando.

Me senté junto con Axel en la sala y él me quitó la botella de las manos, sirvió el vino en las copas y me dio una, él tomó la otra y se quedó mirándome a los ojos como siempre lo hacía y yo sentía que mi corazón me latía desbocado dentro de mi pecho. No sabía cómo iba a poder soportar esa mirada sobre la mía, por lo que significaba, por lo que causaba en mí y por las ganas que estaba despertando para que yo, ya no me pudiera contener y me lanzara sobre él sin importarme nada ya. Axel, afortunadamente, me leyó a la perfección y chocó su copa con la mía, sacándome de mis pensamientos y salvándome a mí misma de lo que estaba pasando por mi cabeza.

–Amaia, te amo. Brindo por ti y por lo bien que has podido salir adelante sola – Me dijo con ternura – Estoy orgulloso y siempre voy a estarlo.

Desde luego que me tuve que adaptar a estar sola, no me había quedado de otra, no me iba a quedar toda la vida llorando por algo que no iba a poder ser. Me ha dolido todo este tiempo su abandono, aunque no me voy a poner a llorar ahora. Tengo que ser fuerte por mí misma, sé que no soy la misma de antes.

–Yo también quiero brindar por ti, Axel – Dije muy segura – Se ve que la vida te sigue tratando bien y ya lo he dicho yo, el que nace con estrella siempre la tiene y los que nacemos estrellados, siempre hacemos lo que podemos.

Esa ha sido siempre mi verdad, ahora nada me puede hacer dudar de la suerte que me ha tocado. Siempre lo malo me pasa a mí, nací para sobrevivir a los golpes que me ha dado la vida y seguiré sobreviviendo a los que vengan llegando.

–No digas eso, Amaia. Tú no estás estrellada, cariño y menos lo digas ahora que has salido con bien de toda esta prueba que nos puso la vida y he de decirte algo –Axel se puso serio – Aunque me va muy bien en todo, como ya lo has dicho, no ha sido todo color de rosa.

Pues si él teniendo la suerte que ha tenido en la vida, no ha sido color de rosa, que no se imagine siquiera cómo ha sido la mía. Que nunca me va bien en nada, que tengo que luchar contra todos, incluso con algunos miembros de mi familia.

–Me extraña oír eso, a ti siempre te va bien.

No le reprochaba nada, pero que no me dijera que la vida no le ha sonreído en todo lo que se ha propuesto, incluso en esto de nuestra separación le ha salido a la perfección, parece que la única que ha sufrido en todo este tiempo he sido yo, pues lo veo muy bien.

–Amaia, no nos hagamos tontos, ambos queremos volver a estar juntos – Dijo matándome con su seguridad – Por favor, no te pongas difícil mi reina.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora