Capítulo 301

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Ivanna en la corte siempre ha sido implacable y después de celebrar ese triunfo de ella, vinieron muchos más en los días que siguieron. Teníamos demasiado que celebrar todos y nos daba mucho gusto que las cosas fueran avanzando favorablemente y lo que me hacía más feliz es que podíamos salir con mi hermosa Amaia de fin de semana, porque ambos necesitábamos mucho el poder relajarnos.

–Amaia, cariño. Te tengo una enorme sorpresa – Le dije apenas llegué por ella a las prácticas – Este fin de semana, nos iremos a donde podamos estar solos.

–Axel, mi rey. Eso me encanta, quiero que pasemos unos días lejos de todo. Los dos los necesitamos mucho, pues estamos demasiado estresados.

Por eso la quiero llevar a dónde podamos estar juntos para descansar y despejarnos de todo lo acontecido. Ya ha pasado lo peor, creo yo y nos merecemos ese descanso, sin tener que verles las caras a Cecilia y a las personas que la siguen.

–Sí, preciosa – La besé dulcemente – Este fin, seremos solo tú y yo y nuestro amor. Nos vamos a ir a San Miguel de Allende.

–Sí, mi amor, yo voy a donde tú quieras. Ahora vamos a nuestro nido de amor, menos mal que ya es viernes. Estoy muy cansada de toda la semana.

Desde luego que sabía que estaba saturada de todo y de todos. Y me sentía con la necesidad de proporcionarle la paz que su cuerpo y su mente necesita, salirnos de la rutina nos ayudará mucho a los dos. Ya podemos tener un descanso de la toxicidad de Cecilia.

–Vamos, cariño. Te ayudo con tus cosas.

Ayudé a mi adorada Amaia con sus cosas y nos subimos a mi auto, conduje contento de tomar la mano de mi hermosa mujer entre la mía y al llegar al depa sorprendí a mi mujer con una mesa muy adornada y bonita, quería sorprenderla y hacerla feliz cada día, tal y como ella me hacía feliz a mí. Con Amaia yo siempre me sentía completo, enamorado y entregado a todo el amor que ella pudiera darme y claro, al que yo le entregaba sin medida a ella.

–Axel, ¿Qué estamos celebrando? – Me preguntó sorprendida – Todo está precioso, está perfecto. Gracias, mi amor.

–Sí, cariño, celebramos que te amo y que mañana nos vamos de fin de semana – Le dije dulcemente – Ven, vamos a sentarnos a comer.

Todo lo mejor de la vida, lo que le puedo dar a mi preciosa mujer, es porque ella se lo merece. Y tengo todo lo que nos queda de vida para demostrárselo, la amo y me tiene totalmente a sus pies. Se ha quedado a mi lado en estos momentos tan desesperantes, sabía que podía confiar en ella.

–Sí, mi rey. Tengo mucha hambre, ya quería salir y quería estar contigo. Te amo y te necesitaba.

–Ya somos dos, preciosa. Yo te amo más que tú a mí.

Nos sentamos a comer en la calma de nuestro departamento y lo hicimos muy tranquilos. Le platicaba a Amaia como me había ido a mí con unos clientes que vi y ella estaba tranquila y más que feliz a mi lado. Al terminar de comer, nos fuimos a recostar a la recámara, pues Amaia empezó a sentir sueño y yo también un poco, nos metimos a la cama y la abracé como siempre lo hacía.

–Axel, te amo – Dijo cerrando sus ojos – Creo que nunca podré superar el que me dé sueño después de comer.

Es lo que le sucede siempre, pero yo no tengo problemas con eso, se puede dormir en nuestro lecho de amor, me gusta tenerla entre mis brazos, así me gustaría estar siempre con ella a mi lado, no tengo nada de qué preocuparme y ella tampoco, porque la protegeré en todo momento.

–Yo también te amo, cariño y no te preocupes. Duerme, preciosa.

Arrullé a Amaia y en menos de lo que pensé, mi reina ya estaba bien dormida en mis brazos. Amaba protegerla de esa manera, amaba cuidar su sueño y así en esa paz quería pasar el resto de mi vida con ella, estaba arrullándome con la mujer de mi vida cuando recibí una llamada de una persona no deseada, era ella Ale. Me debatí en tomarla o no y mejor lo hice, no quería que fuera a venir al departamento a molestarnos.

–Alejandra, ¿Qué quieres? Y ¿Qué haces llamándome? – Respondí con hostilidad – Te recuerdo que tú y yo, no tenemos nada de lo que tengamos que hablar. Ya no trabajamos juntos y nada nos une.

Cómo se atreve Alejandra a estar llamándome después de todo lo que ha hecho en contra de su hermana y mío, al ponerse de lado de Cecilia, eso no tiene nombre. No se puede ser tan cínica como para venir a estar llamando, no sé para qué.

–Axel, vaya modos de hablarme – Bufó enojada – Yo te hablo porque quiero y necesito verte el día de mañana. Tengo que negociar algo contigo y si no me quieres ver, subiré ese contenido en internet.

Sabía yo que no sería para algo bueno, pero no me voy a dejar engatusar con sus artimañas, que haga lo que le dé la gana, tengo muchas cosas de las que pensar cuando se trata de esa mujer. Ya no confío en nada de lo que me quiera contar. Nosotros ya no somos nada, ni siquiera tenemos una amistad, ella se ha encargado de destruirla.

–Alejandra, lo siento mucho. Mañana me es imposible verte, en otro día tal vez. Ten un poco de dignidad y aléjate de mí. No sé cómo es que quieres estar persiguiendo siempre a un hombre que no te ama.

No sabía de qué manera hacerla entender que yo no he estado interesado en ella, que nunca vamos a tener algo como lo que ha insinuado, no me voy a poner a estar explicándole como si ella fuera una adolescente, que madure y acepte que conmigo nunca habrá absolutamente nada.

–No te sientas tan importante, ya sé que no tendré tu amor. Ahora lo que necesito es tu dinero y ya te dije, tengo un contenido que te interesa. Nos vemos mañana y te mando un mensaje con los detalles de donde y la hora.

Alejandra no podía venir a exigir nada, había perdido toda credibilidad para mí, si me quiere ver no es para nada bueno, que no piense que a mí me va a venir a engañar, no soy ningún tonto como para caer en su trampa, o en algo que haya planeado Cecilia.

–No Alejandra, no pienso asistir.

Tengo demasiadas ganas de irme con mi mujer y olvidarnos precisamente de personas tóxicas como lo es Alejandra, que tenga dignidad y que deje de estar buscándome con cualquier pretexto, ella jamás estará de nuevo en mi lista de amigos, ha perdido por completo ese privilegio, yo le había entregado mi amistad y mi cariño y así me había pagado, traicionándome.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora