Capítulo 245

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Amé tanto esos momentos en los que podía tener a mi hermosa mujer, así como la acababa de tener, totalmente entregada y dispuesta para mí. Mi hermosa Amaia se quedó dormida, acomodada en mi pecho y el sueño me ganó a mí también. Menos mal que había puesto la alarma y así pude despertarme y después despertar a mi hermosa Amaia con besos.

–Cariño, mi reina despierta. Por favor – Le susurré al oído – Preciosa, tenemos que cenar algo.

Tiene que despertar, siempre se me hace muy difícil despertarla, es un esfuerzo demasiado pesado para ella, a ella no la despierta ni siquiera un terremoto, tiene que pasar mucho tiempo para que pueda empezar a reaccionar. Se ve muy tierna, así dormidita, pero tenemos que cenar.

–Axel, mi amor – Respondió más dormida que despierta – Tengo mucho sueño, vamos a dormir otro ratito.

No podía dejar que durmiera tanto sin haber comido, ya después de cenar nos volveríamos dormir, así que ya nos teníamos que levantar, teníamos que tomar algo de alimento. Con gusto me quedaba otro rato con ella acostado, pero nuestros amigos también tenían que cenar y descansar, eran los que se habían quedado acomodando el caso.

–En un rato, preciosa. Vamos a cenar con Cris y con Ivanna y después ya nos venimos a descansar toda la noche. Te amo, mi reina.

–Te amo, mi rey. Eres lo más amado por mí y lo serás por siempre.

Amaia se perdió en mis besos y en mis caricias y yo estaba a punto de dejarme llevar por eso nuevamente, pero teníamos que salir a la sala a cenar con nuestros amigos. Amaia se empezó a desesperar, al igual que yo y la calmé lo mejor que pude y, ya que estuvimos tranquilos los dos, la abracé y la besé dulcemente hasta que nos relajamos ambos por completo.

–Amaia, te ayudaré a vestirte para que salgamos con los chicos – Le dije tiernamente – Sé que, aunque esté mal que te diga esto, te lo diré. Me siento mucho mejor ahora que se ha descubierto todo y te lo digo de verdad.

Es una libertad que siento en todo mi ser, hubiera estado mejor que Cecilia hubiera firmado ese divorcio desde hace tiempo, no tendríamos tantas preocupaciones y no habría ningún juicio. Eso era lo que venía a estropear todo. El acuerdo que no quiso firmar, le favorecía definitivamente más a ella que a mí.

–En cierta parte, también yo. Así ya nada nos puede detener de andar juntos por dónde queramos, te amo Axel.

Qué bueno que a mi amada Amaia esa idea también le agradaba, los dos estábamos de acuerdo en que había sido lo mejor, que ya todo hubiera salido a la luz, eso nos daba la libertad de andar en las calles a nuestras anchas. Ahora podemos respirar con mucha más tranquilidad, sin necesidad de estar escondiéndonos.

–Yo te amo más a ti, mi hermosa mujercita.

Vestí con cuidado a mi princesa y después yo me vestí y nos peinamos para salir con los chicos que ya tenían la cena lista para cenar todos juntos. Amaia y yo, nos sentamos a la mesa con ellos y mi amiga Ivanna, no pudo evitar reírse un poco y después compartió el chiste en voz alta.

–El sexo sí que hace maravillas – La güera se reía – Ambos se ven bien relajados y qué bueno que lo estén. Lo van a necesitar.

Ivanna no tiene pelos en la lengua y dice las cosas tal cual, y puede que tenga la razón, por lo menos yo me siento mucho más renovado, a mi preciosa novia era a la que le había costado levantarse. Y desde luego que vamos a necesitar descansar porque la cosa iba para largo. No nos podíamos confiar de la tranquilidad de Cecilia. Esa mujer es una serpiente traicionera.

–Güera, no seas imprudente – Reí contagiándome de la risa de mi amiga – Claro que sé de sobra que lo vamos a necesitar.

Pero también sé que a la loca de Cecilia no le va a ir muy de color de rosa que digamos, ella también tiene mucha tela de dónde cortar. Lástima que había dejado pasar muchas ocasiones lo que ella hacía, porque yo hacía lo mismo, los dos habíamos sido infieles, solo que yo lo guardé ninguna evidencia de todo lo que ella había hecho.

–Sí, Axel. Mientras estaban descansando vinieron a traerte un citatorio del juzgado civil – Cris me lo entregó – Diciendo que tienes que asistir a una junta el día de mañana.

Preferiría que no me hubieran entregado ese documento antes de cenar, era una muy mala noticia para digerirla antes de comer. En ninguna de las circunstancias debería estar pasando por esto. Bien que se pudo arreglar esto por fuera, pero la venganza y la ambición de Cecilia es inmensa.

–Sí, lo sé – Dijo Amaia – Axel, está siendo solicitado para una junta de avenencia. Será la primera fase del proceso este del divorcio.

No me gustaba que Amaia se afligiera, no deberíamos estar hablando precisamente ahora de eso, ella sabía perfectamente todos los pasos que conllevaban este juicio, ella ha aprendido del mejor, su padre le ha enseñado todo lo que sabe sobre leyes, Amaia sería una excelente abogada.

–Sí, cariño. Ahora no hablemos de eso, ¿Quieren? – Sugerí – Vamos a cenar que tengo mucha hambre y lo que han ordenado huele delicioso.

Estaba cambiando el chip de la conversación, Cecilia no nos podía amargar este buen rato que íbamos a pasar, esa mujer no debería estar ni en nuestros pensamientos.

–Claro, apoyo tu idea Axel – Dijo la güera – Cenemos.

Cenamos tranquilamente todos juntos y después, Amaia se levantó para hacer un té relajante, algo que todos estábamos necesitando para poder dormir a gusto y para relajarnos ante todo esto. Ya que estuvimos tomando el té, revisé el citatorio que me dio Cris y me reí un poco de pensar que tendría que ver nuevamente a Cecilia, antes de hacernos pedazos en la corte. Ivanna, leyó mi mente como siempre lo hacía, mi amiga estaba pensando lo mismo que yo.

–No le veo el punto a que Cecilia, te cite en esa estúpida junta – Mi amiga negaba con la cabeza – No tiene caso ¿Sabes? Todos los aquí presentes, sabemos de sobra que ese asunto de ustedes va a terminar en un juicio.

No pretenderá hacerme una nueva proposición para que regrese con ella, está demasiado dañada de la mente para creer semejante abominación, soy capaz de entregarle todo lo que tengo con el fin de no volver a ver su horrible cara. La locura de esa mujer no tiene límites, como me va a hacer creer que ella siente algo por mí, cuando yo le he dicho en su cara que lo nuestro nunca funcionó.

–Es cierto, no sé para qué esa loca te pide que tengan esa junta – Dijo Amaia – Ella no quiso ningún acuerdo de divorcio que le ofreciste, aunque en todos ella salía ganando.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora