Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Ivanna estaba muy alterada y yo no sabía ni cómo hacer que se calmara, Amaia me miraba aún muy sacada de onda y yo lamentaba más que nadie que Ivanna, llegara así y nos sacara de un momento especial, pero ni hablar bajaría a ver el daño en la camioneta del despacho de mi amiga, Me recompuse la ropa y bajé con Ivanna, Amaia me esperó en el departamento y al ver la camioneta llena de grafiti con palabras obscenas, Ivanna se volvió loca de ira.
–Lo siento, Axel. Cecilia colmó mi límite y siento que no me contendré de matarla, la voy a buscar y le torceré el cuello – Dijo Ivanna – Estoy harta de esto, para ella yo también soy una puta que se ha revolcado contigo.
–No, Ivanna, debes de calmarte. Por favor, tienes que ser razonable.
Tenemos que acabar con Cecilia, pero no de esa manera, tenemos que hacerlo por la vía legal, ya con el testimonio de los amantes que vayan saliendo tendremos suficiente, yo le pago a la güera los daños materiales que haya podido hacer Cecilia. No dejaría que mi amiga se ensuciara las manos de sangre por esa demente.
–No, yo tampoco lo pienso ser ya – Dijo Amaia a nuestras espaldas – Güera, yo tengo una pistola no registrada y la podemos usar para matar a esa zorra, a mí también me tiene harta.
Que les pasaba a las dos, ya habíamos hablado esto antes, ellas no iban a cometer una barbaridad. Así no íbamos a arreglar nada, muy al contrario, todas las cosas se iban a echar a perder. Ellas no iban a pisar la cárcel por culpa de Cecilia. No me interesaba ahora mismo perderlo todo.
–Lo haremos, Amaia. Te tomo la palabra, tenemos que planear bien cómo es que vamos a acabar con la vida de esa basura.
Me molesté de ver como en dos segundos quedé excluido de la conversación que sostenían la güera y mi Amaia, eso no estaba bien que hablaran, así como si fuera un plan de ir de compras, de lo que querían hacer con Cecilia y no pude más y les puse un alto a las dos.
–Se calman ya las dos y nadie aquí hará nada, güera vamos a arreglar esto. Dame un poco de tiempo – Le pedí – Así las cosas, no se solucionan.
La güera estaba fuera de sus cabales, pero no la dejaría cometer un crimen, las cosas materiales se pueden recuperar, ir a la cárcel y pasar años de vida encerrados no ibas a recuperar ese tiempo. La muerte de Cecilia no solucionaría nada. Nos meteríamos en muchos más problemas y yo no voy a estar huyendo toda mi vida.
–Ya no tengo paciencia, ni ganas de ver si la ley me defiende. Todos sabemos que Cecilia se las daría a quien sea para jodernos a Amaia y a mí y así yo ya no quiero vivir, esa mujer tiene que pagar con su vida lo que está haciendo.
Pero no es la forma de que las cosas se solucionen, Cecilia no vale la pena, matándola, hasta se saldría con la suya, porque las meterían a la cárcel y es lo que menos quiero en estos momentos, más conflictos, ellas tenían que pensar las cosas con cabeza fría y no caer en el juego de Cecilia.
–Axel, Ivanna tiene razón, solo queda que la matemos y ya.
No aguanté más, agarré a Amaia con fuerza del brazo y tiré de ella para volver al departamento y con mi mano libre le indiqué a Ivanna que la llamaba después. No iba a permitir que además del problema que tengo encima, ahora ellas quieran meternos a todos en la boca del lobo. Entrando al departamento, Amaia empezó a hacer su berrinche.
–Axel, yo creo que tú siempre sí sientes algo por Cecilia – Me reclamó – Si no sintieras nada, deberías dejarnos que la acabemos Ivanna y yo, ella solo nos estorba y así no tendrás que perderlo todo.
De qué manera le explicaba que esa no era una opción, no me quería meter en más problemas y menos que ella misma los tuviera, no valía la pena matar a Cecilia, esa mujer tenía que pagar por lo que ha hecho, pero no de esa forma y como se lo ocurría decir a Amaia que yo seguía interesado en esa loca.
–Cállate, Amaia – Le grité – No piensas, parece que tu mente brillante no te da entendimiento para saber que no eres un verdugo de la vida de nadie, no puedes ir pensando que puedes matar a alguien y ya.
Ella es muy rebelde y sé que no se va a quedar callada y si yo le grito ella va a gritar más fuerte. Sé que esto se nos va a salir de las manos y era a donde no quería llegar, que toda esta locura nos afectara, pero ya no hay vuelta atrás. Me imagino que esto es lo que quería conseguir Cecilia.
–No me voy a callar, estoy harta de esa mujer y no podrás evitar que en un día que no estés conmigo, te enteres por las noticias que Ivanna y yo, ya resolvimos eso. Para eso, nada más, se rompió nuestro momento de hace rato.
Amaia estaba enojada, pero yo en ese punto ya estaba peor y nada me calmaría. La tomé de la mano y le amarré ambas manos con una de mis corbatas, ella me miraba con ojos de odio y entonces le tapé la boca con otra de mis corbatas, la cargué en mis brazos, la recosté en la cama y la inmovilicé amarrando sus manos por encima de su cabeza en donde pude detrás de la cama, ella empezó a llorar y eso a mí, más me excitó.
–Así me gustas que te quedes calladita, sabes que no me gusta que me contestes de esa forma. Ahora te vas a atener a las consecuencias. No me gusta que me lleves la contraria, Amaia, y lo sabes bien.
Sí quería que siguiéramos en lo que estábamos, lo haría sin piedad, le abrí las piernas de golpe y me bajé el pantalón, le quité las bragas y me subí en ella y sus ojos se abrieron, presas del deseo, de la desesperación y también del miedo. Yo besé su cuello como si estuviera ansioso de ella y de golpe empecé a hacerla mía y a embestirla mientras la seguía besando en el cuello, sin ninguna contemplación.
Estaba excitado a más no poder, tomaba sus caderas y las apretaba con fuerza en lo que entraba y salía de ella, ahora yo era el que necesitaba liberar todo lo que me habían provocado sus palabras, la quería castigar por haberse exaltado de esa manera y la calmaría también, para que viera quien es el que manda aquí. No se me podía poner en ese plan, así que tenía que afrontar las consecuencias de sus actos de rebeldía.
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El socio de mi padre Cap 199 en adelante
Romancecontinuación del socio de mi padre a partir del capitulo 199 hasta llegar al fin