Capítulo 237

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Me sentí muy mal conmigo mismo cuando supe primero por la loca de Cecilia de la muerte del abuelito de la güera, Don Pancho era un hombre muy bueno y justo del que yo aprendí muchas cosas y me dolía que él haya tenido que pagar por una estupidez cometida por la loca de Cecilia, ciertamente no se lo merecía y mi amiga Ivanna tenía toda la razón de estar enojada conmigo, pues aunque yo no tenía la culpa de lo que causó Cecilia, si tuve mucha culpa en mantenerme atado a una mujer que no amaba cuando pude haber pedido el divorcio desde antes de tener algo con Amaia.

–Axel, me siento muy mal por la güera – Dijo mi hermosa mujer – Tenemos que apoyarla en lo que necesite. No es justo que su abuelito ya no viva, por culpa de la loca de Cecilia.

No me podía imaginar todo lo que había causado Cecilia, no era justo que el abuelo de la güera hubiera fallecido, por su falta de tacto, no tenía que haber ido a despotricar contra la güera a Autlán y eso fue lo que le había causado la muerte a Don Pancho.

–No, mi amor, no es justo – Me llevé las manos a la cabeza – Cecilia está tan loca que ve nada más lo que ha ido a causar, la muerte de un señor inocente.

Esto definitivamente tenía que parar, si ya supuestamente me va a llevar a juicio no sé qué pretende en estar yendo a todos lados armando sus escándalos y pretendiendo que me puede chantajear, yo con ella no voy a regresar, ni que estuviera loco. Eso debió acabarse desde hacía mucho tiempo.

–Sí, mi amor, más gente inocente no tienen por qué pagar por las locuras de Cecilia. Yo ya no quiero que además del abuelito de la güera, más gente pague por sus tonterías.

Por supuesto que no iba a permitir que Cecilia le hiciera algo a Amaia, con esa amenaza estaba seguro de que esa mujer era capaz de todo, sí fue capaz de causarle un infarto a ese señor que no se merecía la muerte, no quiero ni imaginarme que pueda hacer con la mujer que yo amo.

–Yo tampoco amor, tengo que llamar a Bin Laden – Le dije a mi hermosa mujer – Por favor, mientras llévale un té a Ivanna. Ella lleva encerrada en su cuarto desde que llegó.

Me urgía hablar con mi colega, no podía dejar pasar lo de la amenaza de Cecilia, preferiría irme lejos y dejar todo como estaba, con tal de que ella no le hiciera nada a Amaia. Cecilia es un peligro y no debería estar libre, tenían que encerrarla como fuera.

–Sí, mi amor, yo se lo hago. No te preocupes.

Amaia hizo lo que le pedí, ella se fue a hacer un té para Ivanna y uno para mí. Ella era siempre tan amable y tan linda y esas son las cualidades por las cuales, yo no he podido dejar de amarla y tampoco he querido. Ella lo es todo para mí, es la mujer que quiero a mi lado para siempre, por eso no me arrepiento de nada de lo que ha pasado.

–Mi rey, aquí te dejo tu té – Amaia lo colocó en la mesa – Voy con la güera a su recámara, te amo.

–También te amo, mucho. Mi reina preciosa, gracias por el té.

Con mi colega tenía que poner sobre aviso de lo que pretendía Cecilia, no me quedaba otra que poner una denuncia, porque es una amenaza a muerte que le ha hecho a Amaia, así que yo me iba a ir también sobre ella con todo, porque no la iba a dejar ganar en nada, a Cecilia hay que ponerle un alto.

–Por nada, mi amor.

Amaia se fue con un servicio de té y cuando me di cuenta de que ya se había metido en la recámara de la güera, yo llamé a Bin Laden. Iba a necesitar verlo para que me apoyara en todo esto que estaba pasando y porque también iba a denunciar a Cecilia, con esta amenaza que acababa de hacer se estaba pasando de la raya y yo no iba a permitir que Amaia, sufriera o saliera herida por las locuras de la loca de Cecilia, mi amigo afortunadamente no tardó en responder mi llamada.

–Axel, qué gusto amigo – Saludó Bin Laden – Dime ¿Te puedo ayudar en algo?

Qué bueno que mi amigo me ha contestado a la primera, esto yo ya no lo puedo dejar pasar, en realidad me urge hacer esa denuncia, Cecilia no podía quedar impune, si así iba a pagar lo que le había provocado al abuelo de la güera que con esto lo pagara también.

–Igualmente amigo, es un gusto escucharte – Respondí – Desgraciadamente sí, me puedes ayudar en algo. He recibido una amenaza terrible contra Amaia por parte de Cecilia, necesito agilizar lo de una demanda por amenazas.

Es lo que tengo que hacer definitivamente, esa denuncia tiene que proceder y me va a amparar si algo le llega a pasar a mi mujer o en dado caso a mí, si ya supuestamente todo lo tiene a su favor, por qué todavía tiene que venir a seguir molestando la vida de los demás.

–Ahora mismo salgo para allá, amigo, y llevaré a alguien a que te tome declaración, y claro que de lo otro que no te has atrevido a preguntar, y a pedirme, estoy a bordo – Dijo animado – Yo seré tu abogado con Ernesto en tu proceso de divorcio contra Cecilia.

Aceptaba la ayuda viniendo de mis amigos, sé que voy a necesitar que peleen muy fuerte en contra Cecilia, pero no quiero causarles ningún problema en el despacho, ni con Mauricio, ni con nadie. Como yo ya no soy digno de estar ni entre sus clientes.

–Muchas gracias, amigo. Solo aceptaré eso, si no te causa problemas con Mauricio y con Ale, ustedes Ernesto y tú siguen trabajando para la firma.

Era primordial arreglar ese asunto, no podía causarles ningún daño a mis colegas, a mis amigos, los que van a representarme en el juicio contra Cecilia. Ya no sabía ni en qué términos había quedado yo con Mauricio, porque mi salida de la firma había sido definitiva.

–Sí, yo lo he hablado con Mauricio y él no tiene problema en que te representemos, así que cuenta con nosotros. Axel, nos vemos en un rato en tu departamento ¿Cómo se encuentra Amaia?

Me daba mucho gusto que Mauricio hubiera aceptado que tanto Bin Laden como Ernesto, me representaran en el juicio, estaba muy agradecido con eso y también me daba mucho gusto que mi colega preguntaba por el bienestar de mi mujer. Amaia tenía que salir bien librada de todo este show que ha montado la loca de Cecilia.

–Ella, está muy afectada – Dije abatido – Claro que confío que a conforme pasen los días ella se pueda sentir mucho mejor.

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