Capítulo 240

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Yo no podía creer que entre Axel y la güera nunca hubiera existido nada, por eso al comienzo había empezado a sentir celos de ella, pues es una mujer muy hermosa, lo tiene todo para que los hombres estén detrás de ella, pero con mi Axel es diferente, ellos son los mejores amigos y por eso confío en que la güera debe llevar el caso de la demanda en contra de Axel.

–Yo siempre supe que nos íbamos a querer mucho, desde que Axel me habló de ti. Sabía que nos llevaríamos bien.

Estuvimos platicando Ivanna y yo un buen rato y después llegó Cris, ahí a nuestro departamento, lo hicimos pasar y notamos que Axel se había metido a la recámara. Yo dejé sola a la güera con su novio, porque quería ir a ver lo que estaba pasando con Axel, tenía que estar a solas con él para saber lo que pasaba por su mente, aunque sea por un momento.

–Amaia, ven cariño – Axel me dijo – Por favor, te necesito.

–Sí, mi amor – Caminé hacia él y me senté a su lado en el piso – Axel, ¿Qué son todas estas fotos?

Había muchas fotos en el suelo, en ellas se veían casas, terrenos, autos y un montón de cosas más, todo esto podía pasar a manos de Cecilia, ella iba a salir ganando en todo esto, nunca me hubiera imaginado que Axel pudiera tener tantos bienes y que no los haya protegido en contra de esa alimaña.

–Son todas mis propiedades, las que dejarán de ser mías próximamente – Dijo desgastado – Todo lo que me llevó una vida construir, se irá en un abrir y cerrar de ojos.

Empecé a llorar, al darme cuenta de que a Axel sí le estaba afectando más que demasiado, lo que estaba a punto de pasar con la loca enferma de su mujer. Me sentía muy culpable, sea como sea, yo tenía más culpa aquí que nadie y sabía que, aunque Axel no me lo reconociera nunca, era la verdad, que él en el fondo sabía que era así, que nunca debimos tener nada más allá que una amistad.

–Quisiera que nada de esto fuera real – Dije desconsolada – Quisiera que, mejor, nunca me hubieras hecho caso. Axel, soy una estúpida a todo hombre que quiero y que me quiere, lo llevo a la ruina.

Siento un gran pesar por todo lo que está a punto de pasar con Axel, él se va a quedar en la ruina total por mi culpa, no me puede decir que no, si yo no lo hubiera incitado nada de esto estuviera sucediendo, las cosas hubieran pasado de otra forma con él y Cecilia.

–No cariño, no digas eso – Axel me abrazó contra su pecho – Yo te amo, entiende de una vez que lo que me duele, no es perderlo todo. Lo que me duele es que yo no fui tan inteligente como Cecilia para conseguir pruebas que ella tampoco es una blanca paloma.

–Axel, es que si ella y tú no estaban bien y siendo tú uno de los mejores abogados que conozco ¿Cómo pudiste pasar eso por alto?

Axel pareció meditar mis palabras, las cuales me arrepentí demasiado de haberlas dicho por qué solo le hice daño, fue como decirle que fue muy tonto para no sacar pruebas él de las infidelidades de Cecilia, pero ya no podía hacer nada, al fin y al cabo, ya lo había dicho.

–Tienes razón, Amaia – Axel, me sonrió – Con razón tu padre, siempre dijo que hubieras sido una excelente abogada, porque piensas en todas las posibilidades.

Con esas pruebas él hubiera pedido desde antes de que pasara algo conmigo, pedido el divorcio y no se lo hubiera negado, ella también había sido infiel, pero ahora ella era la que tenía la sartén por el mango. Esa mujer se iba a quedar con gran parte de lo que había trabajado Axel, ella había jugado bien sus cartas y podría salir triunfadora.

–Amor, es que, si lo tuyo con esa mujer nunca fue una relación normal creo que debiste considerar todas las posibilidades, pero ahora vamos a pensar en tu caso.

–Sé lo que piensas, Amaia. Tú quieres que lo lleve la güera y yo, no estoy muy seguro, cariño.

Debe confiar al cien por ciento en la güera, debe dejar que ella lleve el caso, lo defenderá con uñas y dientes, ella tiene todas las posibilidades de ganarle a esa arpía, Cecilia no debe tocar ni un peso de lo que hacer se ha ganado con tanto esfuerzo, no es justo que ella se quede con algo de lo que ha trabajado Axel.

–Debes estarlo, mira, se verá mal también que Ernesto y Bin Laden te representen dado que ya no trabajas en la firma, eso puede contar como algo en contra y la güera, quiere defenderte lo mejor que sea posible.

–Sé que lo hará. Ella es una abogada implacable, no la has visto en la corte y en acción, no me gustaría ser su rival ahí.

Entonces no tiene nada más que pensar, el mismo nos estaba dando la razón, Ivanna era la única que lo podía sacar de este embrollo, ella no iba a permitir que la loca de Cecilia se creyera vencedora. La güera tenía las bases para arruinar sus planes.

–Pues, tienes entonces tu respuesta. Ella debe ser la abogada de tu defensa, mi amor, te amo y quiero lo mejor para ti.

En definitiva, la güera es la mejor para que lleve el caso, lo gane y todavía hunda a Cecilia en la cárcel, por lo menos el asunto del abuelito de la güera no iba a quedar impune, así se mataban varios pájaros de un tiro.

–También te amo, Amaia.

Axel me abrazó y nos dimos tiernos y dulces besos y después salimos con nuestros amigos al comedor. Cris también le expresó su ayuda a Axel y entre todos tratábamos de animarnos los unos a los otros, no la estábamos teniendo nada fácil, pero todo mejora cuando estás con tus amigos.

–Ivanna, tú serás mi abogada – Dijo Axel – Con una condición, que Cris te apoye y que se te quite la loca idea de matar a Cecilia.

Ya estaba, la güera iba a defender al amor de mi vida en ese juicio tan nefasto en el que Cecilia, que ni pensara que iba a ganar nada, se iba a ir con el rabo entre las patas, como se dice vulgarmente, no tenía derecho a querer arrebatarle a Axel lo que se había ganado con el sudor de su frente.

–Tenemos un trato, Axel, no te vas a arrepentir de haberme elegido, esa mujer va a saber quién soy.

La güera y Axel se dieron la mano, sellando el trato con un apretón de manos, ella era la que lo iba a representar, la que iba a ganar el caso y defendería lo de su amigo, lo de su cliente, contra vientos y mareas.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora