Capítulo 286

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Tomé el tiempo necesario para tranquilizar a mi bella Amaia en mis brazos y después, la ayudé a subirse a mi auto y le puse hasta el cinturón de seguridad. Ella estaba mal, triste, nerviosa y bloqueada por lo que había pasado y no era para menos. Sintiéndolo mucho, no iba a dejar que este señor, el ingeniero Acosta, le fuera a echar, a perder sus prácticas y menos por algo de lo que mi mujercita no tuvo la culpa, ese hombre me va a oír.

–Axel, aquí te puedes estacionar – Dijo Amaia – Pero, en serio, creo que es mejor que no hagas otro problema, no quiero perder mis prácticas.

Tengo que arreglar esto por el bien de todos, una cosa no tenía que ver con la otra, en primera lo que ha hecho Cecilia en venir a molestar a Amaia a su lugar de trabajo no es nada bueno, está dejando mal parada a la vista de todos a mi preciosa mujercita, esto es un golpe bajo de esa desgraciada.

–No las vas a perder, cariño – La abracé, ya que bajamos del auto – Amaia, tienes que confiar en mí, te lo pido por favor. Yo haré que esto se solucione.

Desde luego que voy a hablar con el ingeniero, tiene que entender que Amaia, no tiene nada de culpa en el proceso de divorcio en el que estamos haciendo Cecilia y yo, las prácticas profesionales de Amaia tienen que continuar sin ninguna intervención de personas ajenas a la empresa, esto es una intromisión de parte de Cecilia y a la que va a perjudicar es a ella misma.

–Gracias, Axel – Ella me besó con ternura y nos abrazamos – Te amo, espero que tengas razón, sabes de sobra que lo de mi escuela siempre ha sido para mí, lo más importante.

Precisamente, por eso tengo que solucionar este percance, mi adorada Amaia no puede tener estos imprevistos, es la mejor en todo lo que hace y si la dejan ir, la empresa está cometiendo una injusticia y se perderá del buen trabajo que realiza mi novia. Es la mejor y ellos lo saben.

–Sí, lo sé cariño. Todo se arreglará – Le aseguré – Vamos, preciosa.

Llegamos a la entrada de la empresa y pedí hablar con el Ingeniero Acosta, su secretaria se puso renuente e incluso grosera, pero yo no estaba para tolerar que se cometieran injusticias y menos por algo de lo que Amaia no tenía la culpa, me puse en mi plan de abogado que siempre consigue lo que quiere y lo conseguí cuando el ingeniero Acosta, se apareció delante de nosotros.

–Buenas tardes – Nos saludó – Dígame, licenciado Vega ¿Qué necesita? Que yo recuerde, le he pedido a la señorita Domínguez que se retirara y veo que no lo ha hecho.

No me va a venir a hablar de esa forma, primero tenemos que hablar sobre el problema que ha sucedido el día de hoy, eso lo tengo que aclarar, en definitiva, a Amaia no la puede retirar de esa manera en la que me di cuenta que la ha tratado, ella es inocente de lo que la culpa la loca de Cecilia.

–Buenas tardes, ingeniero Acosta – Estrechamos manos – Resulta que mi novia, si se retiró, pero he sido yo quien ha insistido en venir a hablar con usted. Le pido por favor, que me permita un momento.

Esto no se va a quedar así nada más, y la actitud prepotente del ingeniero no me estaba gustando para nada. Tiene que escucharme y lo va a hacer, aquí se estaba cometiendo una injusticia, a Amaia la debe tratar como la víctima, Cecilia había venido aquí a buscar problemas para afectarla y al parecer el ingeniero le había creído a esa demente primero que a su practicante.

–Lo siento, pero me encuentra muy ocupado – Dijo en tono nefasto – Usted, no tiene que venir aquí a interceder por ella.

Este señor estaba sobrado de autoridad y en ese momento, entendí el temor de mi adorada Amaia, solo que este señor no se iba a salir con la suya y de eso yo me iba a encargar. Estaba loco si pensaba que yo iba a permitir que me hablara así.

–Lo siento mucho, pero, así como usted se puso con mi novia, ahora le digo yo, que vamos a hablar – Le dije enojado – Porque si no acepta el diálogo conmigo, entonces espere las consecuencias después, legalmente.

Estaba actuando de forma muy autoritaria cuando podíamos hablar pacíficamente de lo que en realidad estaba sucediendo, como el representante legal de Amaia, tengo que defenderla ante cualquier amenaza y lo que hizo Cecilia fue eso, había llegado sin ser invitada a perjudicar el buen comportamiento de Amaia y si el ingeniero la quería despedir, él era el que está incumpliendo con lo acordado en el convenio de prácticas.

–Supongo que tengo unos momentos, pase por favor – Me indicó – Solo usted, licenciado Vega.

–Por supuesto, gracias y qué amable.

Amaia se quedó afuera esperando en el auto y yo fui el que entré con él, me ofreció algo de tomar y cuando vio de todo lo que yo sería capaz, se mostró de lo más manso que podía estar, como llegan a cambiar tan rápido las cosas.

–Lo escucho, licenciado Vega – Me dijo muy tranquilo – Dígame ¿Qué lo trae por aquí?

Pues lo que me trae por aquí, él ya lo sabe, los asuntos personales que Cecilia ha venido a ventilar afuera de la empresa, ha sido una estrategia muy calculada por ella, pero le va a salir el tiro por la culata, también al ingeniero, por cómo sucedieron las cosas él ha tenido culpa en ello también, por haberle dicho a Amaia que saliera cuando eso estaba prohibido.

–Me trae por aquí, que vine a explicarle lo que sucedió con mi exesposa y con mi novia. Verá esa mujer con quien estuve casado, no está bien de la cabeza y estamos pasando por un proceso de divorcio, ella no acepta que Amaia y yo estemos enamorados y se ha propuesto echarle a perder su vida.

–Eso lo entiendo, pero como le dije a ella, a su novia, aquí no es el momento y tampoco el lugar para que su esposa venga a armar sus revuelos.

–Por eso estoy aquí, para pedirle una oportunidad para Amaia – Le dije en tono autoritario – Usted con ella ha cometido un abuso de autoridad y si persiste en eso, como le he dicho antes, trasladaremos este problema a instancias legales.

No me voy a quedar de brazos cruzados cuando los verdaderos culpables van a seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado.

–No licenciado Vega – Se suavizó – No veo la necesidad, supongo que usted tiene razón y que sí, yo me he alterado. Pero, no hay que llevar esto más lejos. Mañana mismo puede venir de nuevo su novia a sus prácticas, sin inconveniente.

–Muchas gracias, ingeniero Acosta. Sabía que podíamos arreglar esto, entre nosotros.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora