Capítulo 269

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Esa noche la pasamos de lo mejor con la güera y con Cris, celebrando que nos habíamos reconciliado, vimos una película de amor que nos gustó mucho a los 4 y después cuando terminó, la güera, Cris y yo empezamos a recoger todo y lo llevamos a la cocina, Amaia se había quedado acostada porque la pobre seguía demasiado cansada.

–Axel, espero que no seas bruto y que soluciones las cosas con ella de verdad – Dijo la güera – Amaia te ama, pero si no aprovechas que ya se reconciliaron para que cambies con ella, yo no me haré responsable si ella te deja.

–Ella no me dejará – Respondí – Pero, gracias por los consejos, güera. Yo me pienso pulir y portar bien con mi amada Amaia, ella es la mujer de mi vida y quiero que las cosas entre ella y yo, estén bien.

No voy a ser tonto para cometer de nuevo ese error, mi preciosa Amaia no volverá a pasar por algo parecido. Me arrepiento de verdad haberla asustado como lo hice. Ella es la mujer a la que amo y me comprometo a que pase los mejores días a mi lado.

–Más te vale, Axel. Nunca había visto llorar así a Amaia – Me dijo Cris – Lamento mucho que tuvieras que ser así de malo con ella y te advierto que no pienso dejar que le hagas mal.

–Está bien, ya aprendí mi lección – Les dije a ambos – Amo mucho a mi mujer y lucharé por ella siempre.

Ya no volveré a hacerla llorar, de eso no tienen de qué preocuparse, de verdad he aprendido la lección, Amaia es muy delicada para algunas cosas y ni yo mismo me lo voy a perdonar si le llego a hacer algún daño. Ella no se merece llorar por nada, ni por nadie.

–Que descansen amigo, vete a consentirla. La pobre se ve que además de cansada, todavía se siente mal – Dijo la güera – No es para menos, hace un rato se desmayó.

Es verdad lo que dice la güera, Amaia aún no se ha recuperado de todo lo que ha vivido en estos días. Yo me encargaría de que descansara lo necesario, ella es lo mejor que me ha pasado en la vida y tengo que protegerla hasta de mí mismo.

–Buenas noches, chicos y una vez más les digo muchas gracias.

Me fui a mi recámara con mi hermosa mujer y ella estaba con los ojos cerrados, por lo que me recosté a su lado y la acomodé en mi pecho, pensando que se había quedado dormida y no quería para nada molestarla. Amaba verla así, relajada en mis brazos y sintiéndose tranquila y segura y no con el miedo que vi en sus ojos cuando me porté como un vil patán con ella.

–Amaia, mi amor – Le di un beso tierno – Te amo, estoy feliz de estar así contigo nuevamente.

–Axel, yo también te amo – Dijo sin abrir los ojos – Ya no me quiero mover, aunque nos vayamos a dormir con la ropa puesta. Mejor así, ya no me sueltas.

Ella es tan tierna, tan dulce y yo soy un bruto que no supe medir mi fuerza, pero voy a complacerla en todo lo que me pida. Seré todo para ella, así como ella lo es todo para mí. Velaré por su bien, la protegeré con mi vida, la amo y lo que menos quiero es volverla a ver sufriendo. Amaia se merece todo lo mejor de esta vida.

–Como diga la reina de mi corazón. Te amo mucho, Amaia. Eres todo para mí, mi reina.

–Gracias, Axel, tú también lo eres todo para mí.

Me recosté bien y apagué las luces, solo me quité los zapatos y me cubrí dentro de las cobijas con mi hermosa mujer. Amaia se relajó en la paz de mis brazos y juntos cerramos los ojos y nos perdimos en ese momento perfecto en el que todo era paz y amor, nos dimos un apasionado beso y al poco tiempo me quedé dormido con ella hasta el día siguiente.

–Amaia, mi amor despierta – La llené de besos – Te amo, preciosa y no quisiera levantarte así, pero tengo que ver a uno de los clientes a los que llamamos, de los de mi cartera.

No podía dejar pasar ninguna oportunidad ahora que los clientes habían aceptado que los podía atender fuera del despacho. Yo me ponía a la disposición de todos los que me siguieran en este nuevo proyecto, porque no me iba a quedar con los brazos cruzados viendo como mi carrera se iba a la basura.

–Buenos días, mi rey – Amaia me abrazó más a ella – No quiero levantarme, me siento con mucho sueño todavía.

Por mí no hay problema, ella se puede quedar otro rato en la cama, yo soy el que me tengo que levantar a atender todas las necesidades, estoy a sus pies y eso lo sabe todo el mundo, no me avergüenza el tener que hacer todo por ella. Estoy dispuesto a todo por mi linda mujer.

–No te levantes entonces, preciosa. Pero, yo sí lo haré y tengo que ir a preparar desayuno y después, vendría a traértelo y desayunamos juntos ¿Quieres?

–Sí, mi amor. Quiero todo contigo.

Abracé y besé a mi mujer con todo el amor que sentía por ella y ella como siempre se rindió totalmente ante mis caricias que la estaban volviendo loca, ella me encantaba en todas las formas posibles por ser dulce, tierna, sensible y perfecta, la amo y pasaremos el resto de nuestros días juntos, nadie se interpondrá entre nosotros.

Después ella despertó del todo, ya que la consentí demasiado y hasta tuvo ánimos de ir conmigo a la cocina donde preparé algo rico de desayunar, quería que lo hiciéramos pronto porque no era mentira que tenía que ir a ver a ese cliente, no podía dejar pasar ninguna oportunidad, mis clientes son importantes y no puedo cambiar esa cita para otro día.

–Mi amor, no veo a la güera y a Cris – Dijo mi mujer – Tal vez, debimos esperarlos para desayunar, no quiero que piensen que somos unos groseros.

Como siempre tan bella mi mujer, preocupándose por nuestros amigos, pero no tenía por qué hacerlo, ellos, salieron temprano del departamento, tenían asuntos también que atender.

–No lo pensarán cariño, te amo Amaia. Lo que pasa que ellos tenían una cita temprano y, de hecho, gracias a ellos yo pude despertarme y se los agradezco mucho o de lo contrario, yo no me despertaba.

Terminaríamos de desayunar y yo me tendría que poner en movimiento para poder asegurar a ese cliente, no me daba miedo comenzar desde cero. La sociedad con Mauricio se había acabado, pero eso no quería decir que yo me iba a rendir, sigo en pie como uno de los mejores abogados, los clientes de la firma lo saben muy bien, no van a encontrar a alguien mejor que yo.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora