Capítulo 319

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México.

No hubo plazo que no se cumpliera y tampoco quise que lo hubiera. Ya no tenía caso luchar porque Axel aceptara que yo me quedara a su lado, porque él eso no lo iba a aceptar y yo ya no podía hacer nada para remediar eso. Solo quedaba pasar la última noche en sus brazos y con sus besos y resignarme con todo mi corazón a que toda esta maravillosa historia sobre él y yo acababa aquí y solamente aquí. Así pasé una de las mejores noches de mi vida y al mismo tiempo la peor también porque aquello era una despedida y al día siguiente, al abrir los ojos, mi Axel estaba mirándome despertar sentado al lado mío en la cama.

–Amaia, mi reina – Me dijo con ternura – Estás preciosa, ¿Estás lista? Quiero que me digas que todo estará bien y que te vas a cuidar mucho allá en Mexicali.

Lo que me pide Axel era inminente, me iba a cuidar, aunque pensaba yo que no valían la pena si no estaba a su lado. Me voy a morir en vida si no está conmigo, lo amo con todas las fuerzas de mi alma.

–Sí, Axel. Todo estará bien, mi rey – Lo abracé y no pude evitar ponerme a llorar –No quiero irme, mejor dime lo que pasa y me quedaré aquí contigo. Sea lo que sea, hemos luchado con todo para estar juntos como para dejar que esto termine.

No era justo que después de haber pasado por ese escandaloso juicio, ahora todo entre nosotros vaya a quedar así, como si no fuera nada, nos amamos y eso es lo que me confunde más, que a pesar de eso tengamos que estar separados, no sé por cuánto tiempo.

–Por lo mismo porque hemos luchado mucho para estar juntos, no puedo permitir que te pase nada malo o que algo acabe por separarnos a los dos. Es lo que pasará si permaneces aquí y es justamente lo que no quiero.

Eso no tenía que ser así, nosotros hemos luchado demasiado, tenemos que permanecer juntos, aunque esté pasando lo que esté pasando. Axel no me puede estar haciendo esto, no me puede alejar así y ya. Superaremos todas las adversidades, hemos logrado mucho en estos tres años de relación, nada, ni nadie nos puede separar.

–Es que no tiene por qué pasar eso, juntos podemos arreglarlo todo mi amor. Mi rey, no me alejes de tu vida, no lo hagas por favor.

Le estaba suplicando que lo nuestro no terminara de este modo, que somos mucho más fuertes que todo lo demás. Todo en esta vida se puede solucionar, pero no así, no alejados por quién sabe cuántos días, meses o años. Estoy segura de que no lo voy a soportar.

–Amaia, de verdad que yo agoté todos los recursos para que eso no pasará, pero no pudo ser y esto es lo que tenemos. Hoy te vas a Mexicali, con solo la promesa que te iré a buscar y sabiendo de sobra que yo te amo.

Eso no lo podía él en duda, porque yo estaba plenamente segura de mis sentimientos hacia Axel. Lo amo y siempre va a ser de ese modo, es mi todo, que no he podido amar a nadie más, de que será mi hombre perfecto por toda la eternidad.

–También te amo y al parecer, te amo más de lo que tú me puedes amar a mí – Declaré enojada – Si tú me amaras tanto como te amo yo, te quedarías conmigo y no me estarías enviando lejos.

Mi coraje es palpable, no me puede convencer de que esto sea por mi bien, si yo soy la que no me quiero separar de él, yo sabré que es lo mejor para mí y estar a su lado siempre lo será.

–Amaia, por favor cariño. Tienes que confiar en mí, solo eso te pido, preciosa.

Contra todo, tuve que confiar en él, aun sabiendo que tal vez esto era todo y que era la última vez que yo me miraría en sus hermosos ojos. Me levanté de la cama y me metí a bañar, a hacer mi rutina diaria en ese hermoso lugar, en el lugar que viví lo mejor de mi vida con el hombre al que amaba. Pero, todo acababa ahí, para él, para mí, para los dos. Axel tomó mis maletas y me ayudó a subirlas a mi clásico y después un silencio muy incómodo se instaló entre los dos. Un silencio que decía las palabras, adiós.

–Amaia, cariño ¿Me dejas darte un abrazo? – Me pidió Axel – Te amo, preciosa. Te amo mucho, eres la mujer de mi vida y siempre lo vas a ser.

No le podía negar su petición, pues yo también quería de su parte ese abrazo, que no me soltara, que durara para siempre, si me pedía en este momento que me quedé así lo haré.

–Te amo, mi Axel y claro que me puedes abrazar. Eso no se pregunta, no se duda – Respondí llorando desconsolada – No me dejes ir, aún estás a tiempo de decirme lo que pasa y de arrepentirte.

Necesitaba escuchar esas palabras de su boca, estaba a la espera de que todo fuera un mal sueño, que todo se trataba de una pesadilla de la cual quería abrir los ojos y darme cuenta de que no era cierto.

–Lo siento, mi reina – Dijo llorando, desconsolado – No puedo, ni debo arrepentirme. Esto es por tú bien y lo vas a descubrir en poco tiempo, ya lo verás.

No había marcha atrás, este es el último adiós, aquí se quedan todos mis momentos más felices, me voy con el alma rota en mil pedazos. Han sido los tres años más felices de mi vida y vivirán para siempre en mi corazón, de ahí no se van a ir nunca.

–Está bien, gracias por todo lo que me diste mi rey. Gracias por haberme amado del modo en que lo has hecho, nunca voy a olvidar estos tres años juntos.

Me hubiera quedado si en ese momento me lo pedía, pero no sucedió. Aquí nos íbamos a dar el adiós. No me quiero ir, esto me está doliendo más de lo que me hubiera imaginado alguna vez que podía doler. No sé cómo voy a poder sobrevivir si no lo tengo conmigo.

–Y yo solo ruego porque no los olvides. Yo te amo, Amaia – Axel me miró muy seguro – Y apelo a que esto no acabe aquí y no acabe nunca, porque yo lucharé por volver a estar contigo.

Me solté llorando, abrazándolo más de lo que ya estaba, yo no me quería ir. Yo no lo quería dejar, pero sabía que con Axel era así y que nada de lo que le dijera lo iba a hacer entrar en razón. Nos dimos un apasionado beso y después escuchamos voces conocidas antes que yo me subiera a mi auto para no volver nunca más.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora