Capítulo 287

20 0 0
                                    

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Axel es mi héroe, es mi todo y es el amor de mi vida. Me sentí de lo más contenta cuando el ingeniero Acosta, terminó cediendo ante la presión que le había puesto mi Axel y eso era lo mejor, que mañana, gracias al hombre de mi vida, yo podré seguir con mis prácticas, sin ningún tipo de inconveniente. A Cecilia eso no le va a gustar, pero eso es lo que menos nos importa.

–Axel, mi amor – Lo abracé antes de subir al auto – Te amo, mi rey. Gracias por lo que acabas de hacer por mí, allá adentro.

El ingeniero no tenía por qué sacarme de esa manera, la que había venido a alborotar todo fue Cecilia, fue la culpable y además ella se había agredido, en ningún momento la toqué. Pensaba que se iba a salir con la suya, pero mi héroe vino a salvarme de los malos tratos del ingeniero Acosta.

–No tienes nada que agradecer, preciosa – Respondió Axel – Te amo, Amaia. Eres la mujer de mi vida y sabes que lo hice porque si de mí dependiera, tú nunca sufrirías por nada.

Es tan tierno, mi Axel, me derrito ante sus palabras, él para mí también es la persona más importante y también haría lo que fuera necesario para que él no sufriera, si le pudiera quitar de encima a Cecilia, no estuviéramos en este juicio tan feo. Pero Axel no quiere recurrir a la violencia, aunque ella es lo que más ha hecho.

–Te amo mucho, mi rey – Nos dimos un tierno beso – Vamos a casa, que no quiero que salga el ingeniero Acosta y se arrepienta de haberme dado una oportunidad.

–No tiene por qué arrepentirse, cariño. Pero sí, vamos a casa. Te amo, mi reina y me da mucho gusto que se haya podido arreglar todo con el ingeniero Acosta.

No sé qué le ha dicho al ingeniero y no me interesa saber, con que el resultado haya sido este, lo demás sale sobrando. Me encanta que se haga imponer, todos sabemos que todo lo que sucedió fue planeado por Cecilia para hacerme quedar mal delante de los ojos de todos mis compañeros de trabajo y en especial delante del ingeniero.

–Te amo, mi rey, y se solucionó todo gracias a ti.

Subimos al auto del amor de mi vida y nos fuimos con camino a nuestro departamento. Ambos queríamos estar a solas en nuestro nidito de amor, para estar tranquilos y relajados, en el camino me estaba quedando dormida porque me había cansado de llorar y me desperté un poco cuando mi amado Axel, me tapó con una chamarra.

–Duerme, cariño. No pasa nada, ha sido demasiada presión, mi reina. Yo te despierto llegando al depa o te bajo en brazos.

–No, mi rey, quiero estar contigo – Me senté bien en el asiento y tomé su mano – Quiero ir despierta para disfrutar del camino contigo.

Me encantaba la forma de manejar de Axel, todo en él es tan ordenado, tan organizado que todo le salía de maravilla y estar a su lado de copiloto me gustaba mucho, así que disfrutaría observándolo manejar mientras le hago compañía en el camino.

–Cómo tú quieras, preciosa. ¿Sabes? Tengo que decir lo que pasó de lo de Cecilia, tengo que poner al tanto a Ivanna, eso nos puede servir en el juicio, ella no puede estar acercándose a ti cada vez que le dé la gana.

–Sí, mi amor eso es cierto. Ella no puede estar jodiendo a nadie, ella para eso ya tiene a su abogado y ella no está cumpliendo con esa parte de no acercarse a mí.

Ahora ella sola se había echado la soga al cuello, había venido al lugar equivocado, así que esto también lo tenía que saber la güera y todas las personas involucradas en el juicio, esto tenía que llegar a oídos del juez.

–No lo volverá a hacer, cariño. Eso te lo prometo.

Axel y yo, seguimos platicando del asunto hasta llegar a nuestro nido de amor y al hacerlo, ahí nos encontramos con otra desagradable sorpresa. Ahí estaba en el estacionamiento el abogado de Cecilia, pero no estaba solo, lo acompañaba la desgraciada de mi hermana Enedina.

–Hola, Amaia – Dijo ella – Qué bueno que los cachamos así con el descaro típico de la infidelidad. Ale nos dijo que ya tienen rato viviendo juntos.

–Qué bonito – Dijo el abogado – Sin querer, están dándome ayuda para reunir más agravantes en su contra en el juicio de divorcio.

Esto ya se estaba pasando del acoso, no tenían que venir a molestarnos en nuestro departamento, Axel podría demandarlos, pues no estaban cumpliendo con lo establecido, primero, Cecilia y ahora ellos, todo llevaba un protocolo, no tenían que hacer este tipo de visitas.

–Amaia, cariño, adelántate arriba, por favor mi reina – Me dijo Axel tiernamente – Es lo mejor, tengo que hablar con este señor.

–No mi amor, que sepa de una vez este señor, que su clienta también ha estado generando agravantes contra ella misma – Dije muy segura – Ella fue al lugar donde hago mis prácticas a ocasionarme un problema.

Desde luego que no lo voy a dejar solo, que supieran que yo no me iba a esconder de nadie, el abogado se estaba enterando de cómo su clienta estaba actuando en contra de la ley, no se debía acercar a mí de la forma en que lo había hecho. Axel y ella no van a arreglar nada.

–Es cierto lo que dice mi mujer – Axel me apoyó – Así que veremos quién junta más agravantes si mi exesposa o yo.

Ahora la que estaba del otro lado era Cecilia, podemos buscar las pruebas donde ella misma se está golpeando y demostrar que nada le hice, a ver ahora quién ríe mejor si ella o nosotros.

–Tu todavía esposa Axel – Dijo Enedina – Eres un sínico y un mentiroso que te cogías a mi hermana desde siempre y si estás con ella, eso debe ser porque tú la hiciste mujer, siendo una menor de edad, lo que no me extraña, Amaia es una puta.

–Y tú eres otra – Declaré – Mejor no sigas Enedina que puedo sacar aquí todos tus trapos al sol, te recuerdo que yo no tengo nada que perder y que tú me vales.

La desgraciada de Enedina, siempre ha tenido un cierto rencor hacia mí y yo nunca le he hecho nada a ella, pero si viene a buscar lo que no se le ha perdido, bien que lo va a encontrar, sé muchas cosas sobre ella que me he callado, pero ya no pienso callármelo.

–Enedina y usted, licenciado, hagan el favor de largarse de mi propiedad – Dijo Axel enojado – Nada tienen que estar haciendo aquí o esto también lo contaré en el juicio. No tienen por qué acercarse ninguno de ustedes, ni a mi mujer, ni a mí.

–Vámonos licenciando, ya salió el rey Axel a defender a su puta.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora