Capítulo 218

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

No quería que todo este drama de Cecilia saliera perjudicando a mi preciosa Amaia más de lo que la estaba perjudicando, tenía que hacer que dejara de pensar en esa mujer, que tanto daño nos está causando.

–Necesito algo que me distraiga de todo lo que está pasando y ya me cansé de estar además de con toda esta tensión, aquí encerrada.

Sabía que mi querida Amaia tenía razón, pero nos encontrábamos en una encrucijada de la que no podíamos salir. No podíamos hacer otra cosa que permanecer como estábamos en esos momentos, ahí en el departamento y tendríamos que buscar algo que hacer ahí, para poder disipar tensión y, ya que la güera estaba con nosotros, se me ocurrió algo.

–Chicas, vamos a jugar algún juego de mesa – Les dije a ambas – Así nos despejamos y nos divertimos, además estamos 3 jugadores y se pondrá bien.

Los tres estábamos tensos, ya no estábamos viviendo con la tranquilidad que necesitamos, ahora nos teníamos que quedar encerrados en el departamento y no es que yo le tuviera miedo a Cecilia, solamente quiero evitar que le fuera a hacer un daño a Amaia y a la güera.

–Claro, Axel, me parece buena tu idea, amigo.

No teníamos de otra, por nada del mundo las iba a poner en riesgo, Cecilia se puede aparecer en cualquier lado, si ya tiene algún informante o informantes, no dudarán en decirle donde nos encontramos. Ella se va a valer de todo con tal de hacernos la vida imposible, no sé cuándo va a ser el día que me va a dejar vivir tranquilo.

–A mí también me gusta la idea, mi rey – Dijo Amaia – Ahora regreso, dame un momento por favor.

Amaia se levantó de la sala y se fue a nuestra recámara y por más que no intenté seguirla por las señas que me hacía la güera, no pude evitarlo y la alcancé en la recámara y la abracé por la espalda. Ella se había ido a cambiar los zapatos, ya que no iríamos a ningún lado.

–Amaia, no quiero verte triste. Sé que todo esto está mal, pero hemos salido de cosas peores y seguiremos haciéndolo, mientras que estemos juntos – Le dije – Yo te amo, preciosa.

Sé que esto nos está rebasando, pero tengo que ser más fuerte que esto, Cecilia no nos puede venir a robarnos la calma.

–También te amo, Axel. Pero, es que todo esto me está nublando la razón y ya no sé ni lo que hago, no quiero perder nada de lo que tengo ahora, ni mi escuela, ni mi libertad, ni mucho menos a ti. No quiero que nada nos separe.

–Nada lo hará, te lo prometo y te lo juro – Le di seguridad – Te amo, Amaia. Cecilia tiene que darme el divorcio, ya estoy presionando con eso.

–Ella te quiere dejar en la calle y yo no quiero que sufras nada por su culpa, tú no te lo mereces, mi rey. A veces me siento culpable, de no haberte yo dicho nada no estarías en este problema y nunca hubieras tenido nada conmigo.

–Escúchame Amaia – Levanté su carita para que me viera a los ojos – Agradezco que lo hayas hecho y aunque estemos en esta difícil situación, siempre estaré agradecido por el tiempo que hemos tenido y porque estés conmigo.

–Gracias, Axel. Créeme que, aunque yo tampoco me arrepiento de nada, no quiero ser yo la que arruine tu vida y tu carrera. Cecilia no descansará hasta perjudicarte.

Después de calmar a Amaia de todo este desastre en la que se estaba convirtiendo nuestras vidas, ella no era la culpable de lo que nos estaba sucediendo, yo no la voy a dejar solo porque Cecilia no está teniendo lo que ella quiere, debe tomar en cuenta que no estoy enamorado de ella, que nunca lo voy a estar.

Así que nos cambiamos de ropa y nos pusimos un pans para estar cómodos y cuando salimos de la recámara la güera también se había cambiado de ropa y los tres estábamos de lo más cómodos en pans. Nos fuimos a la sala y sacamos un juego donde teníamos que descubrir a un asesino.

–Este juego está muy divertido, lo bueno fue que no nos salimos y nos quedamos más tranquilos jugando en el departamento.

–Te dije que no hay de qué preocuparse mi amor, aquí nada nos va a pasar.

–Quiero que así siga siendo mi rey, estar en nuestro sitio donde nadie nos venga a molestar.

–Hay que pedir comida, para que tú no cocines amigo, quiero que los tres estemos serenos y que solo pensemos en pasarla bien.

Nos divertimos mucho ese día y me sentí un poco más tranquilo al ver a Amaia sonriendo después de tantos días de tensión. Los días que siguieron fueron normales hasta que un día que fui a comer con un cliente y con Ale, el cliente se fue en cuanto nos desocupamos con él y al quedar solo yo con mi socia, ella quería preguntarme muchas cosas entre, ellas si a mí me gustaba Amaia, si era verdad que ella y la güera tenían algo conmigo a lo que yo obviamente respondí que no, iba a proteger y a cuidar a Amaia por encima de lo que fuera.

–Dime la verdad Axel, si te gusta mi hermana, porque lo que dice Cecilia no está tan descabellado, a lo mejor si tienes algo que ver con las dos, la güera se ve que te puede compartir con su amiga, con mi hermana.

–No entiendo como dices eso Ale, yo a Ivanna la respeto y por Amaia siento amor, pero solo de amigos, de hermanos, es como lo que siento por ti.

Ale se quedó un poco tranquila y esa noche cuando volví al departamento, Amaia estaba llorando en la sala y la güera la consolaba y cuando supe el motivo se me heló la sangre, Cecilia le había enviado un anónimo a su propia escuela y eso me preocupaba que mi exmujer tuviera una especie de infiltrado en el Tec y que ahora mi mujer corriera peligro teniendo cerca de ella a un posible enemigo.

–Axel, esto ya está rebasando los límites, ella no puede estar amenazando, esa persona a la que contrató se está metiendo en muy graves problemas, están en una institución privada.

–Tengo que contratar a alguien para que nos protejan a los tres, esto ya se está tornando muy peligroso.

– ¿Vas a contratar guardaespaldas? Yo no quiero tener a nadie cuidándome, eso levantaría más sospechas, digo yo.

–Pienso igual que Amaia.

Mi mujer se estaba oponiendo a que consiguiera gente que nos mantuviera sanos y salvos. Pues todo se estaba complicando y muy a pesar de las protestas de Amaia y de la güera, contraté elementos de seguridad para los tres, no podíamos estar a merced de una mente loca y enferma como la de Cecilia, tenía que proteger nuestras vidas.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora