Capítulo 249

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Cecilia parecía una verdadera loca enferma y poseída en su ataque de llanto absurdo que tuvo enfrente de su abogado, algo que no tenía razón de ser y además yo no estaba pasando por encima de ninguna ley, no estaba cometiendo ningún delito si antes de todo esto yo ya le había pedido el divorcio a ella, además su show había estado de más.

Ya se sabía lo mío con mi adorada Amaia y no me importaba por eso venir con ella a donde yo tuviera que ir, ella es mi pareja y la amo, le guste a quién le guste y le pese a quién le pese y lo bueno fue que Ivanna, me leyó la mente como siempre hacía conmigo, estábamos en el mismo canal.

–Licenciado, esto es innecesario – Dijo Ivanna – Le pido que, por favor, pasemos al asunto que nos interesa a todos. Mi tiempo es muy valioso para estarlo perdiendo.

Exactamente, no teníamos tiempo que estar perdiendo tiempo viendo la actuación de Cecilia, el abogado que se prestaba para eso, pues se veía que ella lo había puesto todo en mi contra, como si ella fuera una santa paloma.

–Bien, pasemos a lo que nos interesa – Respondió el licenciado – Adelante, por favor.

Amaia me lanzó un beso de lejos y yo a ella, Ivanna y yo seguimos al licenciado y a Cecilia a una de las salas de juntas de ese lugar y ahí al entrar tomamos asiento para que diera inicio la dichosa junta de avenencia. Algo que no tenía ni qué darse y que ni hablar, de todos modos, por protocolo se haría. El abogado de Cecilia empezó a sacar sus notas y así mismo lo hizo Ivanna.

–Bien, el motivo que nos trae a este lugar es para conciliar un posible arreglo entre mi clienta y su cliente – Dijo el abogado a la güera – Tal vez, ellos al platicar un poco de los motivos que los trajeron aquí, decidan darle una segunda oportunidad a su matrimonio.

No sé con qué argumentos le habrá salido Cecilia al abogado, definitivamente estaban los dos fuera de sus cabales, en qué cabeza le cabía a Cecilia que yo iba a regresar con ella después de todo lo que había montado y después de yo haberle pedido el divorcio, no una sola vez sino varias veces.

–Le aseguro licenciado, que no es el caso de mi cliente – Dijo Ivanna – Es por ese motivo que me di a la tarea de traer una serie de acuerdos para presentarle a su clienta, es mi obligación hacerlo.

No había que darle tantas vueltas al asunto, la güera sabía que era lo que yo quería con respecto a este caso, que presentara los acuerdos que ella y Cris habían elaborado para que Cecilia se quedara feliz y contenta con el dinero y lo que iba a recibir de este divorcio.

–Adelante, proceda.

Ivanna empezó a sacar todo lo que habían preparado ella y Cris y por supuesto que Cecilia, no me sostenía la mirada y tampoco a Ivanna, ella quería seguir en su papel de esposa abnegada que había sido engañada, un papel que para nada le quedaba y que era absurdo, además, ella misma sabía que también en el tiempo que duró nuestro matrimonio, ella se había cansado de engañarme.

–No perdamos más el tiempo aquí – Dijo Cecilia – No me interesa nada de lo que traes Ivanna, yo solo quiero salvar mi matrimonio.

No entendía que era lo que ella pretendía haciendo ese papel tan absurdo, como si alguna vez hubiera existido amor entre nosotros, desde un comienzo esto lo habíamos tratado como una transacción, porque ninguno de los dos había llegado al matrimonio enamorados.

–No tiene salvación, Cecilia. Yo no pienso regresar contigo – Me pronuncié – Así que vamos a ahorrarnos esto todos. Será lo mejor.

Le diría delante de su abogado cómo era que estaba el asunto, no había ninguna forma de que lo que había pasado entre Cecilia y yo tuviera algún arreglo, esto debí hacerlo desde hace mucho tiempo, me debí haber divorciado de ella, pues nada nos mantenía unidos, solo ese papel que nunca debió existir.

–Siendo las cosas de esta manera, no nos quedará más que vernos en el juicio – Dijo el abogado – No hay conciliación y mi clienta no quiere aceptar ningún acuerdo de los presentados por la abogada.

Por supuesto que nos íbamos a ver en el juicio, nada más habíamos venido a perder el tiempo por estas estupideces de Cecilia, pensando que yo aceptaría semejante incoherencia, ni loco volvería con ella. Podía pedir todo lo que quisiera, yo solo amo a Amaia, no la dejaría nunca.

–Hasta la corte, entonces – Dijo Ivanna dándoles la mano a ambos por mera formalidad – Buenos días. Vamos, Axel.

La güera y yo no tardamos casi nada en salir de la junta y por eso cuando lo hicimos y lo que vi al hacerlo, no me gustó nada. Amaia estaba abrazándose con Cris y eso, al menos a mí, me dio demasiado coraje, tanto que no me puse a preocuparme en lo que pudiera estar pensando Ivanna, solamente sé que no me agrada que nadie abrace a mi mujer y menos porque esa sensación ya la había sentido antes. Me acerqué a ellos y arranqué a Amaia de los brazos de Cris.

–Cariño, ¿Te sientes mal, preciosa? – Le pregunté a mi mujer – Ya nos podemos ir, tenías razón. No tuvo nunca caso el venir a esta situación absurda.

Noté a Amaia un poco alterada al abrazarla a mi pecho, sentía como temblaba un poco, no debí traerla a esta broma de conciliación que se había inventado Cecilia, más nos habíamos demorado en llegar en que ella saliera con una sarta de estupideces.

–Sí, Axel – Respondió Cris por ella – Se siente mal, dice que está mareada y empezó a temblar y por eso la abracé.

Él no tenía porque está abrazando a mi mujer, debió esperar a que yo saliera porque no nos habíamos demorado mucho, con sentarla y estar pendiente que no le sucediera nada, era suficiente, me daba un coraje que alguien más tocara a mi mujer.

–Gracias por hacer eso, mi amor – La güera besó a Cris – Eres un caballero y por eso te amo. Qué bueno que ayudaste a Amaia, aunque mi amigo, el celoso, no lo vea así.

No me importaba lo que dijera la güera a mí en lo particular no me gustaba que nadie abrazara a Amaia. No sé si era mi imaginación, pero Cris siempre estaba presente cuando mi mujer se sentía mal. No quiero empezar a pensar mal de nadie, lo mejor es que nos fuéramos al departamento.

– ¿Podemos irnos? – Pidió Amaia – Es cierto, lo que dice Cris. Yo me siento mal.

Escucharlo de su boca me pareció ahora más creíble, si la sentía nerviosa, pero pensé que eso iba a ser pasajero, por lo del encuentro que habíamos tenido con Cecilia.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora