Capítulo 243

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Pasamos unos días con Cris y con la güera planeando a detalle lo del caso de Axel. Yo, sinceramente, me encontraba demasiado preocupada porque me daba demasiado miedo que ya habían pasado dos semanas de la amenaza de la loca de Cecilia y que ella no hubiera aún dado señales de vida, eso indicaba cosas para nada buenas y que ella estaba planeando hacer algo malo. De eso no había duda y por supuesto Axel notó que yo me encontraba muy nerviosa.

–Amaia, cariño ven – Axel me tomó de la mano – Vamos a entrar a la recámara unos momentos.

Esperaba que Axel no estuviera enojado por mi forma de llevar la situación, pero es que no puedo por más que quiero serenarme, no lo consigo, esto es más fuerte que yo, me angustia no saber qué es lo que va a hacer Cecilia, cuál va a ser su siguiente paso.

–Sí, ve, Amaia – Dijo la güera – Cris y yo seguiremos armando esto y no se preocupen por la cena, nosotros pediremos algo para que ustedes descansen un rato.

Le agradecía a la güera y a Cris, yo por más que me quería calmar no podía, estaba cansada de todo esto que nos estaba pasando, esto estaba siendo más grande que yo, Cecilia nada más estaba esperando para dar el zarpazo final.

–Gracias, chicos – Les agradecí – Son los mejores y discúlpenme es que me siento muy nerviosa con todo esto.

–No hay de qué, Amaia – Dijo Cris – Nosotros haremos todo lo que sea necesario para que este asunto nos salga bien.

Esperaba que todo se resolviera para bien de Axel, no quería ser la culpable, que él perdiera todo, y no solo me refería a lo material, mucha gente te daba la espalda cuando te encontrabas en problemas, cuando más los necesitabas era cuando mostraban las verdaderas personas que eran.

–Claro que nos tiene que salir bien – Dijo Axel – En un rato volvemos con ustedes chicos.

–Claro, amigos.

Axel y yo desde el momento que entramos en nuestra habitación, nos llenamos de besos y de abrazos y nos sentamos en un sillón que es parte de la recámara, mi rey se veía guapísimo aún estos días que no vestía de traje. Él lucía unos jeans que le quedaban divinos y una camisa a rayas y como estábamos trabajando se subió las mangas dejando libres sus brazos y yo amaba eso de él, poder tocar los vellos de sus brazos y relajarme haciendo aquello.

Levantó mi cara para que nos viéramos a los ojos, esa mirada suya tenía muchas emociones juntas, que detecté a la primera, no era la única que estaba intrigada por lo de Cecilia, ella estaba planeando algo más turbio, ya que se sabía con el poder y movería todos sus hilos.

–Sé lo que piensas, cariño. Piensas lo mismo que yo – Aseguró Axel – Qué Cecilia, nos hará la vida de cuadritos y que esto que ella esté tan callada no es indicativo de nada bueno.

–No, no lo es para nada – Dije abatida – Me preocupa que no sepamos nada de esa mujer tan loca y que en el momento que lo sepamos, ella vaya a hacer alguna estupidez o peor aún que lo haya hecho ya.

No podíamos confiar de la mente de esa psicópata, tantas amenazas y luego se queda quieta como si nada, no es normal que hagas esa serie de movimientos y luego ni siquiera te apareces por ningún lado, sentía que estábamos al acecho de esa mujer, que de un momento a otro saldría saltando sobre nosotros.

–Mi reina, sé que es difícil todo esto y necesito que te calmes – Axel me sentó en sus piernas – Yo te amo y vamos a salir de esto. Además, ya viste lo concentrados que están la güera y Cris haciendo todo esto de armar el caso.

Es lo que más me ha gustado de todo esto, nuestros amigos están muy concentrados en armar el caso, la güera está muy contenta de que Axel por fin haya aceptado que ella lo represente. Tengo mucha fe en nuestra amiga, es la mejor y Cecilia se va a quedar queriendo todo lo que es de Axel.

–Sí, ellos están felices de ayudarnos y no creas amor. Yo siento culpa por eso, mi rey. La güera y Cris deberían estar felices, disfrutando de su relación y no aquí metidos encerrados con nosotros y...

Axel no me dejó seguir y me besó con un beso muy tierno cargado de todo el amor que sentía por mí y por supuesto, yo también por él. Se me fue todo lo que mi mente pensaba en ese momento y me dejé llevar por lo que mi adorado Axel me hacía sentir, sentía que podía tocar el cielo mientras nos deleitábamos con los besos que nos estábamos dando y después de eso, él deslizó su mano debajo de mi falda y yo perdí completamente el control de todo, quería ser suya en ese momento sin importarme nada y sin importarme nadie.

–Amaia, cariño. Yo también lo deseo mucho – Me dijo Axel entre beso y beso – Me encantas, eres mi reina, eres la mujer más hermosa del mundo y eres solo mía.

–Sí, Axel, solamente soy tuya – Respondí – Te amo, mi rey. Hazme tuya, por favor. Estoy desesperada.

Necesitaba liberarme de toda esa tensión que sentía, era como si no pudiera respirar, me estaba agobiando demasiado. Axel me podría ayudar como solo él lo sabía hacer.

–Me puedo dar cuenta de eso, preciosa. Relájate, mi reina y déjate llevar. No pienses en nada que no sea lo que estamos viviendo ahora nosotros dos.

–Sí, mi amor. Te lo prometo.

Me relajé completamente en los brazos del hombre al que amo y él siguió besándome con tanta ternura que eso y las caricias que me estaba dando en mis piernas y su mano subiendo peligrosamente a ese lugar que solo a él le pertenece, terminaron por desesperarme que yo misma me quité la camisa quedando solo con mi top puesto y Axel, tiró de mi falda para quitármela. Él me ayudó a ponerme de pie y se quedó mirándome con esa mirada que amo de él, cuando me mira estando yo solo con la ropa interior y mis zapatillas puestas.

–Amaia, estás perfecta, estás hermosa, cariño – Me decía mi rey – Podría pasar todo el día contemplándote. Eres maravillosa, toda tú. No hay nada que no ame de ti.

Sus palabras hacían que me sintiera en el cielo, necesitaba tanto que Axel me mimara y me amara, quería que me hiciera suya, necesitaba tanto de él y yo también quería que él liberara esa tensión que también lo estaba abrumando.

–Lo sé, mi amor. Porque a mí me pasa lo mismo contigo, mi rey. Te ves guapísimo y todo el tiempo quiero estar así contigo, pero por ahora ya no me admires y hazme tuya, por favor.

–Por supuesto que sí.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora