Capítulo 238

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

No iba a poner en riesgo la vida de Amaia, teníamos que hacer lo que ella dijo de poner las materias en línea, yo no iba a permitir que saliera a que Cecilia le fuera a hacer un daño, esperaba también que se tranquilizara porque nosotros teníamos que estar bien.

–Así será, no tardo en llegar ahí contigo.

–Muchas gracias.

Me puse a tomarme mi té con calma y mientras esperaba a Bin Laden, Amaia y la güera se unieron a mí en la sala, se sentaron a mi lado y los tres compartíamos además del té, el sonido del silencio, algo que dolía mucho porque nosotros no acostumbrábamos a estar así y ahora lo estábamos por culpa de las circunstancias y también de Cecilia.

–Axel, ahora sí que estás bien jodido amigo – Dijo Ivanna – No puede ser que, por culpa de Cecilia, vas a perder tu vida y tu patrimonio, esa mujer es una desgraciada, se pretende quedar con todo lo tuyo, si la tuviera aquí al frente le haría pagar todas sus marranadas.

La güera estaba lo que le seguía de enojada por lo que había hecho Cecilia, pero yo mi vida no la iba a perder por eso, no me iba a quitar la vida porque me quedara sin un centavo, la vida no todo es el dinero, además no estoy solo.

–Ivanna, no seas fatalista – La calmé – La vida no la tengo por qué perder y mi patrimonio tampoco, hice el dinero una vez y me puedo poner a hacerlo una segunda vez, todo se puede recuperar en la vida.

Tengo todas las bases para recuperar a todos mis clientes y con la inteligencia de mi mujer, todo se iba a dar de nuevo, no se tenía que ser tan fatalista ni negativos, los clientes van a ir donde yo esté. Puedo surgir desde las cenizas.

–Claro, güera, ya te dije que yo pienso ayudarle a Axel a recuperar muchos clientes y a conseguir otros, tengo todo en la cabeza – Dijo Amaia – Nada que no podamos recuperar.

–Me alegro porque ustedes tienen que recuperar – Espetó Ivanna – En cambio, yo no pude ni ir a llorar a mi abuelo, mi familia me exilió por todo este problema y todos seguirán como si nada con sus vidas y yo ¿Qué?

–Entiendo tu situación, güera y créeme que no es para menos – La comprendí – Me duele ver cómo te estás poniendo, pero lo de tu abuelito son cosas que pasan.

–Estás idiota Axel, no son cosas que pasan – Me reclamó – Si hubiera muerto de viejito o por un infarto o causa natural, si son cosas que pasan. No quieres reconocer que el no poner punto final con Cecilia, cuando debías ponerlo, me ha arrebatado a mi abuelo.

–Güera, por favor cálmate – Le pidió Amaia – Créeme que te entiendo y que si alguien odia a Cecilia soy yo, ella no se merece la vida y lo siento Axel. Si yo pudiera la mataba de una vez.

Ella odiaba tanto a Cecilia como lo hacíamos Amaia y yo, esa mujer le había hecho daño a mucha gente, pero en realidad yo nunca le había deseado la muerte a nadie, pienso que la gente tarde o temprano tiene que pagar todo el mal que ha causado, que no se podía ir de esta vida sin pagar.

–La mataremos juntas – Dijo Ivanna – Lo siento Axel, pero cuando se venga el juicio de tu divorcio más te vale que no vea a esa mujer, no dudaré en darle fin.

La güera no se podía calmar y era el odio el que hablaba por mi mejor amiga. Ella definitivamente se quería vengar por lo de su abuelito y yo por mucho que quisiera no la podía culpar y tampoco tenía la forma de hacerlo. Si ella se vengaba de Cecilia, ya no sería nuestra culpa, y Cecilia definitivamente se lo había buscado.

–Tenemos que calmarnos todos – Dijo mi mujercita – No podemos pelear entre nosotros. Ya bastante tenemos con lo que se nos viene como para caer en problemas.

No me iba a dar por vencido ahora que mis amigos están apoyándome, teníamos que luchar hasta el último suspiro, Cecilia había cometido una falla y esa denuncia tenía que proceder.

–Sí, se nos viene una guerra que solo si somos inteligentes podremos ganar sin que lleguemos tan lejos – Afirmé – Miren, Bin Laden ya no tarda en venir. Levantaré una denuncia en contra de Cecilia por esto, mira sus amenazas Ivanna, no eres la única que quiere lo peor para esta loca mujer.

La demanda que se le venía encima tenía que calmarla, ella no se iba a salir con la suya y ya lo había dicho, si con eso pagaba lo que le hizo al abuelito de la güera mucho mejor, que las pagara todas juntas, esa mujer tenía que pisar la cárcel a como diera lugar.

–Me lo dices como si eso me pudiera consolar. Axel, mi abuelo está muerto, tu loca exmujer lo ha matado y ninguna denuncia, ninguna ley. Nadie me lo devolverá.

Por supuesto que eso no le iba a devolver a su abuelo, pero por lo menos tenemos algo en contra de Cecilia, ella no se va a salir con la suya de todas maneras, pues tiene que pagar por esa amenaza de muerte hacia Amaia. No todo iba a estar a su favor, eso la puede parar en su intento de dejarnos sin nada.

–No, en eso tienes razón y no tienes idea de lo mucho que me duele la muerte de Don Pancho – Dije de corazón – Sabes que tu abuelito era muy lindo conmigo y que lo quise mucho.

–Mentira, si lo quisieras, en lugar de esperar que la ley haga algo, ya estarías matando a esa desgraciada – Mi amiga estaba fuera de sí – Piénsalo Axel, si la matamos ganamos todos, ella deja de perseguirte a ti y a Amaia, conservas tu dinero y yo, vengo la muerte de mi abuelo.

La güera no me podía estar diciendo eso, yo no iba a arriesgar mi libertad por cargarme a esa mujer, de ella se iba a encargar la vida, yo no me iba a manchar las manos de sangre por una mujer tan insignificante, no valía la pena arriesgar tanto por nada.

–Es cierto mi amor – Amaia me quiso convencer – Voto por lo que dice la güera, tenemos que matar a esa infeliz. Tenemos que vengarnos por la muerte del abuelito de la güera y por todo el infierno que pasamos por ella, por su culpa perdí a mi hermana y también perderé a mis sobrinas.

Esto no me podía estar pasando, como ellas dos querían eso, era inaudito, aquí nadie iba a matar a nadie, mi libertad es muy valiosa como para perderla por esa mujer, la güera y Amaia se debían calmar, no quería que se cometiera una locura.

–Nadie va a matar a nadie – Las miré enojado – Ya basta.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora