Capítulo 230

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Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Estaba perdiendo la paciencia con Alejandra, parecía que esto es un cuento de nunca acabar, siempre reclamando lo mismo y nada tengo que ver con sus sentimientos, ni con las decisiones que ha tomado, porque de seguro me va a decir que ella todo lo ha hecho por mí.

Yo tengo que ver por lo mío, no me importaba si ella estaba enamorada de mí, ese era en definitiva su gran problema, que se creía que por estar como estaba yo iba a caer rendido a sus pies, y una cosa más no soportaba su carácter, demasiado exigente para algo que no tenía por qué preguntar, de mis cosas me encargaba yo.

–Eres un pendejo, yo te pude dar más de lo que te puede dar Amaia y eso lo sabes de sobra y no sé ¿A quién quieres engañar? Tal vez te quieres engañar a ti mismo creyendo que Amaia, va a sentir suficiente por ti como para formalizar.

Definitivamente, eso es algo que no le debe importar si formalizo o no con Amaia, yo sabré como atenerme a eso en cuestión, pero el amor que siento por ella no me va a detener por algo que no se va a dar o en dado caso que, si se dé, para mi seguiría siendo lo mismo, mis sentimientos hacía Amaia jamás van a cambiar.

–Lo que yo crea o lo que pase entre Amaia y yo, ese ya no es problema tuyo Ale. Si quieres seguir con mi amistad que bueno y si no, estás en tu derecho. Sobra decir que ya no estaré en esta sociedad.

–Una sociedad que te benefició en todo – Me gritó – Tenía razón Cecilia al decir que te aprovechas de todas las mujeres que conoces, de ella para hacerte notar por mi padre, quién te ha dado todo lo que tienes y hasta más de lo que mereces.

–Tu padre me dio la oportunidad que yo me gané con mi esfuerzo – Le aclaré – Yo me he partido la madre en esta firma, por eso llegué a donde llegué. Tu padre me dio la oportunidad y yo la supe aprovechar.

–De paso, además de tener tu nombre en la entrada como título de la firma, también tuviste un carro del año siempre, tuviste cosas que no tuve ni yo que soy su hija y hasta cola gratis, te anduviste cogiendo a Amaia por más de dos años ¿Querías algo más?

–Piensa lo que quieras Ale, es una pena que nuestra amistad, que pudo ser para toda la vida, se fracture así por tu falta de buen juicio – Dije furioso – Pero, tú has sido la que lo has querido así.

–Sí, he sido yo, prefiero estar sola que con un disque amigo que me vio la cara por dos años, que nunca me pudo amar porque se andaba cogiendo a la menor de mis hermanas.

No pude seguir aguantando más lo que estaba pasando entre Ale y yo, esto se había tornado insoportable y además de todo yo no tenía que estar aguantando ese trato de parte de ella, por lo que tomé mis cosas y salí de la oficina, sin dar marcha atrás y me fui directamente a la oficina de Mauricio esperando que Amaia estuviera ahí, pero no estaba.

–Axel, siento mucho esto – Dijo Mauricio – Tendremos que disolver la sociedad por el bien de la firma, yo no me pienso exponer a un escándalo y con Cecilia vas a tener un problema muy serio.

No voy a tener serios problemas con Cecilia, ya los tenía, y sí no había problemas en que me fuera del despacho, yo no quería embarrar a Mauricio en todos mis problemas con Cecilia, ahora solamente me quedaba ir a ver a Amaia.

–Todo eso lo sé, Mauricio, y siento mucho como ha terminado todo. Ahora solo quiero ver a Amaia y llevarla a que la atiendan, Ale le pegó cómo pudiste ver y necesito atender a mi mujer.

A mí lo que en realidad me importaba era ver que mi mujer se encontrara bien, ella no tenía que cargar las culpas que me corresponden a mí, Alejandra se había pasado al pegarle de esa manera, no tenía por qué.

–Entiendo, Axel. La mandé con Bin Laden, él se fue a llevarla a donde viven. Te deseo buena suerte y sigas o no con ella, gracias por el tiempo que cuidaste a mi hija, ella ha crecido y ha aprendido mucho contigo.

No tenía por qué dejar a Amaia, lo nuestro no tiene que terminar por lo del pleito con Cecilia, seguíamos amándonos, no teníamos por qué dejarlo, mi amor por ella es infinito y esto no lo iba a parar.

–Claro que seguiré con ella, yo la amo y nunca jugué con ella y eso lo sabes. Gracias por el tiempo y por todo lo que me enseñaste, por lo mucho que aprendí aquí.

Mauricio fue el que me abrió las puertas de su despacho y me hizo socio del mismo, le doy gracias por lo que he aprendido de él, y por haberme aceptado en la relación que he tenido con su hija menor, es un gran alivio para mí que él hubiera sabido todo este tiempo de eso.

–Por nada, Axel. Eres un buen hombre, aunque con todo esto, va a quedar muy dañada la reputación tuya y también la de Amaia.

Eso en realidad no me importa mucho, yo tengo como defenderme, tengo los documentos del divorcio y tengo como comprobar que yo con ella ya no quería nada, pues se lo hice ver a todos en varias ocasiones, ella fue la que no quiso aceptar que lo que habíamos tenido se había acabado desde antes.

–Lo mío no importa, yo veré lo que puedo hacer. Solamente una cosa, me llevaré a mis clientes de la firma si no tienes problema tú con eso.

Mis clientes se venían conmigo, yo los había adquirido y sé que no va a aceptar que sus casos y pendientes los lleve otro, la que va a poner el grito en el cielo va a ser Ale, porque a algunos les llevábamos los dos sus asuntos, pero ese ya no es mi problema.

–Es lo justo, mañana mismo empezaré a hacer el papeleo oficial. Por el momento, puedes firmarme aquí de favor que estás de acuerdo con la disolución de nuestra sociedad.

Me voy con la conciencia tranquila porque si yo, he conseguido la mayoría de los clientes de esta firma, lo más justo es que me los lleve porque si voy a comenzar de cero, voy a comenzar bien.

–Claro que sí y una vez más, disculpa por todo esto. Nunca pensé que las cosas empeoraran así.

No tenía nada más que hacer en el despacho, si las cosas iban a ser así que siguieran, por lo que le daba las gracias a Mauricio por haberme tenido todo este tiempo, porque no llegué a pensar que las cosas se iban a poner de ese modo.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora