Capítulo 272

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Axel me consentía con mucho amor y ternura y se recostó conmigo tal y como le pedí, amaba eso de él que siempre quisiera darme gusto en todo y eso era una de las cosas que me tenía completamente loca y perdidamente enamorada de él. Cerré los ojos y me perdí en su abrazo, ya que se me había detenido el sangrado y Axel, se dedicaba a consentirme y a arrullarme acariciando mucho mi cabello.

–Amaia, cariño. Te amo mucho, princesa preciosa – Me dijo mi Axel – Te amo tanto que te pienso llevar a revisar, no me gusta que te haya salido sangre de la nariz, ¿Sigues mareada?

Ya se me había quitado el mareo, ahora solo me quedaban las ganas inmensas de cerrar los ojos y poder dormir, siento una debilidad en todo el cuerpo. Como si no hubiera dormido en muchos días.

–No amor, ya no estoy mareada mi rey. Es solo que me siento muy débil y es porque me preocupé cuando la güera llamó, eso es todo – Admití – Creo que no soy buena con este tipo de noticias.

No hay necesidad de que me lleve a ningún lado, ya me siento bien, solo es cuestión de que descanse un poco, con eso bastará por el momento, con una siesta me recuperaré. Quiero estar bien para cuando lleguen la güera y Cris, las cosas tienen que salir bien.

–Te entiendo perfectamente, Amaia y no tienes por qué ser buena o no, solo tienes que tratar de estar tranquila ¿Qué me dices si les aviso que vengan en un rato? Para dormir un rato, cariño.

Me parecía una excelente idea, además era temprano aún, podían llegar en unas horas para que pudiéramos descansar mi rey y yo. Nos hace falta dormir un poco. Así que ellos podrían venir más tarde, le agradecía a mi Axel que pensara en todo. No había problemas si ellos llegaban después.

–Sí, mi amor. Es lo que más quiero, me faltaron horas de sueño contigo, por la levantada.

Eso estará perfecto para mí, recuperar esas horas de sueño que me hicieron falta, ya que lleguen me puede despertar para ayudarlos en lo que más se pueda, debemos trabajar duro para que el juicio salga a nuestro favor.

–Les mandaré un mensaje, preciosa, e iré a apagar la cafetera. No me tardo y regreso para consentirte.

–Está bien, mi rey.

Axel se levantó para ir a la cocina a apagar la cafetera tal y como me dijo que lo haría, él siempre está en todo porque yo con todo esto que pasó que me empezó a salir sangre de la nariz, no recordé que había puesto la cafetera, pero no pasaba nada, sirve que cuando la güera y Cris llegaran tendríamos el café caliente para tomarlo cuando ellos llegaran.

Cuando Axel volvió a la recámara, aún estaba hablando con la güera y después, dejó el teléfono en el buró para recostarse conmigo y envolverme en sus brazos. El sitio donde más me gustaba estar, sus brazos son mi lugar favorito, no lo cambiaría por nada del mundo.

–Listo cariño, ellos vienen más tarde y traerán la comida – Dijo Axel sonriendo – Así tenemos un buen rato para descansar, también me siento cansado.

–Qué bueno mi amor, necesito estar así contigo – Me pegué más a él – Es lo que quiero hacer por siempre, estar así contigo.

Me daba tanto miedo que él me dejara, es una agonía que no se me quitaba del pecho, desde que comenzó todo esto de la demanda de Cecilia, es algo que no me deja tranquila. Quiero permanecer a su lado por siempre, sentirme protegida y amada en sus brazos. Axel es el hombre de mi vida y sé que sin él mi vida no tendría sentido.

–Yo también, mi reina hermosa. Cierra tus ojitos, mi vida. Yo esperaré a que te quedes dormida para después hacerlo yo.

–Gracias, mi rey.

Apenas sentí que habíamos dormido cuando mi Axel, ya me estaba despertando con besos, eso sí, era una buena y hermosa forma de hacerme despertar y en uno de esos besos abrí mis ojos y me dejé llevar correspondiéndole el beso, mi Axel se veía ya muy descansado y él siempre estaba guapísimo del modo en que lo viera.

–Amaia, te amo mucho. No quería despertarte, cariño y en serio lo siento, pero ya no tardan en llegar la güera y Cris.

–Está bien, mi rey. No te preocupes, ¿Pudiste dormir?

Él se veía súper bien, a mí es la que me hace falta todavía dormir, pues siento que apenas si pude cerrar los ojos. Pero me tengo que levantar para poder ayudar en algo, en lo que sea. Van a necesitar de mucha ayuda para organizar bien el caso. Esto tiene que salir de la mejor manera.

–Claro que sí, me siento ya más descansado y a ti no te pregunto preciosa. Te quedaste bien dormidita en mis brazos y por eso no te pensaba ni despertar.

–Qué bueno que lo hiciste, vamos a levantarnos para poder poner la mesa para cuando ellos lleguen, dijiste que traerían comida y tenemos que comer.

Por lo menos yo sí tengo bastante hambre, a ver con qué nos sorprenden esta vez Cris y la güera. El haber dormido me hace sentir como que se me han ido todas las energías y mi cuerpo pide reponerlas, así que espero con ansias esa rica comida que sé que traerán. Dormir me ha despertado el apetito, creo que ha sido eso.

–Sí, cariño. Vamos.

Axel y yo nos alistamos la ropa que se nos arrugó un poco por estar acostados, pero eso no importaba que al fin y al cabo estaríamos todo el día en nuestro nido de amor, nos salimos de la recámara para ir a poner la mesa y una vez que lo hicimos nos sentamos en la sala para esperar a que llegaran Cris y la güera, yo sinceramente ya tenía un poco de hambre o el haber dormido de nuevo fue lo que me la despertó con más intensidad y Axel, empezó a morir de risa.

–Tengo mucha hambre, cariño – Me confesó – Espero que ya no se tarden mucho aquellos dos.

Los dos teníamos mucha hambre, tanta preocupación nos había quitado el hambre, pero con esta siesta hemos recuperado y con creces el hambre, también espero que no se tarden mucho, ya creo que el estómago empezó a hacer unos ruidos característicos de que ya era el momento de comer.

–Lo mismo digo, mi rey. Yo creo que el dormirnos nos despertó más el hambre, porque tengo ganas de que lleguen pronto para comer.

–Los hemos invocado – Dijo Axel – Así que ya no tendremos que estar sufriendo por querer comer algo.

Afortunadamente, estaban llegando la güera y Cris con esa deliciosa comida que estábamos esperando. Yo ya no aguantaba más, pues mi estómago ya se estaba revelando por no haberle dado nada de comer.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora