Capítulo 200

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Amaia Domínguez García

Zacatlán de las Manzanas, Puebla, México

Axel y yo, nos alejamos tomados de la mano y nos fuimos en busca de una chamarra o algo para que yo me cubriera y afortunadamente encontramos rápidamente dónde comprarla y me la puse de inmediato, en el camino de regreso para alcanzar a la güera y a Cris, Axel y yo nos sentamos un poco en una banca, él parecía querer decirme algo.

–Amaia, sé que ya me has dado tu respuesta muchas veces, pero quiero saber si sigue en pie de tu parte, el irte conmigo a Boston – Me preguntó Axel – Me tomé el atrevimiento de hacerte una cita para la Visa y es en un mes y medio y ya pagué por el trámite.

Desde luego que yo me iría con él a donde me llevara, ya la situación se había vuelto intolerable con esas dos mujeres y su histeria, lo que deseaba era estar lejos de los problemas, ser libre de estar con él en otro lugar.

–Claro que sí, mi rey. Axel, no tienes que preguntármelo siempre, sabes que, si me dan ese documento, me iré sin dudar a Boston contigo.

Ya no nos podíamos quedar aquí en México, yo estaba segura de que cuando las cosas se supieran iba a ser muy tarde si nos quedábamos y después no íbamos a poder salir a ningún lado, estaba deseando que esos papeles salieran lo más pronto posible, necesitábamos nuevos aires.

–Gracias, cariño. Es que ya no quiero que estemos en León y preocupándonos por las tonterías de Cecilia y también las de Ale.

Exactamente, pienso lo mismo, no tendríamos que tener esos problemas encima, esas dos mujeres están obsesionadas con mi Axel, a una nunca la amó y a la otra ni siquiera han tenido nada que ver, mi hermana ha armado su reclamación sin tener nada que ver con Axel, ni siquiera él le dio alas ninguna vez.

–Axel, mi rey tú mismo me dijiste que no tome en cuenta la llamada de Ale y eso haré, no tomarla en cuenta. Nosotros tenemos que estar bien.

Noté a Axel muy pensativo como si fuera a ponerse muy tenso y nervioso por algo, yo me senté en sus piernas y lo abracé por su cuello. Lo empecé a besar y él como siempre correspondió encantado a mis besos y yo me perdí en los suyos. Lo amaba y quería que estuviera tranquilo y creo que lo logré como siempre, demostrándole mi amor, por encima de todas las cosas.

–Amaia, eres la mujer perfecta para mí. Te amo por cómo eres conmigo, por todo lo que me has dado, por todo lo que hemos vivido, eres mía, cariño y quiero que siempre lo seas.

Yo lo amo más que a mí misma, y tampoco quiero que eso cambie, lo voy a seguir amando siempre, es el hombre más perfecto que pueda haber sobre la tierra, y mi vida no sería nada si no lo tengo junto a mí, lejos de León vamos a estar bien, porque nos tendremos el uno al otro sin que esas mujeres se estén metiendo en nuestras vidas.

–Siempre lo seré, porque te amo y porque yo ya no concibo la vida si no estamos juntos. Eres todo para mí, Axel.

Mi vida no estaría completa si no estoy a su lado, si algún día me faltara no sabría qué hacer, estamos juntos en esto, el destino nos colocó en ese camino donde nos encontramos y estaremos juntos hasta el final de nuestras vidas, lo amo y siempre lo amaré.

–Así es mi vida, siempre vamos a estar juntos, nadie nos va a poder separar, te amo más allá de lo imaginable, eres mi todo, Amaia, te amo con locura.

Nos volvimos a besar con mucho amor y a demostrarnos ese amor que siempre nos gustaba demostrarnos el uno al otro, era algo maravilloso el podernos entregar el amor de esa mágica manera que siempre perdíamos noción del tiempo y del espacio, hasta que nos terminamos separando y levantando de esa banca. Teníamos que ir con la güera y con Cris a tomar café ahí a dónde los habíamos dejado.

–Qué bueno que legaron, para que no se les enfríe su café, aunque déjenme y les digo que, si se ha conservado, mi chocolate sigue bien caliente.

–Muchas gracias güerita, por pedirnos nuestros cafés, ya por lo menos el frío se me está pasando.

–De nada Amaia, se nota que tu chamarra es bien protectora, qué bueno que encontraron una, ya hasta a mí me estaba dando frío al verte con esa chamarra de mezclilla.

Tomamos un café delicioso con la güera y con Cris, ellos tomaban un chocolate y comimos una dona de azúcar, estando en la cafetería, escuchamos decir a unas personas que cerca de ahí, había un taller de sidra de manzana y que podíamos tomar un taller para hacerla.

–Qué les parece, si vamos a hacer ese curso, podremos pedir informes e ir.

Dije a los demás para que se animaran, el taller sonaba muy educativo y divertido, y la prepararíamos nosotros mismos, me encantaba la idea.

–A mí también me gusta la idea, vamos todos y aprendamos.

Dijo la güera muy emocionada y se veía que a Cris también le había gustado la idea de ir a preparar nuestra propia sidra.

–Claro que sí, aquí vinimos para divertirnos, vamos a hacer las actividades que se puedan.

Me gustaba lo entusiasmado que estaba mi Axel, así nos íbamos a olvidar de todas las locuras de esas dos mujeres que se estaban montando solas en su cabeza, así que en cuanto termináramos de disfrutar de nuestras deliciosas bebidas y del pan dulce nos iríamos a divertir al taller.

Cuando terminamos de tomar el café y el chocolate, nos fuimos para allá para ese lugar en el que podíamos preparar esa deliciosa sidra, me encantó la idea en cuanto la escuché.

Nos pusieron un mandil y nos llevaron a un recorrido por el lugar, era impresionante y emocionante el recorrido, las manzanas se veían deliciosas y nos pusieron a ver todo el proceso de la preparación de la sidra. Nos separaron a los hombres de las mujeres y a mí me tocó irme con la güera, por supuesto que íbamos a hacer equipo si nos tocaba hacerlo.

–Esto se va a poner emocionante.

–Así es güera.

Axel se fue con Cris y nosotras preparamos la sidra con las indicaciones de la mujer que estaba guiando la visita y después cuando ya terminamos el taller, nos pudimos llevar la botella que hicimos nosotras y además compramos unas más de las que vendían ahí, de las diferentes variedades que había. Axel me tomó en sus brazos, apenas salimos de ahí y después recorrimos un poco más en el centro y el chofer, nos llevó a casa para volver para comer y descansar un rato, antes de volver a salir por la tarde – noche.

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